miércoles, 14 de junio de 2023

SANA , SANA , COLITA DE RANA.

No me acostumbro. De vez en cuando la vida te acerca a personas que conociste de chaval, de joven, hace muchos años. Y sientes que están muy lejos de ti, y tú de ellos. No somos los mismos. 


La salida de la infancia, de la adolescencia, es un drama que Salinger quiso enmarcar en el campo de centeno. Crecemos e ingresamos en la edad siguiente , y nos vulgarizamos, matamos lo que nos hacía originales , deja a  nuestros amigos de entonces a merced de mecanismos sociales de los que serán cautivos para siempre.


Yo sufría al imaginarme crecido. Comencé a fracasar en los jesuitas, en el colegio, donde la imaginación era mi último refugio. Ningún castigo hacía mella en mi. Los estudios los sábados de 4 a 6, me chupé unos cuantos bastantes,  para mi eran horas  simulando estudiar , con la cabeza sumergida en el libro, los codos en la mesa, y soñando , soñando, soñando... ¡era tan feliz!


Pero hoy escribo porque ayer estuve con un viejo amigo de aquellos años, y lo vi escéptico, derrotado, con un dolor que no puede quitarse, como una espina enconada,  enrarecido y solitario, que no termina de entender porque busca culpables a su situación. Cuando no hay culpables. O sí, él. Sólo cuando entienda que todo comienza por él podrá construir. 


Siempre es la misma historia. Hay que aceptarse. No hay otra. 


Le dije que cuando dejé el opus dei fui de aquí para allá buscando trabajo. Una de las entrevistas me encontré con un exnumerario. El tío era un hombre muy principal. Tenía despachaco  en la Torres Kío. Un crack. Tomamos un café. Me comentó:


- Yo dejé la obra porque me di cuenta de que  el espíritu fundacional había cambiado mucho, su configuración primera institucional ya no era la esencia que me atrajo y  a la que me entregué. ¿ Y  a ti, qué te sucedió?


- A mi  me gustaban mucho las tías y es que no había manera. Nada de espíritu fundacional. 


Todos sabíamos que lo de este hombre había sido que estaba liado con su secretaria. O sea, lo mismo que yo, pero con una.  Sin  embargo, al ser le tranquilizaba tener un argumento más, ¿ cómo lo diría?...más intelectual.


Y , siguiendo el hilo, le decía a mi viejo amigo que buscase, que no se rindiera a la mentira de pensar que la culpa es de los demás, del sistema, de la herencia, o de la " configuración fundacional". 


No harás las paces con el mundo hasta que no las hagas  contigo mismo. Comienza por ti.


No hay otra. Mafalda intentaba dar aspirinas al globo terráqueo que había en su habitación. Y así,  no hay manera. 






3 comentarios:

  1. ¡Muy bueno! Muchos hemos buscado excusas reguleras ante tanta historia... Lo de perdonarse a uno mismo me parece importantísimo. No sé si lo conseguiré... Y mira que llevo años fuera de la Santa Compaña...

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  2. Yo me perdoné cuando dejé de tener fe y empecé a creer en mi mismo, dejar de creer en una quimera que me enrarecía. Preferí poco y claro a mucho, fantasioso e interesado. Desde entonces soy yo. Cada uno con lo suyo y el opus para los demás: para mi fue un trauma por ser yo un perfecto inocente.

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  3. Estas cosas pasan cuando se sacraliza el sexo y se debe pedir permiso al cura para follar. Follar es follar, es algo banal, nada de sagrado ni demas pollas en vinagre.

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