lunes, 10 de julio de 2023

LOCOS FASCINANTES.

Los argentinos saben mucho de psiquiatría. Ya es un tópico ( no hay más que leer - y ver - al cardenal Tucho). Allá sostienen que hay dos clases de locos: los locos de mierda , y los locos adorables  y fascinantes.


Loco de mierda es aquel cuya conducta se caracteriza por ser extraña, impredecible, egoísta, venenosa y perversa. Se me ocurren unos nombres, pero más tarde. 


El loco adorable también observa una conducta extraña e impredecible . Pero se diferencia del otro en que son gente buena, inocente, normalmente divertida, y cuyo modo de ser entraña peligro para sí mismos, pero sólo por ingenuidad, o imprudencia podrían representar un riesgo para los demás. 


En la misma familia se pueden dar los dos locos. Los Urelles tienen el loco de mierda y el loco adorable. 


El loco adorable provoca con frecuencia situaciones poéticas sin darse cuenta y a menudo anda envuelto en un aroma cómico. Por ejemplo, en Viaró había un profesor que llamaban Víu que era como el flautista de Hamelin. Ya está en el cielo. Tenía unos puntazos muy principales. Una vez leyó en una biografía una anécdota sobre san Josemaría que contaba que de repente, sin venir a cuento, se quedaba mirando a sus hijos del colegio romano , en Villa Tévere, durante una tertulia, y les soltaba :


- ¡  Jos míos!, ¡ os quiero más que vuestras madres!


Y este Víu, otro día, mientras vigilaba un estudio en el colegio, llamaba la atención de la clase: "escuchadme , que os quiero decir una cosa". Los chavales, quince años, lo miraron en silencio.


- ¡ Os quiero más que vuestras madres!


Y, claro, había madre que llamaba cabreadísima con el notas del profesor.


El loco de mierda está cerca de la crueldad, y allí donde el loco adorable es un tipo divertido, entrañable, conmovedor, el otro es un sujeto cáustico, mordaz, hiriente. Así, por poner un ejemplo, el Eloy, un profesor  cabrón que te tiraba de la patilla haciendo círculos mientras decía " ¡ molinillo, molinillo!".


Los locos adorables tienen vidas un poco así, ciclotímicas , entre éxitos y fracasos, entre sueños y realidades, por lo general con destellos de imaginación genial al cobijo de la utopía que nutren esos proyectos.


Mi padre era un loco adorable. Y , tanto, que a pesar de ser un hombre introvertido, tímido, sentimental, muy reservado, se lanzó una época de su vida, ya mayor, casi anciano, a promover el solo una convocatoria los primeros sábados de mes en la plaza del Pilar a rezar el Rosario por la salvación del mundo.


No nos lio a nadie de sus hijos.  El hombre consiguió publicidad gratis en  los periódicos de la ciudad anunciando la convocatoria. Y un sábado al mes se plantaba con un megáfono a rezar en la plaza del Pilar a rezar con un pequeño grupo de locos  adorables como él.


Nunca he escrito esto. Pero ese tío, que había que conocerle, era un gigante: ¿ quién cojones reza , nada más y nada menos, que por la salvación del mundo?


Un loco fascinante, y maravilloso. Mi padre.





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