martes, 26 de mayo de 2020

LA IMPOSTURA COMO FORMA DE VIDA.

Comencé en el mundo de la Educación como becario. 

Me fascinaba vigilar patios, comedores, atender el servicio del autobús, sustituir algún estudio o clase. Era muy feliz. La verdad es que me llevaba tan pocos años con esos críos que parecía uno de ellos.

Un fin de semana fuimos con un curso de convivencias. Al repartir las habitaciones uno de los profesores me dijo " tú dormirás con los chavales". 

- ¿Yo solo?

- Sí, tú solo: el pastor no duerme con las ovejas.

Aquello no se me olvidó en la vida.

Ese hombre estaba hasta los cojones de los niños.

Era como en el ballet, cuando asistes al teatro. Un grupo de bailarinas se mueve sobre la escena iluminada. Van vestidas con trajes leves y recuerdan flores esbeltas milagrosamente dotadas de movimiento. Van de un lado a otro, como si vivieran en un espacio mágico. Pero sólo son unas pobres muchachas. Muchachas que desde niñas han tenido que someterse a un régimen implacable de ejercicios, cuyos pies han llegado a sangrar y que han tenido que soportar el malhumor de sus maestros. Que viven en un mundo de celos, delirios y desatinos, y cuyos cuerpos reales nada tienen que ver con esos idealizados que exhiben en el escenario. Se podría decir que  se engañaban a sí mismas, si es que de verdad creían en lo que hacían, y, sobre todo, trataban de engañar a los que las íbamos a ver.

Ese profesor, después he visto muchos así, era un amargado. Un actor que al terminar su representación profesional , cuando se apagaban los focos, se oscurecía en un mundo, sórdido no pocas veces.

Así es la vida para muchos, un mundo de autoengaños y simulaciones, fingir algo que no se es, o que, al menos, no se es del todo ni en todos los momentos. ¿Necesitamos engañarnos porque de otra forma no podríamos soportar la vida? 

Puede ser, pero no es menos cierto que la escena de un teatro, es un lugar sustraído al engaño que es todo y que si vamos a ellos es buscando alguna forma de verdad.

" Lo que interesa de mi - podría decir ese profesor- es que sea un profesional, y que imparta bien mi clase. ¡ Qué cojones importa  lo que haga después!"

Shelley escribió un hermoso poema llamado El velo pintado. El poema habla de la vida como de un velo pintado, lleno de hermosas imágenes, pero que no conviene levantar. Y habla de alguien que una vez lo hizo, buscando algo que amar, pero no encontró nada. 

Con el tiempo he descubierto , ¡duele escribirlo! que debajo de nuestro velo no hay nada. Nada.  Eso soy . Tal vez  sólo somos un velo porque sentimos que la vida no sería soportable si no nos protegiera con sus engaños.

Al final, como las niñas del ballet, podríamos decir que todos somos impostores. Lo somos cuando llevamos a nuestros hijos a la escuela, cuando nos vestimos para ir al trabajo, cuando vamos a un fiesta . 

En la película Titanic hay una escena inolvidable. El barco se está hundiendo y aún así el grupo de músicos continúa tocando. Saben que van a morir, pero ellos siguen tocando para los pasajeros como si nada estuviera pasando o como si esa música les pudiera salvar. ¿Lo hace? Sabemos que no, pero así son las personas decentes. No suelen hacer nada práctico, pero gracias a sus locuras el mundo se transforma en un lugar a la altura de nuestros sueños.

Esa fue su última representación. Su última mentira. Su impostura final.





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