sábado, 30 de noviembre de 2024

Y LOS MANDÉ A TOMAR POL CULO.

Noto la edad y el paso del tiempo en que , con los años, he adquirido rutinas muy acortezadas. 


Todos los días voy al Gimnasio. Después hago una visita al  Santísimo en la iglesia de Caldas. Si está el sacerdote en su despacho, paso a saludar. Y antes de ir al  parking  voy a una tienda de Ultramarinos. La regentan dos seres humanos. Una pareja que llevan allí toda la vida de Dios. Es tercera generación de comerciantes. Son los tenderos de siempre: batas blancas - probablemente heredadas del fundador- llenos de tics , de hábitos, de costumbres, de gestos, de protocolos. Son como  cubanos del régimen defendiendo su puestecito porque siente que tiene su vida resuelta.


No sonríen. No son amables. Tampoco su contrario. En muchas ocasiones les hago una broma, un guiño. Nada.  No sienten ni padecen. Soy cliente habitual. Allí compro el Jack Daniels, la Ginebra, la tónica. Y todos los días- insisto , " todos los días", alguna cerveza, algún embutido. 


Si vierais la tienda entenderíais  mejor la entrada. Todo está dispuesto allí , exactamente, como hace dos generaciones. Si no fuera por ellos el comercio local  no saldría palante. Y desde aquí mi homenaje  a Lidia,  Robinson y Nelson. Porque son amables y respetuosos, y porque se dejan los cojones trabajando. 


Hace tres días , después de pagar con la tarjeta, pedí una bolsa. La señora - que hay que verla- me dijo " son diez céntimos". 


-  Se la pago otro día. No tengo cambio.


- Ah, ningún problema.


Pero la mirada decía otra cosa. Eran los ojos de Urelles. Una mirada cauta, felina, acompañada de una sonrisita que manifestaba - al que la quisiera interpretarla- " o, seguro que me pagarás los diez céntimos, pero seguro. Yo no olvido una cara en mi vida, hijo de la gran puta".


No me gustó esa miseria.


Y al día siguiente regresé. Tengo un bote  en casa donde al llegar  del día deposito monedillas que me sobran. Cogí una moneda de diez céntimos. Fui al colmado, Dejé encima de la mesa los diez céntimos. 


- Lo que debía. Hay que saldar las deudas.


El hombre , perplejo,  no sabía qué decir. Pero ella dijo " es mío". Y , sacando una libretita , tachó el debe que tenía escrito.


Y allí mismo me di la vuelta y los mandé a tomar pol culo. Interiormente, eso sí. Pero a tomar pol culo.




6 comentarios:

  1. Sabías que a esa iglesia de Caldas iba Ralf Vallone? En sus tiempos en España.

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    1. Necesito saber más datos. Gracias.

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    2. En la grabación de El Padrino III iba al balneario de la Toja y cuenta en sus memorias que iba a Caldas porque, según el, era la síntesis de Galicia en pocos kms cuadrados. Será?

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    3. Yo creo que le engañó algún guía de por aquí. A ver, Caldas está bien, pero "síntesis de Galicia en pocos kms cuadrados." me parece un poco demasiado.

      Tal vez El Salnés, puede..¿pero Caldas?

      Como B. ayer: para gustos los colores.

      Gracias por compartir.

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  2. Quien paga descansa, y quién cobra más.
    Que parroquiano más cumplidor y más educado - habrán pensado ellos. Y tú maldiciendo en maño clásico.
    En fin, la hipocresía y la diplomacia en su mejor expresión. Cuídalos que te dan un buen servicio y les echarás de menos si te permites un exabrupto de viejo gruñón . Yo también me vuelvo cada vez más hipócrita y a la vez más impaciente con la pendejez ajena. Te saludo tambien en maño clásico: ¡atomarpolculo!- Zuri scripsit.

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  3. No es un problema de hipocresía, o yo no veo así. Esto es un pueblo pequeño y aquí nos conocemos todos. En concreto, hay una buena amiga del gimnasio que es cuñada de esa tendera. No me gusta ir mandando a tomar pol culo de una manera indiscriminada. Ahora soy más selectivo.

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