Las redes me han dado mucho pero también me ha quitado.
Por ejemplo la pasión por meterme en charcos y decir la mía : yo he sido muy guasón y muy de cachondearme de los jefes, con plumas o sin ellas, desde que tengo uso de razón.
Siento una aversión por el mandón. Y si el mandón es piadoso, más. Llegó Internet a mi vida- me costó familiarizarme con el tema- y me las prometía muy felices, porque las redes es un toma y daca, el paraíso de la controversia y la gresca y el grito y hasta el insulto, un caos tremendo que al principio me gustaba porque yo también era un poco así .
Me recuerdo en opuslibros dando caña, y en El Barullo , nunca me saciaba. No paraba de escribir . Todo era vanidad . Pero colapsé. Me di cuenta de que estaba en una espiral de ego y de estupidez. Ya estaba toda mi biografía allá adentro escrita. Explicando mi vida en historias absurdas y algo surrealistas solo para marcar paquete.
Me hice la pregunta definitiva: "¿Es tan importante para mi ego tener la razón en todo, exhibirme de esa manera ?". A ver, reconozco que me expongo bastante, y que soy un narcisista de tomo y lomo pero, de verdad, que voy bastante frenado.
Y dejé de escribir allí. Y sentí que mi calidad de vida mejoraba desde el primer minuto en que dejé de entrar allí , y cerré los comentarios de este blog (pues aquí también tenía mis historias encendidas de odio e hijoputez ) decidí seguir en la misma línea porque ya me las sé.
Esta renuncia no es buena para mí, sin duda, porque corro el riesgo de arrugarme y convertirme un alguien inmóvil, pero la aversión que cogí a ese mundo ya no tiene marcha atrás.
Recuerdo una viñeta de Forges en las que , con sólo introducir una moneda en una ranura , era posible desahogarse insultando o pateando a un muñeco que representaba a un ministro , a un subsecretario, en fin, a un político.
Un poco así me sucede con el Barullo. Es un lugar donde puedo poner a parir , golpear, cachetear, dar una colleja, y soltar mis particulares demonios. contra peña que no soporto. Algunos los desprecio. Son los muy muy: muy avariciosos, muy santitos, muy perfectos, muy chulitos, muy falsos. Y eso me divierte. No hay mala intención. Tampoco odio. Es algo parecido a cuando veía a mi hermana ir toda guapa a la calle y la despeinaba. Para que rabiara y se pusiera a decir barbaridades.
Aquí se despeina.
También tengo mis filias. Esa gente que me cae bien. Y punto. Y para caerme bien no hay que hacer nada especial. Ser un perdedor. Con eso bastaría. Es mi blog.
Me da lo mismo quién me lee. No pregono en mi vida en la calle esta página. No busco lectores. No espero nada de él. Por supuesto, me alegra que haya quien sintonice, que se encuentre a gusto mientras está en este viaje , las estaciones que pase en este tren.
Hablas de jefes a lo largo de tu vida, en todos los ámbitos y, no sé por qué, he recordado uno que tuviste (a finales del siglo pasado): Don M., jefe supremo del Betis en Catalunya y luego todavía más jefe desde Roma. Tras su etapa en Italia, qué fue de él? No he vuelto a tener noticias suyas.
ResponderEliminarManolo, así lo llamaban, estaba en Sevilla. Ahora ignoro donde está.
ResponderEliminarTipo curioso.
Entiendo lo que dices, te descubrí en OL pero ten cuidado con dejar de escribir aún marcando paquete. Para mi escribir, incluso mal, mantiene alejado al viejo. Abzo
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