lunes, 5 de junio de 2023

TETAS Y CULOS.

Desde bien pequeño tengo una obsesión con dos partes del cuerpo de la mujer. De la mujer que para mi es  atractiva, porque cada uno tiene sus gustos, y en eso no me meto. Y son , el culo y las tetas. El orden es lo de menos. 


Tengo una edad muy mala, la verdad.  Pero, a pesar de mis sesenta y cinco años, ahí sigo, con mis obsesiones, buscando la x en el mapa del tesoro. Pero, me temo, esa x ya no tiene ningún misterio. Vivimos en un mundo donde la carne, el sexo, es explícito. Ya no existe el erotismo, que insinuaba , que le daba un misterio a esas cosas, por ejemplo, el escote,  la picardía, la de los tacones rojos, que canta el desustanciado ese. 


Yo soy de una generación donde  había que imaginar el amor y sus alrededores. Donde las cosas del querer , para arrancar, necesitaban estar ocultas, apuntadas. La teta era un seno. Un seno era algo que se entreveía, tenías que asomarte al escote, buscar entre rendijas. 


Pero ahora no hay misterio. Un chaval , ¡ qué digo un chaval!, ¡un crío!, lo sabe todo. Su iniciación sexual es el porno, o sea, pollas, vergas como émbolos, venga , dale que te pego, anos, besos de todo tipo, saliva, lenguas, posturas de atletas sexuales, mujeres guarras, que escupen y gimen como cerdas. Todo sucio. Todo meridiano. Todo mentira también. 


Ya no hay erotismo. Nada se insinúa. Ya no hay senos, ni faldas prietas, ni escotes. No hay fascinación, mimo, halago, espera. encantamiento, magia. 


Ellos se lo pierden. Pobrines. Están directamente abocados al ano. Directamente al ano. 


Es como   proponerte ascender directamente a la cima del Aneto en helicóptero, sin disfrutar de  las paradas del camino, de sus fuentes, cascadas, bosques, prados y regatos del viaje, que es lo que vale la pena en ese viaje.




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