domingo, 24 de mayo de 2020

AUTOBIOGRAFÍA SENTIMENTAL.

Desperté de madrugada, como todos los días. Y , también como todos los días, escuché el canto de los pájarillos en la parra que hay debajo de la habitación.  Cosa fina despertar así, con esa alegría.

Hoy, mientras hago la cama , escucho "Masterpiece" de Temptation.. Para mi es uno de esos temas que pertenecen a la memoria más viva de mis afectos más profundos.  Dura casi veinte minutos y me resulta imposible no recordar. En fin, ¿ por qué no la escuchas? Así me ahorro adjetivos.

Un día de estos se cumple un año de mi estancia aquí, en Casa Sueiro. ¿ Por qué vine aquí?

Me retiré aquí por una mujer. Persona extraordinaria. Pero, ¿ qué puedo decir?. Sucede como en "Masterpiece", hay que escucharla, bailarla, cantarla...así que mejor lo guardo para mi.

Estaba harto. Harto de Suso. Del de antes de ayer, el de ayer, y  el de entonces. Tampoco es fácil explicar esa hartura. Porque sucede que nunca supe exactamente qué quise. Nunca. Y estar harto de uno es un estado muy habitual en mi.

Aquí he decidido no hacer otra cosa que pasar descansando y apartado la  vida que me resta. No podía hacerle mayor favor a este ser humano que dejarlo conversar en completa ociosidad consigo mismo.Y andar. Y escribir. Y leer. Y escuchar música. Y cantar. Y hacer reír a María José.  Y a  ver qué pasa. 

Todo con mis pinchazos de nostalgia, que se me agarra allá dentro, como esa telilla de esputo que se forma en la garganta y no hay forma de toser. Dicen que esa nostalgia  les sucede a los que han sido toreros, o curas. Yo no he sido torero, ni cura, pero sí del opus dei, de los de verdad, de los que dieron su vida en serio y a por todas . Y también  profesor de primaria, de niños. Y eso, no sé, deja huella de por vida.

En realidad, no he he hecho nada bien. Nada. 

Una vez un señor que se llama Ignacio F. me dijo " tú estás sobrevalorado". Ese hombre era muy principal. Lo miré al decirme esa sentencia y vi que sí, que lo decía sin ánimo de herir. Pensé " tiene razón". No me molestó. Porque era verdad. Una de esas verdades que hay que comerse.

Hoy soy consciente de la edad que tengo, de que el tiempo ha pasado, de que no pinto nada en la gente del ayer, que algunos me han engañado- gente que me debe dinero por culpa de mi buena fe- , de que la forma de trabajar que yo tenía - en realidad no he sido más que un comercial de mi mismo -  ya no se estila, de que todo ha cambiado, y  eso me consuela y me templa la melancolía. . 

Trabajé muchos años de comercial y ya está bien. Digamos que la melancolía o la nostalgia quedan compensadas por la lucidez.

No quiero luchar por nada que me pertenezca. Ni siquiera el dinero.¿ Para qué?.  Pelear por esas cosas te hace perder un tiempo que necesito para seguir viviendo. "¿Me has engañado?, ¡ felicidades! Y a por otra cosa,mariposa.

Con personas miserables tienes que bajar al nivel de los miserables  y ahí son imbatibles. Recuerdo que acababa de dejar la obra y era subdirector de un colegio. No me parecía bien dejar una institución y continuar en un colegio de directivo, un colegio de la institución. Así que fui a hablar con el director del colegio . Le propuse no ir más al colegio, para no escandalizar. Le pareció bien.

Un mes más tarde ese hombre, Julio H. , me llama y me dice que  no ir al colegio sin justificación  era falta grave y perdía mi derecho a paro. Estaba despedido.

- Pero si quedamos en eso.

- Ya, pero, no has venido a trabajar.

Y no hice nada. Me la jugué y salió bien.

Hace poco ha vuelto a suceder algo parecido. " Tú eres gilipollas", pensarás, querido lector.

Pues sí. Debe de ser eso.

¿Y qué hago?. Andar.  No tengo horarios fijos ni jefes. Mi jefe soy yo, lo que me hace ser mucho más exigente que si fuera otro. Echo una mano en Casa Sueiro , todos los días, incluso en festivos. Y cuando llevo un tiempo que se me cae el mundo me voy unos días por allí, a terminar la GR 99, que está pendiente de terminar, o me escapo a Portugal.  Y con eso calmo los diablos. Vuelvo y sigo otra vez. 

Y además  tengo sesenta y dos  años, cada vez van muriendo más amigos… ¡ qué mal llevo la muerte! Y vienen conmigo. Estoy seguro de que a muerte me pillará con los nombres de mis amig@s muertos en mis labios. ¡ Seguro!

Desde aquí veo que nos vamos a la mierda todos. La que viene es gordísima. La sociedad ha ido generando políticos, banqueros, economistas, hipotecas, vacaciones, chiringuitos… todo a su medida. Y ha llegado el bicho y resulta que todo se tambalea. Y esta España que tenemos ahora no es más que la consecuencia, el reflejo del espejo de la España que hemos querido tener. Somos lo que queremos ser. Cada uno tiene el mundo que se merece, que se cuestionen a sí mismos. Hemos hecho un país analfabeto, un país inculto, un país insolidario, un país maleducado…Nuestros políticos los hemos elegido nosotros. Esa mierda de Sánchez, de Iglesias, de  nacionalistas, de peperos,  lo hemos hecho nosotros. 

Lo que pasa es que algunos tenemos un refugio, una trinchera donde cerrarnos, y otros no la tienen. Yo lo tengo muy claro: a mí la España actual no me gusta. Entonces intento atrincherarme y sueño con mis cosas, tengo mi mundo, y los uso como analgésicos. 

Pero somos consecuencia de nosotros mismos.

Muchos domingos voy andando hasta un lugar mágico, el petroglifo de Ran. Es una piedra enorme que está en un bosque. Allí hace cuatro mil años  unos hombres escribían y pintaban sobre ella, y después iban a cazar. Era su templo. Y yo voy con la devoción de esos hombres, o como el que hace un vjaje para ver un cuadro de  Rembrandt, o de Van Gogh, o a un santuario , no sé, a cualquier lugar que rezume eso que llamamos trascendencia, espiritualidad.

Uno, que  ya perdió la inocencia, cuando estoy  allí regreso buscando parecido. Ya dejé de creer en ese Suso  de corazón puro, noble y tal, que se sacrifica por la causa… está muy bien, pero no me lo creo. Ahora, debajo de esa piedra no tengo fe  porque la vida me ha despojado de ella. Sin embargo, pienso que esa gente, que con toda seguridad estaban más jodido que yo,  descubrían un motivo para vivir.

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