viernes, 23 de diciembre de 2022

UN SITIO CÁLIDO Y BLINDADO.

En la leyenda del Grial, Parsifal, el caballero, entra con su caballo en la parte más oscura del bosque y suelta las riendas.


Hay otras mitologías que tratan de lo mismo:, se habla del carruaje tirado por caballos que, si lo conduce solamente el intelecto, va a parar a una zanja, mientras que cuando en su conducción participa el lado intuitivo, la parte de nosotros que, en un nivel profundo, conoce el camino adecuado, la dirección de nuestra vida se aclara.


Estoy convencido que dentro de cada uno de nosotros se encuentra el conocimiento de nuestro camino. Es algo intuitivo. Es el sentido de nuestra vocación que sólo alcanzamos a conocer desde nuestro interior.


Si alguien te dice “tú tienes ésta vocación” te está mintiendo. Porque toda vocación, artística, profesional...¡la que sea!, es personal. Es un camino interior.


Lo que sí es verdad es que tú tienes vocación. ¿La has encontrado?


Y sin embargo, es muy frecuente que, en lugar de vivir nuestra propia vida, sigamos el camino que otra persona ha escogido para nosotros. Pero podemos prestar atención a la senda por donde nos gustaría ir, podemos seguir montados en el caballo, pero aflojando las riendas.


La dirección más importante que podemos tomar no es hacia el este o el oeste, hacia el norte o el sur; es hacia el interior de nosotros mismos.


Hay quien divide a las personas en buenas o malas no ha entendido nada.


Esta noche celebramos el nacimiento de Jesús. Aquel día muchos  vivían en el lado oscuro de la Tierra: el del dinero , la política , el poder. En Roma, que es donde pensaban entonces que estaba el corazón del mundo.


Sin embargo, donde había que estar era en un lugar muy pequeño y muy lejos de los grandes de la tierra.


Me gusta la Navidad, porque las de mi infancia fueron muy felices y eso marca. No soy capaz de recordar aquellos años sin una sonrisa y la sensación de ser enormemente afortunado por haberlo vivido así.


No recuerdo regalos, que los tenía, sino sensaciones; las risas interminables , canciones  ,el frío de la calle y el calor al entrar en casa, el reencuentro, la mesa llena de detalles.


Y una fe muy grande. El convencimiento de  que Jesús iba a nacer también en esa casa, y se le esperaba.


Y todo eso se ha hecho un sitio cálido y blindado en el alma que hace que la Navidad, aunque ha cambiado mucho, sea un momento especial para mí.




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