domingo, 18 de junio de 2023

PREJUICIOS DE GUANTÁNAMO.

Durante mis últimos tres años de profesión  fui comercial en una empresa de conectividad wifi, de integradores de redes en entornos educativos. La oficina principal  estaba en Sant Cugat. Me fue muy bien allí. Y a ellos más.


El  CEO de la empresa era un tipo muy curioso, poliédrico, probablemente con una variante del  síndrome  de Asperger. Era muy nacionalista, independentista, fanático, de los de irse al aeropuerto a montar la parda y parar la ciudad. Muy de Puigdemont, al que adoraba.  Tenía el kit completo. También era del Barça. De los que lloran escuchando el himno.  Este personaje da para un libro. Otro día.  


Contratamos muchos colegios  cuya sede central estaba en Madrid. Los primeros viajes que realizamos a la capital a  él le parecían algo así como internarse en la selva, entre indígenas anti catalanes, una especie de bárbaros que sólo de escuchar el acento polaco, o conocer nuestra procedencia, nos iban a insultar.


Su sorpresa era mayúscula al comprobar que a nadie le importaba nada quienes fuéramos, o lo que pensásemos.


Todo nacionalista tiene un  pequeño mártir en su interior , una especie de cara oculta de Quirinus Quirrell, que espera ser víctima de los intolerantes.  Y este del que hablo , nada más subir al taxi esperaba encontrar signos del muestrario fascista del madrileño medio. Hablaba en catalán por teléfono, o con su suegro, que acostumbraba a visitar con nosotros los centros. Y el taxista , nada. Le importaba una higa el idioma. Y este pobre esperaba que les expulsara del coche por hablar catalán.


Se quedaba sinceramente asombrado de comprobar que los camareros, los taxistas, la gente del común, no mantenía viva la llama de la crispación, que eran cordiales y simpáticos, como los de Barcelona.  Que no eran una fábrica de bilis que exporta acidez bronca para contaminar arcadias nacionalistas. 


Esperaba, el pobre, que al comprobar que eran de allá, bloqueasen el seguro del auto y pusiese la COPE a todo volumen, o a Federico Jiménez Losantos. Una especie de tortura de Guantánamo.


Supongo que ahora viajará a   Madrid convencido de ir a un territorio minado de derechas extremas, y fascistas. Una Terra incógnita en los mapas del progreso, pendiente de evangelización democrática.


Este tío, se llama Oriol, llegaba a Madrid  dispuesto a que sus impresiones de la ciudad no corrigieran los prejuicios con los que venía programado.  









11 comentarios:

  1. Esa es la jugada ... generar odio y repulsa. Y con mucha gente lo logran: "quiero que Cataluña siga siendo España, pero odio a los catalanes". La jugada de los nacionalistas es a largo plazo, no a 4 años, como el gobierno central. Y les funciona, lamentablemente les está funcionando.
    Qué lástima no dedicar al menos unos segundos al día a pensar....

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  2. Pienso que no lo conseguirán. Las personas piensan más de lo que creemos.

    Gente con complejos sólo da guerra, son un coñazo

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  3. Madrid no es, ni ha sido precisamente, nada ejemplar en sumar diversidad.

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    1. Date una vuelta por allí y habla con los lugareños.
      De Madrid se pueden decir muchas cosas no buenas, pero diverso y acogedor como ningún otro sitio en Europa. Sólo hay que ver la variedad de orígenes

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    2. Qué pocas capitales de Europa conoces…

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  4. !Solo ha sumado uniformidad! Son el ombligo del mundo.

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  5. No conoces Madrid...escucha a Sabina

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  6. Mucho cagalan por aqui.

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  7. Con solo leer algunos comentarios, como el ùltimo, queda patente lo dicho. Esos no sé si son ombligo, pero queda claro que huelen a culo. Por cierto, soy de Badajoz.

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    1. Ya te has retratado si de una opinión de la cola de carrefur extraes conclusiones así

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