Fui a visitar el cementerio de Noia. Fue construido por los templarios con tierra sagrada de Jerusalén.
Eso sucedió cuando las personas tenían fe. La leyenda cuenta que los templarios cruzaron el Mediterráneo con un navío cargado de tierra procedente de Jerusalén. A uno le conmueve que esa tierra sirvió para construir un cementerio , el de Quintana dos mortos, con esa tierra sagrada. Allí está Noia.
Allí está también la iglesia de Santa María A Nova. Fue fundada por un obispo normando, desterrado de Santiago, que se llamaba Berenger de Landoiro. Me chiflan estos nombres, esas historias.
El cementerio es alucinante. Tiene ocho siglos de antigüedad , ¡ tela!, y cuatrocientas lápidas , pueden visitarse, con muchos grabados que hacen referencias a los oficios de los muertos que allí se enterraron. No sabían escribir, así que identificaban a los muertos según su labor y símbolos familiares.
Todo es maravilloso en Noia. En su escudo se reproduce el Arca de Noé flotando sobra las aguas, con una paloma que sobrevuela con una rama de olivo. Según la tradición , al finalizar el diluvio , el arca descansó en una peñasco de las cercanías. Noé tenía una hija que se llamaba Noelia, con la que se relaciona el nombre de la Villa. Casi nada la historia.
Hay en el cementerio un monumento con una leyenda fascinante. El monumento es un crucero cubierto con un templete. Sólo se conocen dos así en Galicia. Al parecer dos hermanos fueron a combatir a los infieles a Tierra Santa. Uno de ellos fue capturado por los musulmanes. El otro lo buscó sin éxito y regresó . Allí mandó construir el cruceiro para recordarle.
Pero siete años después , arribó un barco a Noia, y entre ellos se hallaba el hermano desaparecido. Al ver el cruceiro se emocionó y ordenó construir el templete en señal de amor fraternal.
Lo que más me impresionó fue el mausoleo de un paisano fechado en 1400 , lleva vestidos orientales y un bigote a modo asiático . Se dice que era un rico inmigrante chino que vivió en Noia.
La joya de la ciudad es la fachada de la iglesia de San Martino. Un Pórtico de la Gloria de una alegría que sobrecoge. Todos sonríen allí. Es una fiesta.
Después de tantos siglos es muy poco lo que sabemos, pero mucho lo que intuimos del amor de esta gente, de sus misterios. El olvido no es una terapia. La gente pasa delante de estas maravillas ciega y sorda.
Noia es una visita obligada. Y, sí, también es una fiesta.
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