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Se llama Fina, vive en A Estrada. Viuda, cuatro hijos- viven tres. Tiene 93 años. Está sola. Varias veces ha venido por la Cruz Roja a saludarme y dejarme un detalle. También a agradecerme las llamadas que le he hecho algún lunes. Nunca me ha encontrado. Prometí ir a visitarla a su casa.
Fui este lunes. Una casa de una sola planta. "Compramos el terreno de recién casados. Sólo era un trozo de tierra. Mi marido trabajaba en una tienda de ultramarinos. Y conforme vinieron los hijos fuimos añadiendo habitaciones y espacios a la casa. Pero se me murió de accidente cuando tenía cuarenta años, y yo treinta y cinco. Me quedé sola Y me puse a trabajar limpiando casas . ¡ No sabe la de casas que he limpiado! Me he destrozado manos y rodillas, pero saqué adelante a los hijos. Y casé a los cuatro. Y les pagué las bodas.
Me mostró la casa mientras me explicaba su vida. Llamaba la atención la cantidad de muñecas y muñecos que había aquí y allá. Parecía una película de terror- maniquís de miradas inquietantes, títeres, muñequitas de ojos vidriosos - esparcidos por todos los lados.
No vi ninguna foto familiar. Se lo hice notar.
- Mis hijas viven lejos. De vez en cuando vienen los nietos a verme. No hay mucha relación. Y con una de ellas, que vive aquí cerca, no hay nada. No quiero saber nada de ella. Me ha hecho mucho daño.
- Duele oír eso- le dije.
- ¿ Se quiere creer que en medio de la calle, a gritos, me dijo que yo era una puta?...¡fíjese lo que me dolió que me humillara de esa manera que cuando regresaba a casa vi un cable de alta tensión suelto en un poste de la luz . Me agarré a él para electrocutarme. Y estaba desconectado.
- ¡ Pero, qué dice!
Debe de ser duro criar una familia y sentirse extraña a ellos, incluso a una misma. Tantos años juntos. Tantas alegrías, tantas decepciones, tanto volver a empezar, tantos sueños. Tanto trabajo. Tanto amor. ¿ Por qué nos hacemos daño cuando deberíamos estar agradecidos?
Esa mujer vive sola. La casa es fría. Muy húmeda. Y ella habita solo una habitación - la cama siempre sin hacer, con las mantas cubriendo el lecho para guardar el calor. La cama que compartió con su marido.
- Quiero morirme aquí. Con su recuerdo.
Al despedirme le dije:
- Fina , si hoy tuviese que comprar una joya para regalar a mi mujer no iría a una joyería. Vendría aquí y le robaría un beso. Usted tiene un corazón de muchos quilates.
Y le di un beso sonoro en la frente.
Es de noche cuando escribo la entrada. Hay luna llena. El cielo está rutilante, de una nitidez muy viva. En la aldea se oyen unos perros ladrando. Pasan horas y horas aullando lastimeramente, sin saber por qué lo hacen, sin tener una causa visible. Dicen los que saben que lloran porque ven su sombra.
Le pido a nuestra Señora que cuide de Fina, que le dé su bendición.
Duro y triste.
ResponderEliminarQuare fremuérunt gentes, et pópuli meditáti sunt inánia?
Nunca he comprendido a esos hijos que reniegan de sus padres, cuando en la inmensa mayoría de los casos, los padres son el gran regalo en nuestra vida. Nunca entenderé el odio de un hijo a un padre, por el mero hecho de haber intentado ejercer su papel de padre o madre. Lo veo imperdonable, sobre todo cuando ese hijo debería estar besando la tierra que pisó su padre. Y además, porque a ningún padre se le instruye para serlo.
ResponderEliminarDos conclusiones:
1.- No hay más desagradecidos y egoístas, porque no caben.
2.- Llevo tiempo proponiendo que cuando se tenga que heredar a los padres, se tenga que probar que se les ha cuidado personalmente, o bien se ha procurado la mejor de las atenciones. En caso contrario, se hereda cero.
La vida muestra a veces una cara tan asquerosa...
Me contó Fina que fue al día siguiente a una Notaría y le dijo - la notaria- que tenía todo el derecho a no dejare nada a su hija. Y así lo hizo.
EliminarBuenos días, amigo.
¡Qué dolor! Creo que ni la pobreza, ni las dificultades, ni la mismísima propia muerte pueden doler tanto como el vacío y el desprecio de un hijo.
ResponderEliminar¡Y que daño que se hace esa hija! ¡Cuanto le va a doler cuando se de cuenta! No creo que el heredar o no heredar pueda cambiar nada; es algo mucho más gordo, que va por otras vías. Si a la hija le duele no heredar, es que no se entera de nada. Lo que le tendría que doler es su propia actitud. Quizá le ayudaría más heredar, porque hay una remota posibilidad que heredando piense en el amor de su madre y en su propio vacío. La mayor utilidad del dinero es poder situarlo debajo de la pata de una mesa más corta que las demás para que la mesa no baile (es una metáfora hiperbolizada).
Y la madre la sigue amando aunque diga que no quiere saber nada de ella; la sigue amando y por eso le sigue doliendo, y le seguirá doliendo siempre.
Sería bueno escuchar a la hija; que gran misión sería intentar acercarla a su madre antes de que sea tarde.
PRISCILIANO
Pensé lo mismo respecto a su hija, pero tengo una experiencia tan nefasta en meterme en jardines ajenos , que tengo miedo.
EliminarDel dinero se tratará pronto. Usted tiene un corazón muy grande, Prisci.
Supongo que si hay que aprender a ser padres también habrá que aprender a ser hijos.
ResponderEliminarHay un cierto "culto al trauma", causa de actitudes negativas y pesimistas ante la vida. La temprana muerte del padre, en este caso, que lo explicaría todo.
En la vida se trata de luchar y superar esas cosas, como hicieron los padres creando un proyecto común, la fundación de una familia y como símbolo la casa, que tras cada nacimiento se hacía más grande, como el corazón de los progenitores; y luego la vida de la madre en soledad, que saca adelante una familia sin darse constantemente pena a si misma.
La verdadera herencia no es la "casa inmueble", sino la "casa simbólica", la actitud de los padres. Seguro que ella habrá tenido muchísimos problemas en la vida y se habrá metido en un montón de líos en su soledad (los que han experimentado la soledad lo sabrán, es el origen de todos los líos pues no podemos usar el lenguaje frente al Otro pues no hay Otro y la vida se deshumaniza).
La falta de comprensión de los hijos es el verdadero problema. En derecho civil solo podemos heredar lo que tenemos, pero en la vida también se hereda lo que no se tiene: la carencia personal, nuestro propio límite. Eso nos hace más comprensivos y da sentido a la vida.
Heredarán la casa y se perderá lo mejor de sus padres. Se perderá el sentido.
La tristeza no es pecado de bestias, sino de hombres; pero si los hombres la sienten demasiado, se vuelven bestias.
EliminarDe la tristeza no te vendrán más que enfermedades.
Pienso que la tristeza es una emoción que no es ni mala ni buena. Sirve para saber que algo no va bien. Esta semana hemos tenido un desastre familiar, mi primera emoción no fue la tristeza pero vino un poco después. Fui capaz de llorar y consolarme. Después de un rato me dije a mí mismo, esto es todo lo que tienes permitido de auto compasión. Ahora a sacar las cosas adelante. Y se acabó la tristeza.
EliminarEfectivamente, no hay tiempo para la tristeza. Hay que seguir viviendo.
EliminarSi no has visto la esquela de Isak Andic te la recomiendo. Da para una entrada. O varias
ResponderEliminarEstoy en ello. Hemos sintonizado.
EliminarSuso, tus historias sobre las pesonas que has cococido a través de tu labor en el teléfono de la Cruz Roja son magníficas. Además las cuentas especialmente bien. Para colmo, el final de la entrada de hoy me parece precioso (literariamente hablando).
ResponderEliminar¿Te has planteado escribir un libro contando con algo más de detalle todas estas historias de carne y hueso? Creo que las cuentas con una ternura especialmente brillante. Quizás a la Xunta (o a la Cruz Roja) le interesase publicarlo.
Estas sí que son mujeres de verdad y no las amargadas del ministerio de la "verdad" que intentan hacernos creer que basta con quererlo o sentirse como tal para serlo. Seguro que la hija de esta señora es una de ellas.
Gracias. La verdad es que siempre he pensado - con textos y canciones- que si con el tiempo a alguien les interesan , ya se buscarán la vida para hacerlas llegar más lejos y encontrarán la forma de hacerlo.
EliminarA mi, la verdad, no es un tema que me ocupe..
No escribo , ni canto, para permanecer. Y sé que si tiene que ser, será. Para ni este Barullo es u diario de la memoria de mi vida.
Entiendo que no sea algo que tengas necesidad de hacer (por vanidad o para sentirte realizado), pienso como tú.
EliminarSin embargo, me da pena pensar que todas estas historias, tan intensas y llenas de fuerza, queden totalmente olvidadas. Son dignas de ser contadas, aunque sus protagonistas sean anónimos y tampoco les importe mucho tener un altavoz que magnifique sus vidas.
Alguien dijo una vez (quizás lo dijiste tú mismo en el Barullo), que las personas realmente mueren cuando deja de hablarse de ellas. Hay memorias que sería bonito perdurasen.
Sí, lo escribí en el Barullo, pero no creo sea idea mía. Yo recojo de aquí y de allá.
EliminarY es verdad que merecen conocerse esas y muchas más las historias que escribo...pero tengo prisa por contar otras. No hay tiempo.
Gracias.
Lo que señalas de no meterse en jardines ajenos me parece muy sabio.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con la perspectiva de lo duro que alguien se encuentre solo. Sin embargo no hemos escuchado a la otra parte.
La idea de que nuestra sociedad nos lleva al egoísmo y en algunos casos a olvidarnos incluso de nuestros padres es muy real y condenable. Pero alguien no necesariamente se hace bueno porque se hace mayor. Ni únicamente el problema del abandono puede ser de sus hijos.
La soberbia, la falta de respeto y otras muchas actitudes de los padres pueden también explicar un alejamiento de sus familiares, que luego puede ser interpretado de muchas formas. (O pueden ser las dos cosas al mismo tiempo).
El dinero o la supuesta herencia no es capaz de comprar, tampoco tiene porqué hacerlo, el cariño o la cercanía de nadie.
Eso es algo que se trabaja toda la vida, cómo cualquier tipo de relación y suele ser bilateral.
Muchas Gracias por la entrada Suso. Fina es de este tipo de personas anonimas que hacen que este mundo valga la pena.
ResponderEliminarLo del libro, piensatelo. Seria magnifico. Abrazo grande.
Fdo. Ex bético, ahora sevillista
Un abrazo muy fuerte.
EliminarOjo que lo que dice Juan de Pedro dice más de Juan que de Pedro. Vaya Ud. a saber que ha pasado entre esa madre y sus cuatro hijos. Que los padres no somos en absoluto perfectos… Sea lo que fuere, es igualmente triste…
ResponderEliminarLa última de Sevillani me lleva a recordar el viaje, yo era un niño, que toda la numerosa família mía se trasladó a Roma para visitar al padre. Efectivamente fue en fechas navideñas y al visitar VT, sobre en mano con dos millones de pesetas, nos dijeron que nos recibiría D. Javier.
ResponderEliminarLa decepción fue mayúscula, pero mi fanático papá que sufragó toda la odisea, lo aceptó sin rechistar. Muchos años después mandó a la mierda todo ese teatro y aterrizó al mundo real, dedicándose en cuerpo, alma y bolsillo, a su parroquia.
¡Jodo, esa es buena!
EliminarGracias por comentar.