Ayer me enviaron un vídeo de un parto velado.
Un parto velado es aquel en el cual el bebé nace con la bolsa amniótica íntegra, sin que llegue a romperse, protegido por lo tanto por las membranas y por el líquido amniótico. También se llama parto enmantillado, con toquilla, o con el manto de la virgen. La escena era conmovedora.
Impresionante. Maravillosa.
Yo no tengo hijos, a pesar de que hay quien afirma lo contrario. Y no disfruto viendo bebés recién nacidos. No entiendo que le saquen parecidos a fetos que , la verdad, me parecen , eso , fetos.
Pero ayer rompí a llorar. Y fue porque estoy en una edad muy mala. En ese parto vi a mi madre conmigo. Y pensaba en la alegría de aquel día. Porque mi madre había perdido un año antes un hijo - mi hermano Juan Carlos nació un 28 de diciembre del 56, y falleció días después por problemas en el corazón. Y yo nací el 25 de diciembre, un año después.
El miedo y la angustia que debió pasar la pobre mujer pensando que yo naciese con el mismo problema que mi hermano. Y la alegría. Lloraba también pensando en lo que leí hace unos meses. Cualquier bebé antes de nacer , si le preguntasen si quiere salir allá fuera y nacer , diría que no, que allí dentro se está muy bien, tan seguro y calentito, tan agustito.
Comparaba el autor ese nacimiento con el "morimiento" final. Es lo mismo: nacemos con la incertidumbre de dónde vamos, qué nos espera, qué encontraremos allá, y la sorpresa es mayúscula: allá afuera está la vida que, con todas sus inquietudes y desasosiegos, es fantástica. Como dice un amigo " el mundo me parece una mierda, pero la vida es maravillosa".
Nacemos para morir, que es otro nacimiento. En aquel libro se insistía en la idea de que en el "morimiento" también existe la misma incertidumbre, sin embargo, la vida sigue, en otro estadio. Y , como de bebés, si nos preguntasen si queremos morir , diríamos que no: ¡ se está tan bien aquí! O no...¡pero qué miedo!
Lloré porque me veía en ese niño. él estaba naciendo, y yo me estoy muriendo. La fibrosis pulmonar viene conmigo y no hace más que recordarme mi condición mortal. Es frecuente que me encuentre fatigado subiendo una cuesta, unas escaleras o, simplemente, remontando una calle. Estos días, que hemos viajado bastante, había paseos que había que ascender a una pequeña loma y, aunque me empeño en seguir y no parar a respirar y tomar aire, voy jodido. No me preocupa. Sé que es así.
Y, sobre todo de noche, pienso bastante en el "morimiento". Tranquilos todos, no es una obsesión, ni me preocupa. Pero al ver a ese bebé me llegó muy dentro esa parte de mi que , como si fuese mi propio cordón umbilical, aún está conectada al final de mi final.
Hay una canción que cada vez que la escucho me trae recuerdos maravillosos de otros amores, de otras personas, y pienso " ahora me toca a mi".
Sé que aún me queda una oportunidad.
Sé que aún no es tarde para recapacitar
Sé que nuestro amor es verdadero
Con los años que me quedan por vivir
Demostraré cuánto te quiero
Con los años que me quedan
Yo viviré por darte amor
Borrando cada dolor
Con besos llenos de pasión
Como te amé por vez primera
Con los años que me quedan
Te haré olvidar cualquier error
No quise herirte, mi amor
Sabes que eres mi adoración
Y lo serás mi vida entera
No puedo imaginar vivir sin ti
No quiero recordar cómo te perdí
Quizás fue inmadurez de mi parte
No te supe querer
Te aseguro que los años que me quedan
Los voy a dedicar a ti, (para ti)
Hacerte tan feliz
Que te enamores más de mí
Yo te amaré hasta que muera
Como comprobar que no soy quien fui
El tiempo te dirá, si tienes fe en mí
Que como yo te amé, más nadie
Te podrá amar jamás
Dime que no es el final
Sé que aún me queda una oportunidad
Sé que aún no es tarde para recapacitar
Sé que nuestro amor es verdadero
Y con los años que me quedan por vivir
Demostraré cuánto te quiero
El estado de buena esperanza es la forma más radical de la espera y la forma más radical de hospitalidad.
ResponderEliminarCuántas cosas pasarán por la cabeza de la madre.
Conozco a una señora que tiene unos quince hijos (más o menos) y siempre le quise preguntar si cada embarazo había sido único -como dice Levinás: "cada hijo es un hijo único"-, o si iban en serie como en una cadena de montaje de la SEAT. Que nadie se sienta ofendido por la última frase, son cosas que se me ocurren en la imaginación.
Pienso que no se nace del todo hasta que se muere.
EliminarYo también lo pienso así.
EliminarEl final es ver el rostro de Dios. Cuántas veces hemos repetido la jaculatoria "vultum tuum Domine requiram". Y la seguimos repitiendo.
Creo que la persona es, fundamentalmente, eso: naturaleza. Es caer en la trampa pensar que somos hijos de la historia. Me ha gustado la entrada. Hay que vivir en un estado de confianza.
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