lunes, 18 de septiembre de 2023

LA RISA DEL PERDEDOR.

Esta foto estuvo en mi salvapantallas un tiempo.


Me chifla esta instantánea . Imagino una final a la que has dedicado ilusiones sueños, horas y horas de entrenamiento y sacrificios . Madrugones, hacer compatibles horarios. Tal vez el rechazo de amigos, la incomprensión de la familia. Romper rutinas de amistades para poder entrenar. Caerte una y otra vez. Intentarlo , otra vez. Hartarte de estar harta. 


Y llega el día esperado y te caes. Y también todo ese esfuerzo, ese empeño, esas ganas de conseguir la ansiada medalla.


Esa risa brilla más que todas las medallas de oro que perdiste. Nunca pareciste más medalla de oro que entonces.


Lo que más desconcierta al vencedor es la belleza del vencido. Las cicatrices de las derrotas , ¡tan bellas cuando se adornan con una sonrisa!


Respeto gordo a esta maravillosa mujer.


Una de las cosas que recomiendo que te suceda en esta vida es darse una buen tortazo. Una ustie mollar. De esas que casi , casi, no se puede volver a empezar. Yo he tenido una cuántas: repetí curso de chaval , me echaron del colegio y, sobre todo, dejar la obra. Esa fue muy gorda: dejé de existir, excepto Manuela, prácticamente  nadie de mi pasado quiso contar conmigo. No tenía ni un duro. La angustia de buscar trabajo. Y  el mundo me parecía hostil y  lejano.


Sin embargo, hoy veo muy claro que aquello fue maravilloso. Una suerte de  bendición. 


No había aprendido a quererme todavía. Si no te amas a ti mismo cuando las cosas van muy mal y la gente dice cosas horribles de ti estás jodido. Cuando una parte de ti cree esas mentiras, y esas dudas sobre quien eres de verdad - porque ya no eres superSuso el simpático , la leyenda  . Ahora eres un perdedor. Un mojón. 


Y dices, "vale, no me interesa para nada estar de acuerdo con esa gente a ningún nivel". Y esa persona que está contigo - ¡ojalá  la encuentres, o la hayas encontrado!- me  dio la mano y me enseño a darme cuenta de quién era de verdad. Me enseño a dejar de ser frágil, porque lo era , a pesar de esa apariencia de seguridad que te da seguir criterios de otros. Dependía mucho de lo que dijeran de mi, de mi imagen, de lo que pensaran de mi.


Y ese viaje fue maravilloso. Y he llegado a un punto en el que - quizás no siempre, ni todos los días-  tengo un sentido de la libertad que me produce una alegría  muy profunda.  Y siento una compasión y sintonía por mucha gente. Y también por mí mismo.


Sí, entiendo muy bien a esa patinadora.





7 comentarios:

  1. Uno de los mayores pasos que podemos dar, es reírnos muy seriamente de nosotros mismos.

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  2. Yo vi anoche la película de Ingmar Bergman “Noche de circo”: una película sobre humillados que en lo más hondo de la humillación son capaces de reconciliarse consigo mismos y entre sí mismos, y de convertir la humillación en una gracia. Hay escenas tremendas, como las miradas llenas de amor que al final de la película se intercambian el jefe de pista apaleado y la amazona violada. O la escena inicial, el payaso grotesco que carga con su mujer desnuda como una cruz, entre las burlas de una compañía de soldados, y de vuelta al circo con su esposa desnuda al hombro cae tres veces, como Cristo, y de la tercera caída ya no se levanta, siempre entre la burla de los soldados, y llegan los otros payasos a recogerlo. No hay lógica que explique cómo de la humillación puede nacer el perdón y la reconciliación entre humillados.

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    Respuestas
    1. Habrá que ver esa película.

      Buen comentario. Gracias. Mi respeto gordo Quilombo.

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  3. Cómo me gustaría tomar contigo un Macallan despacico despacico, maño.
    Tú de perdedor —o como se diga— no tienes ni siquiera una letra.
    Aunque creo que tú eres más de bourbon.
    Me apunto la peli que dice Quilombo.

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  4. Es de hombres muy hombres y muy barbados el Macallan-Jack Daniels. ¿Nos podemos tomar un trago de Atkinsons?

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