EL TIEMPO QUE PIERDES. EL TIEMPO QUE NO RECUPERAS.

Debo mi vocación última y primera  , y no soy el único, a mis padres - que apostaron su vida y su futuro y se pusieron el mundo por montera por amor- , también al cine, a esos tebeos y novelas primeras que propiciaron abrir la imaginación con lecturas maravillosas que realmente te atan la cabeza y anudan el corazón. Probablemente no me hubiera dedicado a ser lo que fui y lo que soy. ¿Y qué me aportó? Pues lo mejor de la vida. Me aportó el conocimiento de que soy  mortal y  débil. 

Y sin embargo podemos hacer un montón de cosas. Es probable que no podamos hacer todo lo que deseamos en la vida, pero sin duda podemos hacer mucho más de lo que imaginamos. Y aquel niño de seis años ha llegado a tocar, a abrazar, a sentir, a amar - incluso equivocándose - muchos de sus sueños.

Hoy sé que hay mucha historia personal que tiene que ver con la naturaleza, y todas saludables. No hay nada más saludable que caminar por un bosque, saltar un arroyo, sentirte un niño. Jugar. Jugar como cuando era pequeño. 

Además, está demostrado, porque se ha demostrado científicamente, tú puedes ir a un gimnasio y correr, por ejemplo, o caminar cinco kilómetros. Pero si lo haces en un entorno natural, por la montaña o en un bosque, eso es mucho más saludable. Es saludable para el cuerpo y es saludable para nuestra cabeza, para el espíritu. Y además es  más divertido. 

Todo lo inútil en realidad es lo que nos hace diferentes como humanos, como especie. Nos diferenciamos apenas un 2% del código del chimpancé, pero sin embargo somos capaces de sentarnos en un lugar, en la cumbre de una montaña y observar el horizonte. Yo he visto a mi padre  llorar viendo un atardecer. Y cuando alguien viene a casa lo llevo a la cima del monte Xiabre a contemplar el último guiño de luz del día sobre Vilagarcía de Arousa. Y allí, sentados, observar en silencio. Y no fallo. Las montañas, en realidad, son el último lugar sin habitar del planeta, ajeno a la domesticación del ser humano. Y por tanto, el planeta de antes y de después del hombre. Y por eso nos atrae. 

También es un mundo duro, cruel, donde se siente frío, donde te sientes vulnerable y pequeño . Hay veces que perdemos la propia concepción de lo que somos porque tenemos herramientas, porque tenemos coches que nos transportan, teléfonos que nos comunican estés donde estés… Pero cuando estás al pie de una montaña, abajo, como puede ser Monte Perdido,  eres lo que eres realmente. Eres un ser diminuto, pequeño, vulnerable, que necesitas todo lo que tienes dentro si quieres subir a esa montaña.

La montaña , allí arriba lo que te ves eres tú. Y no podemos aspirar a nada más grande que cierto conocimiento sobre uno mismo, cierto conocimiento sobre la experiencia, cierto conocimiento sobre la gente que te rodea. 

Subiendo picos del Pirineo  he visto cosas de mí y cosas de mis amigos que de otra forma no podría  ni siquiera intuir. 

Pero eso sucede con cualquier deporte, no sólo la montaña. Y  creo que en cuanto a  valores sí que tiene que ver con el deporte , cada uno el suyo. Tiene que ver con la solidaridad de un grupo, con el trabajo en equipo, con confiar en la gente con la que vas compartiendo  ¿No? Tiene que ver con los cariños, con los afectos que eres capaz de tejer.

Tiene que ver con algo que es, probablemente, lo más importante que nos pasa en la vida, que es la forma como gastamos el tiempo. O de cómo malgastamos el tiempo. El dinero lo podemos acumular, lo podemos gastar o malgastar, y lo puedes volver a acumular otra vez. Nada de eso es importante. El tiempo que pierdes no se recupera jamás.

Eso es lo que me enseñó la montaña, andar, correr los caminos.

La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante.