jueves, 10 de marzo de 2022

PASAJE A LA INCONSCIENCA

En el Gimnasio hay gente que tiene cara de de Roomba, de robot aspirador que va topándose con su rutina, con las paredes de su  vida, arrastrando cosas viejas de su pasado ,  de tanto dar vueltas de un lado para otro por el alma cansada de sus cosas.


El gimnasio es una rutina más, aunque aquí ponen el aspirador en pause. ¿Qué nos une a los que estamos aquí? . Unos la salud, otros esa cosa del bienestar. ¿Y yo?...A lo mejor soy el más Roomba de todos, y voy de aquí para allá , negándome a ser viejo, que es lo que soy. ¡Qué grande es mi vanidad!


Andando por la cinta , porque uno anda, miro por uno de los espejos donde se reflejan otras salas a una chica. Es como la canción " me asomo a la ventana y es la chica de ayer"... de antes de ayer, y del otro. Es que no cambio. 


Descubro que no todos están marchitos como yo, que por ahí fuera existen picapedreros del júbilo, pandemiers  entusiastas . Todos esos que creen que esta crisis servirá para algo. Que hay oportunidad entre la miseria. Margaritas  en el lodo. Una sanación ecológica, una nueva ética global, un consumo más responsable.  Cosas así. Lucecitas en un bosque siniestro, en una negrísima frondosidad como de cuento. 


Con la jubilación uno  sólo quiere volver a lo que tenía: una preciosa ingenuidad. Una nada llena de vida. Una inconsciencia de vida, que es como he llegado aquí ( tú también) con mis tragedias insignificantes, con mis amores, mi nostalgia, mis diminutos crujidos. Una inconsciencia  maravillosa. 


En el gimnasio  he conocido un hombre muy triste. Tiene una mirada triste, andares tristes, se machaca para sobrevivir a su soledad deslucida, como un viejo estadio, con gradas de cemento, calvas en el césped, marcadores de latón oxidados.  Me dice que ha tenido que venir de Madrid a casa de su madre. Está en el paro, sin esperanza. Tiene cincuenta y tres años.


-  No desesperes- le digo.


- No lo hago. Compro todos los días la bonoloto, el mismo número.


Joder, pienso, no me refería a ese tipo de esperanza. 


A veces  cuando escribo, siento que no pinto nada. Que ya tenéis bastante  con las noticias, con los chistes de Whatsapp, con los mensajes cursis de tus familias. En este columpio entre la tristeza y la sonrisa del Coyote, entre la esperanza de la bonoloto y la incredulidad. ¿Te acuerdas de cómo era la vida? Eran tiempos del ahora, uno era un cohete fugaz, cabalgando en la inconsciencia  agarrado con fiereza a su crin.


Y ahora, qué soy, un abuelete mirando el culo prieto de un chándal que pasa mientras resoplo en una serie de pesas.







2 comentarios:

  1. Hola,
    No sé cuál será tu propósito yendo al gimnasio. No creo q t lo plantees como el ungüento de la eterna juventud. Supongo que hay q tener una rutina, socializar. Y el gim es una forma. El bar es otra.
    Y mirar la talla del chándal que se aleja... Eso forma parte del instinto animal que queda en el humano. No hay que avergonzarse. Salvo que sea necesario limpiarse la mandíbula con pañuelo...
    El gimnasio es una magnífica idea.
    Abrazo

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  2. No, en mi caso no se trata de socializar. Es mantenimiento. Mover músculos que no sabía que existían.

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