miércoles, 20 de mayo de 2020

SOÑAR QUE ME HE MUERTO.

Ando por  los arrabales de la ciudad dormida. Aún es de noche.

Y  hablo contigo, aunque  a veces me asalta la duda de ser un loco que habla consigo mismo.

Y mira que después de todo esto , seguirá alumbrando  Sirius sobre la línea del horizonte, en ese leve instante en que se despide la noche y se anuncia un nuevo día.

Que bajo un cielo azul oscuro esa cosita  de luna paseará  indiferente su sombra  sobre mi tumba , y acariciará  la seda de las rosas.

Y mira  que, alegre , sensual, cantarina , en  la fría lápida sin flores danzará la vida.

Y que habrá estrenos de amaneceres como éste empapados por la luz que da sueños felices a los niños.

Y noches llenas de sonidos de columpios que mece el viento que ponen letra a mi vieja serenata, cuando era niño y  cantaba Dios  besando  mi frente.

Y mira que me gustaría llevarme unas miradas ,  algunos silencios, yo qué sé lo que me llevaría al cielo en mis despojos :  y que me tengo  que ir yo solo hacia el abismo, y que esta luna brillará lo mismo....

Los actos de mi vida nacen con el alba y mueren a la noche. Lo siento todo tan perecedero. Las flores que hubo, como las de la verdad, están destinadas a nacer con el alba y a morir con la noche. ¡Tanto sucede en término de un día!

¿ Qué he hecho hasta hoy? No busquéis nada, no  toquéis esas plantas  ya más; son ya sólo recuerdo, aroma, fuente cegada, callada música, nada, nada, nada. Y mañana, Dios dirá. Se compra uno un alma nueva, o se roba, o se alquila o se inventa, o se la pide uno prestada a un amigo. 

Hay noches que sueño que me he muerto. No podéis imaginar el disgusto que me llevo al despertar y darme cuenta de que estaba vivo.

!Dios mio!, !, ¡con lo hermosa que es esta vida y que termine así!




No hay comentarios:

Publicar un comentario