Estuve bastantes años de mi vida trabajando de comercial en el sector de la restauración de colectividades: comidas de colegios, residencias de mayores, hospitales, cuarteles del ejercito...incluso estudios de televisión, y lugares singulares , como el mundo del Crucero.
En Valladolid conseguimos la atención del servicio del comedor de un grupo de residencias de mayores que se llamaban "El Encinar del Rey". Eran abuelas y abuelos de morro fino, acostumbrados a pisar moqueta, gente de la Pucela bien, de esa Valladolid con cara preconstitucional y que tenían a su derecha la pared.
Uno de sus residentes era un militar de alta graduación, achulado, con gafas oscuras, y con la barbilla porcima de la frente. Durante unos años, además, fue jefe de seguridad de Blas Piñar , dirigente de Fuerza Nueva. El hombre después de desayunar se sentaba en la terraza de la cafetería de la Residencia y se ponía , literalmente, hasta el culo de whisky. Comía al mediodía, echaba la siesta, y vuelta a la cafetería a enmoñarse de JB. Iba ciego, pero aguantaba el tipo. Apenas notabas que iba achispado.
Era un chulo. En el más literal y peyorativo sentido de la palabra. Un chulo y un canalla. Se le iba la mano con las auxiliares y las camareras.
Yo entonces fumaba, y tenía miedo a encender el cigarrillo con el mechero cerca de ese hombre por miedo a que su aliento alcoholizado hiciese efecto lanzallamas sobre mi rostro.
En ocasiones tertuliaba con él. Un día me contó que el médico le había advertido muy seriamente que si no dejaba el alcohol, pronto tendría un delirium tremens.
- Joder, el tío intenta acojonarme. ¡ A mi! Y me dice que voy a tener temblores , confusión y delirios, alucinaciones- que veré cosas que no existen...¡ se cree que soy un niño para asustarme con esas tonterías!
Por Navidad se instaló un Circo cerca de la Residencia, en una explanada que había en un descampado detrás del Encinar del Rey.
La Residencia tenía una terraza jardín que daba a una calle que era como la arteria del barrio donde se ubicaba. Y allí salían a beber y fumar los residentes. Estaba adjunta a la cafetería.
Serían las siete de la tarde, ya de noche, y a los del Circo - se llamaba Kaos- no se les ocurre mejor idea que organizar una especie de parada, un desfile por el barrio, con objeto de darse a conocer. Y empieza la fanfarria de una banda de música un poco chunga, unos gigantes con zancos , vestidos de colores llamativos, payasos que llevan monos disfrazados de moritos, con su fez y sus pantaloncitos de seda , encadenados a una jaula con dos tigres despeluchados, una troupe de enanos sonriendo y saludando mientras dan saltitos, unos tíos superdelgados con leotardos blancos , otro echando llamaradas de fuego por la boca, una familia china - yo creo que eran de Villanueva del Gallego- con unos perritos que daban saltitos, y algún animal exótico en forma de avestruz , y cosas así.
Y pasan por la cerca donde estaban todos los abuelit@s . Pero como el jardín era muy pequeño, fue un visto y no visto. Y el general se queda pasmado. Y no da crédito a lo que ve. Y cierra los ojos, los abre, y ya no están. Y entra en la cafetería, se me acerca, y me dice- había que verle la cara. Parecía Juana de Arco mirando un mechero:
- ¿ Has visto eso?
Yo estaba dentro y no vi nada.
- ¿ El qué?
- ¡ Los tíos raros, los animales, los monos, coño!
- ¿ Pero qué monos?
El tío deja la copa de JB. Está sudando. Y , en ese mismo instante - lo había organizado la Residencia como sorpresa navideña- entra un tío disfrazado de cartero real al grito de " ¡¡¡ ACABO DE DEJAR EL CAMELLO EN LA PUERTA Y VENGO A RECIBIR VUESTRAS CARTAS PARA ENTREGÁRSELAS A LOS REYES MAGOS!!!
Y el militar se me abraza y me dice " ustiééééééé, lo que me faltaba por veeeeerrrrr!!!