sábado, 26 de noviembre de 2022

EL ALA DEL CISNE.

Conforme entro en edades de abuelo pienso que los cuentos maravillosos , las películas, las historias , deberían tener un final feliz. Esto no significaba que, al terminar de contarlos, todos los conflictos se resuelvan. Me gusta saber , y que quede claro ,  que la vida es extraordinaria. 


No soy un ingenuo , a mi también la vida me a dado duro, pero sé que,  a pesar de todas las dificultades y tristezas a las que tendremos que enfrentarnos, el mensaje de los cuentos es que la vida merece la pena. 


Es posible que  cuando la miramos en esos momentos tan amargos como la pérdida y el fracaso nos parezca un engaño, pero, mientras dura. La vida es extraordinaria e irreal, como lo son los dulces recuerdos que ciertos cuentos maravillosos logran dejar en nosotros. 


Hay un cuento de los hermanos Ardensen, Los cisnes salvajes. Un rey tenía once hijos y una hija. Todos eran felices hasta que un buen día el rey decide volver a casarse. Lo hace con una mujer ambiciosa y ruin, que sólo vive para quitarse de encima a sus hijastros. Tiene poderes maléficos y les transforma en cisnes. Sólo se salva la niña, que en esos momentos no está en el palacio, pero a la que luego se arregla para expulsar también del país. 


La niña vaga desesperada por bosques y parajes sombríos hasta que un día recibe la ayuda de un hada, que le revela el destino que han seguido sus hermanos. También lo que tiene que hacer si desea liberarles de la maldición: tejer para cada uno de ellos una camisa de ortigas, y permanecer muda durante el largo tiempo que emplee en su tarea. El cuento se complica con sucesos diversos y la princesa termina de nuevo en el castillo de la cruel reina, acusada de crímenes terribles de los que no puede defenderse para no faltar a su promesa de permanecer muda. 


Ya la van a llevar a la horca, cuando se presentan los cisnes. Y entonces se obra el milagro. Durante todo ese tiempo la princesa no ha dejado de tejer aquellas camisas y los príncipes pueden recuperar al ponérselas su antigua forma humana revelando a todos la verdad. Pero el cuento tiene un detalle perturbador, a la última camisa le falta por tejer una manga de forma que en el más pequeño de los príncipes la conversión no es completa y se ve condenado a tener ya para siempre en vez de brazo un ala de cisne.


En la literatura, y en cine,  se ve mucho esta relación entre sufrimiento y creación.  Muchos , quizás todos,   como el príncipe más pequeño del cuento  tenemos un ala de cisne, un ala que es a la vez lo que nos distingue  y el motivo de que no nos acepten.


Ese brazo la condición de muchos de nosotros . Una condición extraña, terrible y hermosa a la vez. Que habla de ese algo raro que tiene cada cual ,  de facultades impredecibles y muy personales, pero que los demás lo ven como trastorno. 


O dicho de otra forma, esa conversión incompleta, que hace que el último de los príncipes tenga que cargar para siempre un ala de cisne, lejos de ser una condición venturosa, es una desgracia. ¿ No tienes un ala de cisne que escondes debajo de tu abrigo?


Sí, amig@ que lees, tienes el ala del cisne , y esa diferencia oculta un secreto, algo que los demás no tienen. Y esa diferencia es el único valor verdadero y  la esperanza para ti. En mi vida he conocido, yo mismo, personas incapaces de adaptarse a la realidad . Seres que, incluso cuando traspasan el comportamiento normal, permitido, no están haciendo otra cosa que cumplir obedientes la misión de su corazón. No son dueños, sino tan sólo servidores de su destino. 


A veces tardas mucho en averiguar ese destino esa vocación


¿Cuál es ese destino? El descubrimiento en ti de la presencia de ese ala a la vez venturosa , maravillosa y fatal. 


No sé quién dijo que la felicidad era poder percibirse a uno mismo sin temor. A mi me costó no tener miedo de uno. Hasta que descubres  que todos estamos incompletos y llenos de temores. Todos deseamos lo que no podemos tener, todos nos sentimos insignificantes e incomprendidos, todos sufrimos por  esa naturaleza distinta que a la vez nos condena y nos vuelve sensibles y delicados.


Releo lo escrito y pienso si alguien entenderá esta locura de entrada.








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