jueves, 8 de junio de 2023

LA CORONA DE ESPINAS.

Añoro los tiempos en que uno era buena persona, de una ingenuidad encantadora. Esos años donde uno entregó su vida a Dios sin hacerse preguntas, sin dudas, loco y con una  folía del corazón muy difícil de explicar. Querías dar la vuelta al mundo como a un calcetín. Cuando defendías tu decisión con un sincero " quiero ser santo", o un " estoy enamorado de Jesús". Casi nada. 


Y así fue. Y, además, durante muchos años. Es cierto que uno ha llevado una doble vida nada ejemplar, de la que me avergüenzo, pero también lo es que mis golferías, pecadotes, excesos y faltas , eran tan sinceras como mis arrepentimientos. 


Al final, de tantas caídas y tanto levantarme noqueado apoyándome en las cuerdas , ante los gritos de ánimo del entrenador de turno  desde la esquina del cuadrilátero, tiré la toalla ( ¡ el entrenador jamás lo hubiese consentido!) y mandé a tomar pol saco el  deporte profesional. 


Una vez que tomé la decisión, caí como un saco en el ring...¡ patapám! Y ya no he vuelto a coger los guantes.


Viene a cuento la entrada porque he recordado mi primera convivencia de numerarito en El Poblado de El Grado,  cerca de Torreciudad , entonces en obras. Fue en 1974. Yo tenía 17 años. 


El Poblado entonces eran unos barracones que habían vendido la empresa constructora del Pantano al terminar  su construcción para que se desarrollaran convivencias allí. 


Nos reunimos aquella vez unos cuantos chavales que habíamos entrado en la obra  para recibir  una formación inicial. Las edades eran muy variadas , entre catorce a dieciocho años. Los mayores eran " sobreros", novillos viejos que estaban allí para dar ambiente , hacer número y, alguno , para dar ejemplo. Eran , en general, resabiados y bastante cabroncetes. 


Les encantaba bromear y vacilar al nuevo. Algo así como los gatos  viejos del chiste que se encuentran con un gatito que les pregunta dónde van:


- A fornicar...


- ¿ Y qué es eso?.


- Ven y lo verás.


Supongo que conocéis el final. Si no, lo tenéis en internet. Escribid  "gatos fornicadores" .


Una  noche se organizó una tertulia pirata en una de las habitaciones.  Esa era, aunque no se crea, una forma de " hacerse mayor", de "estar con los mayores"..."era el  ven y lo verás" del chiste.


En un momento determinado-  allí nada estaba improvisado- hablan , entre el humo de cigarrillos y  gin tonics de la costumbre de " la corona de espinas".


- Hoy es "la Corona de espinas"- dice uno.


Y uno, que  era nuevo, que no se enteraba de nada, como el gatito del chiste, pregunté:


- ¿ Qué es eso?....


- A, nada. Si  no te lo han dicho , no te preocupes.


Y yo, pues claro, entro  hasta dentro:


- Venga, hombre, explicarme eso de la corona de espinas.


-  Que  no, pesado, que  es mejor que te lo cuente el director...


- Venga, coño...


- Bueno. Es que los primeros viernes de mes, recordando que a Jesús le clavaron en la cabeza una corona de espinas, es costumbre darse cabezazos en la pared a la vez que se reza un padrenuestro. Es una pequeña manera de unirse al dolor de nuestro Señor.


A  mi ya me habían enseñado al entrar en la Prelatura  las disciplinas y el cilicio, así que me pareció la costumbre de la corona de espinas igual de lógica y  sobrenatural.


Por la noche. a solas en la habitación, escucho en la pared de la habitación de al lado unos golpes. Luego supe que eran los de la tertulia pirata pegando con el puño cerrado en la  pared. El primero golpetazo me puso los pelos de punta. Incluso los de los brazos...." ¡ joder, la corona de espinas!"...y seguía pom, pom , pom...


Y pensé " ¡pues, allá voy, por Jesús!". Me levanto. Me planto delante de la pared. Empiezo el padrenuestro y " ¡pamba!", meto un cabezazo en plan Marcelino en el partido contra Rusia.   Y me dije " ¡¡¡jodoooo!!!". Porque me di una buena ustie, que dicen el Lérida. El siguiente fue más flojito. Una espinita. Luego ya todo espinitas.


Al día siguiente, en el desayuno, alguno se había  pintado en la frente moraduras azuladas. Y yo pensaba:


- Estoy entre santos. 




16 comentarios:

  1. Voy caminando al trabajo y riéndome. Gracias :-))))

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  2. Follo una vuelta más y me voy a currar.

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  3. Rufino genio y figura. Eres cofundador.

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  4. Recuerdo lejanamente el sitio pero cercanamente el olor a tigre de los barracones y un comedor en el que lo pero no era el olor sino el sabor. También recuerdo una meditación en el santuario donde un cura (hoy excura) nos acojonaba insanamente. Los ochenta.

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    1. Los ochenta fueron los años dorados de la cosa

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  5. De El Poblado tengo tantos recuerdos, la verdad es que todos maravillosos, algunos muy divertidos.

    ¡Podría escribir libros!

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  6. Yo también tengo buenos recuerdos. Entro otros, lanzar neumáticos de camión desde la presa por la noche o bañarnos abajo de la presa. Eran veranos muy veranos. A pesar del OD, había que aprovechar y gozar.

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  7. Estuve yendo desde Salamanca... una Semana Santa... Coincidimos con gente de Valencia... (muy locuelos), de Herzegovina y de Pamplona... Y si... en el poblado ocurrían cosas surrealistas...

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  8. Había un ranking no escrito sobre el origen de los visitantes: en el top estaba Barcelona y en particular, Herzegovino y su Volkswagen camioneta naranja?, algún club de Madrid que hoy languidece, Jara, Argüelles, pero, desde luego Cuellar o Miraflores no pintaban nada. Siempre hubo clases y lo que se les exigía a los de abajo, se les eximía a los de arriba. Ya en el Poblado se veía la mentira del OD.

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  9. La Volkswagen era vainilla con una raya roja. La pagó Gaspart, supongo que con las mismas monedas que a Negreira...😜😜😜

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  10. Allí a los mini numerarios nos usaban como mano de obra gratuïta , tanto para acabar de recoger las runas de las obras como para enseñar el monasterio a visitantes .Aplicando las "virtudes humanas" sobre todo la reciedumbre. Eso sí nuestros padres habían pagado nuestra estancia...

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  11. Hay que acordarse del encargado del Poblado, creo que era Rufino y sus broncas……

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  12. Alguna entrada ha protagonizado ..tipo bien particular

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  13. Cierro los ojos y se me agolpan los recuerdos en la cabeza. En su inmensa mayoría muy bonitos. Recuerdo el primer día en el Poblado con 11 años. Yo iba cada verano 1 mes allí. Recuerdo también los Pretorianos como Luís, Suso, Peter, César, Jesús, Alberto etc. Personas que, no sé si queriendo o sin querer, me ayudaron a encajar y a desarrollarme como persona en un entorno sano y gobernado por valores objetivamente buenos. A esa edad, sobretodo si eres un poco freak, tener esa red social es mano de santo. Solo tengo palabras de agradecimiento para ellos.

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