Antoni Coll, periodista de Tarrragona, ha publicado el libro "Joaquín Romero. La victoria de la alegría". ( Ediciones Experiencia)
La primera parte es una biografía de Joaquín , y una segunda parte de numerosos testimonios de personas que le conocimos.
Joaquín vvivió hasta los 50 años. Cuando tenía 22 le diagnosticaron una esclerosis múltiple, una grave enfermedad degenerativa que lo ató a una silla media vida, que limitó su movilidad ly sus capacidades hasta que al final apenas podía mover los ojos.
En química un catalizador es un componente imprescindible para desencadenar una reacción, y sin él no se consigue.
Joaquín fue el particular catalizador de muchos de nosotros Sin él nuestra vida hubiese sido muy distinta. No han hecho nada , aparentemente, pero allí están: salvándonos del naufragio.
Es increíble. Muchas veces me decía " ¿ por qué Dios me trató así?. Cuando me diagnosticaron la Esclerosis no entendí nada. Pero, ya ves, aquí estamos. Cuéntame lo que te preocupa y yo me encargo".
¡ Joder si se encargaba!
Pasé dos años con él. Todos los lunes iba a su lado - acudía como el que va va a llenar de gasolina el coche a llenar el depósito .
¡ Qué tío! : sin moverse ha consolado al triste, enseñado al que no sabe, corregido al que yerra y redimido al cautivo. Porque las víctimas de verdad, las que merecíamos la mayor de las desgracias , éramos nosotros : cautivos de nuestro orgullo , equivocados, ignorantes y, sobre todo, tristes, desengañados, y, a veces, desesperados y cínicos.
Lloré mucho con él. También reímos.
Cuando le conocí no pertenecía a nada ni a nadie. Me encontraba muy solo. Convertido en un amasijo de complejos, temores y una conciencia atormentada. Harto de ser un Suso que despreciaba. Extraviado moralmente porque mis criterios sobre lo bueno y lo malo no me llevaban a ninguna parte.
Os animo a leer su biografía.
De alguien que tenía la capacidad de hacerte sentir como ahora me siento yo se hace una fiesta. Así que decidle esto a quien pregunte por él : fue la leche, un tipo que entendió la libertad sin moverse de la cama, y el amor sin caricias ni besos, la alegría desde el dolor del que le pasan varias apisonadoras al día, a la Virgen como un pajarico que se le posaba en el corazón, que conocía China sin tomar un avión.
Gracias, Joaquín, tú te encargas.
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