lunes, 11 de mayo de 2020

EN ESO CREO.

Leí un libro que trataba de las cosas que nunca existieron. 

Son esos objetos, personajes y lugares que han dado vida a las fantasías de los hombres. Hadas, gnomos y duendes vivían en los setos floridos; una granja destartalada podía ser la morada de una bruja. Ojos acechantes en los agujeros de los árboles huecos. Los bosques, selvas, montañas, desiertos y praderas también tienen poblaciones misteriosas, que suelen vivir en una dimensión diferente de la nuestra y que en casos especiales podían llegar a visitarnos. 

Así , Avalón, Camelot,  El Centro de la Tierra,  El Dorado, son algunos de los nombres de esos lugares de la irrealidad. Lugares donde cualquier cosa podía suceder, no todas necesariamente agradables, porque una tierra maravillosa no es más que un lugar lleno de sorpresas.

Pero para mucha gente hay cosas que al no ver, no existen. Así, por ejemplo, los ángeles. o las almas de los muertos.

También con esos seres espirituales cualquier cosa puede suceder. Y me refiero a cosas buenas. La fe cristiana afirma que todos tenemos un ángel, y recomienda tratarlo y tenerlo como amigo. 

De nuestros difuntos asegura que son gente que nos quiere bien. Y sí, recomienda acudir a su intercesión. ¿ Escuchan nuestras peticiones?, ¿ nos oyen?: parece que sí.

Yo tengo unas cuantas experiencias al respecto. 

Un día de excursión al Penedo , una peña grande en medio de un río , cerca de Cuntis, un lugar muy especial para mi, le  dije a Manuela ( soy viudo, Manuela era mi mujer)  " hace mucho que no sé de ti. ¡ Cómo me gustaría me dieras una señal de cómo estás!"

Pasó el día y olvidé la petición. La verdad es que tampoco pensaba que fuese a ser oída.

Regresando, me crucé con una señora mayor. Charlamos mientras recorríamos el mismo camino. Me contó la vida de su madre, sus hijos...al llegar al cruce donde nos íbamos a separar me presenté " Suso"....

-  Manuela - contestó.

Bien, puede ser una casualidad. Para mi no lo fue.

Podría contar unas cuantas más.

Pienso que, de vez en cuando, y si sabemos encontrar ese cauce, del otro lado de la vida les gusta abrir el velo, correr la cortina,  y asomarse a ver qué pasa con nosotros. 

En eso creo.




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