domingo, 16 de julio de 2023

EL LOCO PETER.

A Peter lo conocí cuando yo estaba recién llegado a Barcelona. Atendía el club Herzegovino,  y él trabajaba allí de profesor de inglés . Herzegovino tenía en sus plantas baja y sótano una escuela de idiomas. Allí él impartía  clases.


Peter ya era un ser mayor. Tenía mucha mili gorda. Calculo que estaría entre los veinticinco y los treinta años. Su estancia en Barcelona respondía a eso que llaman los ingleses su gap year, un año sabático al terminar sus estudios universitarios. Él fue a Estados Unidos , y después recaló en España, y se asentó en Barcelona. Trabajó en Herzegovino por pasta.


Era muy inglés. De familia católica. Se movía por el mundo con aire colonial, como Stanley,  Un toque clasista, como todos los ingleses. Muy british. Y, en aquella época, muy golfo.


En Estados Unidos estuvo trabajando en el hotel que sale al principio de la película El Padrino II. Debía ser un resort de muchas estrellas, tenedores, y canoas - estaba al lado de un lago. Contaba que el propietario le pagaba y ofrecía estancia. La habitación era un tugurio en un sótano, se accedía a él por una trampillas, donde dormía con unos cuantos chinos , emigrantes ilegales, que trabajaban en los campos del  puto amo.


Una anécdota muy divertida era la que contaba una cena medieval que organizaron para los del Resort. Todos debían de ir disfrazados de rústicos , de princesas, de reyes, de taberneros, en fin, de rollo. La cena era en una mesa de madera muyyyyyy larga, y allí se sentaban los invitados, cada uno con su  jarras de vino delante. 


Encima de la mesa no había nada. Habían ideado el chef un juego de rieles, alambres  y poleas. Una cortina ocultaba un inmenso cerdo detrás. La ceremonia  consistía en que se abría la cortina, el cerdo se deslizaba  enganchado por el cuello  con unos ganchos, quedaba suspendido en el aire. Y, entonces, el chef salía, abría en canal al puerco, y de  las entrañas del porcino salían embutidos, viandas, morcillas, y todo tipo de carnes, mientras los comensales se avalanzaban  y se ponían ciegos de cerdo.


Justo abrirse la cortina, cuando el cerdo se desplazaba en el aire , el inmenso marrano se cae al suelo , lleno de barro,  al desgarrarse el cuello enganchado.


Todo el mundo queda en silencio.  Los camareros enmudecen. Los comensales , asustados, viendo el cerdo embarrado y guarro de verdad. 


Y el chef, gritando, dice:


- ¡A ver, tirar al contenedor ese cerdo!, ¡ vosotros, id a buscar el  otro, el que está en el  almacén! 


No había tal cerdo suplente. Y , ya fuera de donde se iba  a celebrar  la bacanal, le dice a Peter:


- Tú, coño, rápido, trae una manguera, dale manguerazo al cerdo   , lo secas, y lo volvemos a sacar , pero bien colgado, cojones!


Sabía que no me iba a dar para una entrada el loco Peter, así que, ¡ mañana más!




6 comentarios:

  1. Ostrassssssss, qué recuerdos! Qué buenos recuerdos! Los mejores. Me vas matar: ayer citaba a Peter... y hoy te voy a nombrar a otro gigante (culpa tuya por poner una foto tan "acojowonderful", en el mejor sentido del palabro). La imagen refleja un "equipazo" y no puedo evitar proclamar mi eterna gratitud al que tocaba la pandereta con el ímpetu y la energía de un jugador de beisbol profesional. ¡Un corazón con patas! Formabais un tándem imbatible. Si por un casual lee estas líneas: gracias por todo y un abrazo enorme!!!

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  2. La tuna-coro de numeraritos, muy tierno. De día cantando tunas y de noche gregoriano. Muy opus todo, eran otros tiempos. Por suerte, esos modelos híbridos están fuera de circulación. (Tampoco le iban a cantar nada al papa actual: antes muertos que normales)

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    1. Puta envidia es lo que tiene usted...¡se sorprendería usted de quienes cantan al papa!...aún más raros que los de la opus.

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    2. Os conocí a casi todos, no te preocupes por eso.

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  3. Depeibols, ¡un grande!: se merece lo mejor.

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