De bien pequeño he mentido muchísimo, y desarrollé una malicia especial para improvisar sobre la marcha bolas, embustes, excusas, argumentos de lo más peculiares y extraños para salir airoso.
La verdad es que todo venía dado porque adquirí vicios inconfesables. Sobre todo el de fumar. Le di al pitillo desde los ocho años. Los comrpaba sueltos en lo que entonces se llamaban " los ciegos": por una peseta te daban tres Celtas sin filtro. y, claro, ese dinero lo sisaba de las vueltas de la compra.
- ¿ Y el cambio?- decía mi madre.
- Es que me encontré un pobre y le di una peseta.
Mi madre debía pensar " este tío se cree que soy gilipollas". Y lo cierto es que ,a pesar de los intentos de mis padres porque dijese la verdad , no hubo manera.
Y, lo que es peor, siempre me pillaban. Yo era muy corto en eso de contar bolas. Lo del cojo y el mentiroso , en mi caso, era de libro.
Toda mi infancia y mi adolescencia fue un cadena de fingimientos, engaños, embustes, falsedades...y me costó mucho - tanto que la decisión de no mentir más , jamás, nunca, la tomé al dejar la obra. Porque todo comenzó con mentiras. Es verdad que al final de muchas mentiras explotaba y reventaba la gusanera que llevaba dentro, pero la decisión se refería al principio. Nunca mientas.
Tengo la teoría de que los hombres mentimos por gilipolleces que no van a ninguna parte. Mi madre me preguntaba:
- ¿ Te has lavado los dientes?
- ¡ Claro!
- ¿ Con qué te has lavado, con un diente de ajo por si viene Drácula?
- Joé, mamá....
- A ver, échame el aliento.
También es verdad que muchas de mis mentiras tenían que ver con mi pachorra.
- ¿ Has bajado la basura al contenedor?
- No, es que ya ha pasado el camión.
Y, en ese mismo instante, se escucha pasar el camión.
- Suso, recoge el mantel, por favor, pero antes quita las migas.
- OK ,mami.
Y a la hora de la cena caen todas las migas "¡ pitas, pitas, pitas!
Una vez mi madre me pilló , ocultos en una repisa del armario de mi habitación una colección de posavasos de puticliclubs. Era una época que los clubs de alterne de cierto nivel tenían unos posavasos muy chulos. Y un amigo que se llamaba Jesús Puertas y yo - para ver escotes y alguna teta que se escapaba por allí- bajábamos a esos antros pidiendo un posavasos para nuestra colección.
- ¿ Y esto?- me preguntó mi madre mientras me enseñaba un taco enorme de posavasos con nombres muy sospechosos: "el Papagayo", " Blue Man", "Eros", "Sal de frutas", "Copacabana"... .
- ¿ El qué?- iba pensando la excusa -...¡a sí, es que me pidió uno de clase que le guardara esto.
En fin, mi madre una noche que me pilló llegando tarde a casa ( me había escapado) me preguntó si había ido de putas. Y yo tenía quince años.
Las mujeres también mienten, pero es por amor. "No, mi amor, no te estás quedando calvo, es que tú eres de pelo fino, como Mortadelo". O no te llaman " gordo", sino " estás sanote". Y no como los tíos que dicen " vale estás gorda, pero a mi me gusta donde agarrar". Somos más poetas.
Pero , a lo que voy, que de eso trata la entrada de hoy: no hay que mentir nunca. Y nunca es nunca es nunca. No vale la pena. Hacedme caso. Sé lo que escribo.
"No hay que decir mentiras" me parece muy radical. Es la ética kantiana, que dice en sus Prolégomenos: si viene un asesino a tu casa y te pregunta dónde está la víctima y lo sabes porque lo escondes, se lo tienes que decir aunque sepas que lo matará.
ResponderEliminarHay que conjugarlo con lo de "salvajemente sincero" y buscar un punto medio siguiendo la prudencia aristotélica.
Cuando salí de la obra con mi casco y todo decidí ser "salvajemente sincero" con todas las chicas que iba conociendo y no fue una buena idea, te lo aseguro. Hay que bajar el pistón y moderar.
EliminarPara mi vivir ha sido ir de una infancia donde casi todo era verdad hasta una madurez donde casi todo es mentira.
¡Buena!
EliminarAntonio Valero explicaba que la madurez consiste en eso: darte cuenta de que detrás de las bambalinas todo es mentira. Y a pesar de ello no perder el optimismo ni las ganas de luchar y salir adelante.
EliminarCon la mentira se llega muy lejos, pero es muy difícil regresar.
ResponderEliminarA mí las mentiras me ayudaron a aclararme. Un buen día me llamaron y me dijeron que tenía dos pecados mortales, uno haberme ido y el otro haberme echado novio sin tener la dispensa. Pensé: ¡Eureka! Seguro que uno de los dos es mentira, luego mentirosas
ResponderEliminarPétalos de rosa
A mi me dijeron algo parecido , pero les dije " pero, bueno, después de todo lo que os he contado de dobles vidas y rollos de la canne, ¿ me venís ahora con esto?
EliminarLo legal para algunas cosas y para otras no es que tuvieran manga ancha....¡ Un poncho!
El Opus es mentira desde el día 2 de octubre de 1928 y si me apuras... incluso desde antes.
EliminarSi una cosa es pecado mortal no lo decide el Betis. No son nadie para juzgar.
ResponderEliminarEs que si no yo les hago una lista de pecados mortales, obligando a hacer a los fieles de la Prelatura cosas que no están contempladas en los Estatutos, reinventados en el Catecismo sin la aprobación de la Iglesia Católica.
Cuando quieres que el miedo sea el motor no vas a ningún sitio. Aunque Maquiavelo decía que era mejor para el político ser temido que amado. Es el nivel: maquiavélico.
Me apunto la frase del anónimo de las 12:25. Me la quedo y se la reenvío a unos cuantos contactos incluido nuestro insigne presidente al que cada vez se le va haciendo mas improbable ese regreso. Qué importante es acertar con la socia!
ResponderEliminar¡Pero qué importante!
EliminarY me da que queda mucha tela que cortar todavía.
Acerca del siempre controvertido tema del sexo y en concreto referente a la doctrina interna del Betis, recomendaría una aportación en OL que narra de una forma sencilla y certera la experiencia de un hombre, de apodo Discovery, su matrimonio con una supernumeraria. Lleva por título ”Y el Opus Dei entró en mis sábanas”.
ResponderEliminarMuy interesante. Para mi el problema está en que la señora llega a la opus con años en su matrimonio- un matrimonio estable, fiel, sin aristas- y alguien la lía bien liada, ante la perplejidad de un hombre que no entiende nada, salvo que el barco se va a las piedras.
EliminarBalzac en toda su puridad.
EliminarEso pasa en todas las sectas
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