jueves, 15 de junio de 2023

SIMULADORES DE VUELO.

Escucho en la radio "I want to break free", de  Freddy Mercury,.


A mi este tipo de canciones me han hecho mucho daño. Y si van acompañadas de video clips, o de temas de fondo de películas romanticonas , mucho más. Hay canciones que hacen que me venga muy arriba. Me emociono,  me centrifugo, me sueño un mundo que, lo sé, no es real.


Tardé en darme cuenta de lo difícil que es desear la libertad si uno no tiene idea de qué habla: ¿libertad de qué?, ¿libertad para qué?  qué da sentido a la libertad? Lo mismo me sucedía con el amor. 


Mi educación sentimental ha ido de la mano del cine, de las canciones, de algunas novelas ,  y de las ensoñaciones, de una imaginación muy inmadura sobre esos temas. 


Al oír «Heart of Glass», de Blondie, con el lamento de que «Love is so confusing» y que todo acaba siendo como «a pain in the ass» (y ojalá sólo fuera eso), pienso en cómo muchas ficciones, y también estas cancioncillas, con  uno  han cumplido el papel de ser como una especie de «simuladores de vuelo» de los sentimientos, y en cómo, al no ser simuladores fiables, y al final resultaba  inevitable que conduzcan a unas bofetadas posteriores que, no pocas veces, serán irremediables.


Auténticas ustiés.


Sí, tengo la impresión de  haber aprendido  cosas sentado en " simuladores de vuelo" y, después pasó lo que pasó. Me estrellé. Que uno descubre que amar es  otra cosa, que es algo que compromete y mancha.


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