Una vez, hace años, un señor me comentó de un cliente:
- Creo que está separado. ¿Te has fijado lo arrugada que tiene la camisa?.
- ¿Qué tiene que ver que lleva arrugada la camisa con estar separado?- le dije. Más que nada porque muchas de mis camisas estaban arrugadas después de ir sentado horas y horas en el coche.
- ¡ Hombre!...una mujer no deja ir a su marido, y más éste, que es tan importante, de cualquier modo!
Conocía mucho y bien al sujeto y no estaba separado ( sigue sin estarlo), y a ella le importa nada como lleve las camisas.
Tiempo después coincidí de nuevo con ese hombre en Granada. Estaba con su esposa, una pedorra muy principal. Llegué con la camisa más que arrugada después de seis horas de viaje. Parecía un folio sacado del bolsillo. Y, para mi asombro ( aunque allí entendí muchas cosas) ella me hizo la observación:
- ¡Con esa camisa no puedes ir a una entrevista!
Y saca del bolso una pequeña plancha , me hace ir al lavabo de la habitación del hotel, y me devuelve la camisa guapa y perfumada.
Y entendí que aquel hombre era un calzonazos, un badana. Mucho juzgar a los demás y él era un sumiso. ¡Valiente pájaro!....la mujer, que era, es muy paleta, tenía y disponía de ese hombre como un niño, era un reflejo de ella.
Aunque después el tipo se las traía. Era de esos cabroncetes expertos en aparentar santidad. Tenía un hijo fuera del matrimonio, un clásico de cierta burguesía. Un día llamó a la puerta de su casa la engañada con el niño en brazos y la frase " ¿ está el señor?".
Parece que su mujer le perdonó. La de la plancha. El que me lo contó añadió " eso tiene mucho mérito".
Yo creo que no tiene ningún mérito. Habría que ver esa mujer ante un hombre infiel del montón, que fuera, por ejemplo, pinche de cocina. ¿Soportaría esa humillación?. Bien se cobraba su perdón la señora fundiendo la Visa en el Corte Inglés.
Y lo más grotesco es que ese desdichado piensa que es objeto de ese amor y se cree escogido, especialmente preferido y querido por sí mismos
¡Ja!
Algunos significados empresarios, auténticos hijos de la gran puta, han sido unos magníficos padres y amantísimos maridos. Podían manejar sin el menor remordimiento la picadora de carne humana durante el día y emocionarse hasta la lágrima por la noche contemplando los esfuerzos gastrointestinales de su bebé sentado sobre un orinal. Se trataba de personajes temibles, capaces de aplastar con la mirada a sus subordinados y de fulminar a sus adversarios con una ferocidad inaudita.
En su casa, en cambio, se comportaban como mansos corderitos, dispuestos a complacer hasta extremos caricaturescos los caprichos y exigencias de su familia genética. Dicho en lenguaje coloquial, estos formidables depredadores se transformaban en inofensivos calzonazos cuando atravesaban el dintel de su domicilio.
Y, eso sí, con la camisa bien planchadita.
Alguna pista del protagonista de la anéldota... Barrunto quien puede ser, pero no estoy segura.
ResponderEliminarPuede ser ficción... un arquetipo.
ResponderEliminarCuando a mi mujer le pido que me planche una camisa, sabe que lo de menos es la camisa ...y me la plancha ... a ella le encanta que planchemos juntos (y revueltos)
ResponderEliminarSuso ...ya mne dirás que tal la gestión aquella.
Perfecto... solucionado... gracias
ResponderEliminarEs que sus hijos son parte de él o de ella y como tales son, los demás no son, están para utilizar.
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