Siempre me sorprendió esa gente que tiene mucha voluntad. Esos que no dan bola por perdida. Los que parece que el empeño por las cosas lo es todo.
Ya conté de uno, persona muy principal. Mucho. Jugaba a tenis con su hijo todos los sábados a las siete de la tarde. Este personaje sufría viendo que él sudaba la gota gorda mientras que el chaval , sobrado de fuerzas, desperdiciaba muchas bolas...¡y , encima, le ganaba el partido!
Una tarde el hijo le echa una bola corta. Corre nuestro hombre desesperado a la red, y no alcanza a pelotear la pelota . Harto de la displicencia del hijo, asfixiado y jadeando por el esfuerzo, llama al chico y le pide que se acerque.
- Mira , ¿sabes lo que he hecho toda mi vida, y es la razón de ser quien soy?
No contesta el hijo.
- ¡Subir a la red a por todas la pelotas!, ¡eso es lo único que he hecho!. Habré llegado o no, pero no daba ninguna por perdida. ¡Todo lo contrario a lo que tú haces!: ¡no te mueves por nada!...así que, te quiero ver corriendo a todas las dejadas, ¡eres un vago!
A mi este tipo de gente me saca de quicio. Por otro lado, el chaval le ganaba porque era más joven, tenía más fuerza y...¿para qué correr si sé que voy a ganar sin despeinarme?
Yo nunca he podido con mi naturaleza. En eso me identifico con san Pablo: " yo sé que en mí (a saber, en mi carne) no mora el bien, porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí".
Exactamente soy así. " El querer el bien está en mi, pero no el hacerlo" .
Por esa razón fumé, y al fumar, robé, y al robar, mentí, y se fue formando una bola cada vez más grande. De bien pequeño bebía. Y me gustaba probar. Veía una película un beso y pensaba " eso lo haré yo". Y la bola cada vez era más veloz , y rodaba más cuesta abajo.
También es verdad que esa pelota se estrellaba contra el suelo y ascendía de nuevo. Uno pensaba que era por la atracción del cielo , pero no, volvía a caer y otra vez al suelo.
Así ha sido gran parte de mi vida. Hasta que un día caí en la cuenta que " las cosas no me pasaban", como si no fuesen culpa mía, sino una especie de ley fatal de la gravedad que me afectaba sin mi consentimiento. Me justificaba pensando que todo "me pasaba sin culpa mía".
Todo era mentira. Me masturbaba y rezaba mientras " ¡ por favor, Dios mío, no me mates ahora!" . Me liaba con una mujer y pedía " ayúdame, Jesús, no quiero caer en la tentación". Cuando dejé la obra rezaba a Dios, " mátame, no consientas que te traicione".
Y todo era una mentira . Una burda justificación. Porque un día descubrí que la culpa sí era mía, que sí era responsable. Se trataba de libertad.
Me abrió los ojos , y el corazón, un capuchino. Fui a confesarme - entonces era de la obra- y conté lo de siempre. Y el hombre me aconsejó:
- Oiga, ¿ por qué no se enfrenta a sí mismo? Cuenta las cosas como si le pasaran a otro, como que no son cosa suya. Y sí que son cosas suyas. Diga basta y enfréntese a su vida.
Era un asunto de libertad. De poder decir sí o no. Lo hago o no lo hago. Digan lo que digan los demás. Quede bien o mal. Me entiendan o no. Qué me conviene. No dejarme llevar de rutinas acortezadas del pasado.
Nunca una decisión puede ser buena por ser una orden externa, una costumbre. Y decidí volver a empezar.
Sí, se trataba de libertad. Era mi problema.
Por cierto, me sigue costando no hacer el bien que quiero, y hago el mal que no quiero.
Pobre capuchino!
ResponderEliminarsi Pelagio leyera esta entrada...
ResponderEliminar¡Pues bueno era Pelagio!
ResponderEliminarCómo serías si no hubieras tenido una educación religiosa, si el sentimiento de culpa no te hubiera acompañado siempre.
ResponderEliminarTe lo has preguntado alguna vez?
Ahora puedo decir que me he liberado de ese sentimiento, pero es mentira. Está tan arraigado que siempre surge.
Suscribo esta reflexión, aunque ese poso sea mera conciencia natural que hubiera estado ahí igualmente. Uno sabe, por lo general, lo que está bien y está mal. La ausencia del concepto pecado es una liberación para quién tuvo ese lastre. Para quién nunca soportó esa carga, su libertad y concepto de bondad es mas auténtico
ResponderEliminarLos que hemos soportado una enseñanza de frailes y luego una pasadita por el betis. Tenemos un concepto de pecado que no lo tienen losque no han pasado por esos dos purgatorios . Y aun estan mejor los negritos que andan por la selva con tapa rabos o con el paquete al aire. Viven mas felices. Follando a mansalva
ResponderEliminarHombre, tampoco es eso
ResponderEliminarEl que no tiene ningún concepto de pecado es Sánchez... Por eso es guay.. porque puede ir por ahí haciendo lo que le dé la gana... Sin rendir cuentas a nadie... Y si encima si vas contra él retrocedes 40 años... porque claro... él no tiene ningún problema en apropiarse de 40 años... En eso es muy parecido a Franco... que solo respondía ante Dios y ante la historia... Sánchez solo responde ante las mujeres... Pero como está muy bueno... Y además ha venido para salvarlas... pues más a su favor...
ResponderEliminarPues mejor por él, qué quieres que te diga, a eso se le llama envídia.
EliminarMejor para él , seguro. Para los demás, no sé.
EliminarPero en realidad... Pensándolo bien... Si ciertos poderes facticos (de los que tanto alardea que van contra él) y ciertos medios de comunicación quisieran defenestrado... Sánchez duraría tres telediarios
ResponderEliminarSánchez es un amoral. Está enfermo.
ResponderEliminar¿Hay algún político bueno’?
ResponderEliminarNo...bueno , santo Tomás Moro, creo.
EliminarCon la Iglesia hemos topado. Y ese ha sido el gran problema, que la religión ha querido controlarlo todo y así le ha ido. Ya sabemos que hay santos y santos. Y mucha historia reescrita.
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