Una tarde , regresando de una excursión a la cima del Posets , destrocé un coche que me había prestado un padre del club Bauprés. Iba con cinco chavales más. El coche era de tres filas de asientos. Fue un accidente fatal, siniestro total, contra el alcalde de una pedanía que se llama Morillo. No hubo que lamentar heridos. Todo quedó en un susto. La guardia civil comentó que aquello fue un milagro. El que estuvo allí lo sabe.
El morro de mi coche se arrugó como la narizota de un perrazo descontento. Al auto del representante municipal lo envié donde el viento da la vuelta. Llegó la policía. Mientras, llamé por teléfono al dueño del coche , que estaba en una urbanización cercana, los Tozales. Su hijo venía conmigo. Todos estábamos bien. Yo no había dejado de temblar. Di negativo en el control de alcoholemia. Firmé papeles. Los agentes me despidieron con cierta ternura. Nos abrazamos el alcalde y yo festejando que estábamos vivos después de todo.
Tendría unos treinta años.
Una grúa arrastró el coche hasta no sé dónde. Y mientras se alejaba dejando un llanto de líquido azul , un rastro de piezas plateadas, vi la cara de su propietario. Tal vez pensaba en los viajes que se habían hecho en él, y que ahora era retirado de la vida como un toro muerto en la plaza.
Ese hombre miraba y se despedía de las historias de viajes donde fue muy feliz, donde se cantaba, donde se rezaba, y donde lloró alguna vez. Ese coche era él y su mujer, y sus hijos, y recuerdos de tiempos felices.
Por esa razón, y la mirada de aquel hombre siguiendo el arrastre de su coche, pensé que lo que había destrozado no era un coche, sino la memoria de una familia.
Un mes antes había dado de baja el seguro a todo riesgo.
Pasó un tiempo, unos meses. Me llamó el dueño del coche.
- Me he comprado un coche nuevo. Imagino que , después de lo que te pasó, no querrás pedirme nunca más un coche para ir con los críos de excursión. Te llamó para pedirte que , por favor, la próxima vez que organices un plan con chavales del club me pidas el auto.
- Es que...
- Sé que hay personas que después de un accidente así han tardado mucho en volver a conducir. De verdad, me gustaría me pidieses el coche cuando lo necesites.
Ese hombre se llama Alfonso. Ayer su hijo me escribió un watsap : " ¡buenos días, Suso . Espero que todo bien. El miércoles falleció mi padre tras una larga enfermedad. En paz y rodeado de todos. Siempre te tuvo mucho cariño. Para que te acuerdes estos días de él. ¡¡¡Abrazo muy fuerte!!!".
Alfonso era un hombre bueno, enamorado de su mujer - ¡ una señora!- , un padrazo, un corazón de quilates, un alma generosísima, un profesional cabal, un señor de una fe sin fisuras.
Mi homenaje. Mi corazón te lleva. Una oración por él.
Esta foto es de cuando Alfonso celebró su 45 aniversario de boda. Toda la familia juntica a los pies de María Santísima en el santuario de Torreciudad, donde estaba su corazón. Leí que se necesitan 130 flores diferentes para elaborar el elixir de los cartujos. Alfonso dejó el elixir destilado y elaborado por su maravillosa mujer, sus hijos , sus nietos, el licor de pétalos de aromas finos que se pueden oler y paladear.
Me ha hecho llorar usted. Un hombre ejemplar.
ResponderEliminarAnda que no has hecho horas de carretera, Suso.
ResponderEliminarHay que agradecerle a Dios que todo haya sido eso y yo ya le he pedido a tu amigo Alfonso que desde el cielo siempre no proteja en los trayectos
Pétalos de rosa
Gracias, Petalicos. Sí que he hecho kilómetros. Y me estoy acordando mucho de él.
EliminarA la biblioteca de Bauprés nos donó todos los libros de una colección muy buena - ahora no recuerdo su nombre. Cerró Bauprés y me gustaría saber dónde está esa biblioteca , era fantástica
Enviaron la colección a unos de sus colegios, todo queda en casa…
EliminarBueno, al menos no corrió la misma suerte que los bancos de Monterols.
EliminarMe has despertado recuerdos y algunos de ellos también al volante del coche del abnegado supernumerario de turno. Haciendo rallys por aquellas carreteras del Pirineo de de Huesca para poder llegar la última misa del domingo por la tarde en Torreciudad después de haber esquiado todo el día. Y después de misa cagando leches para BCN, llegar al centro a medianoche, saludar al Santísimo y al director del centro con la consiguiente bronca.
ResponderEliminarAl día siguiente, devolver cuanto antes el vehículo a su propietario, bien sucio. Ah! Y sin casi frenos ni gasolina.
Lamentablemente, no es una caricatura.
EliminarHoy podríamos bien ser carne de banquillo.
EliminarProporcionalmente pienso que hubo muy pocos accidentes con muertes, supongo por los ángeles custodios, pues han sido miles las excursiones que se hacían con muy pocos años de carnet y algo a lo loco. Quizás porque yo siempre tenía coche, algunos fueron al desguace por ese intwnsivo uso, me costaba el pedir coches para excursiones. En Hz era tremendo, había casas hasta donde el mayordomo ofrecía las llaves de varios modelos... y el dire siempre elegía el mejor.
EliminarSiempre oí decir que en ciertas circumstancias los ángeles custodios se bajaban de coche.
Eliminar“Mi corazón te lleva”
ResponderEliminarBuenísima entrada!
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