Vivo muy cerca de la senda por donde pasa el Camino de Santiago Portugués. Es un río de gente el que anda . Hay de todo: rollo Coronel Tapioca, o Indiana Jones en busca de su particular Arca Pedida, mujeres con pinta de querer tener una granja en África.
Me dice un sacerdote que es párroco de una iglesia donde celebra misa con frecuencia a peregrinos de ganaderías muy variadas , todas católicas - el Camino Neocatecumenal, Hakuna, Opus Dei, legionarios - que no sueltan un euro:
- Eso sí , todos te encomiendan, te agradecen la disponibilidad , te dan una palmadita, pero, coño, que gasto en luz, en formas, en casullas y albas, el sacristán.
Yo estoy convencido que para hacer el Camino hay que ir solo. Es la soledad donde , poco a poco, penetra el espíritu de la fe. No vayas a rezar. Ni siquiera busques nada. Si vas solo, la fe, o algo que ni siquiera sabes que buscas, te alcanza.
He andado tres Caminos: el de San Ignacio , desde Montserrat, el Portugués, y el de la Plata. Siempre deambulando hacia ninguna parte , a la deriva. Como yendo sin ir. Sin prisa. A veces bajo un sol achicharrante, otras bajo la lluvia, o con una sombra tan densa que parece de carne. El camino hace sobre el espíritu como un trabajo de lima, conforma recuerdos . Andas embobado, fascinado, abandonado a este instante. Me sucede con este tipo de paisaje abierto y extenso lo mismo que con el mar: contemplo y me siento pequeño.
El andar largo agota la fantasía. Imaginamos la senda tan viva, poblada de seres misteriosos, ángeles, difuntos que te acompañan, árboles que hablan y se mueven , fuentes mágicas, búhos que vigilan, pájaros hechizados, plantas y flores encantadas...un laberinto maravilloso.
El sendero del Camino habla, ¡ tiene tantos sonidos! ¡ Y tantas presencias!
Dicen que si acercas una caracola al oído escuchas el eco del mar. Aquí sucede si abrazas un árbol y pones la oreja en su corteza apelmazada de musgo.
La brisa mueve las ramas suavemente, abanica el alma de las cosas. Cosa fina pasear a esas horas de la madrugada o de la tarde. Es la sensación como de un trémolo líquido, como el inicio de un leve escalofrío.
Entre las ramas el cielo adquiere a esas horas una vaga claridad , un color de rosa seca. Y antes de oscurecer , pronto se coloreará de ascuas la tarde.
Esta soledad se subraya más por el silencio apelmazado de estas horas previas al atardecer.
Andando suenan unos chasquidos musicales en la senda que piso . No se ve a nadie. Ni siquiera vuelan los pájaros, y alguna mariposa que va de aquí para allá posándose sin posar , pone una nota de silencio sobre el silencio.
Qué lejos se está de todo.
Los teólogos viven gracias al silencio de Dios. Si Dios hablara no habría teología, o tal vez si no hubiera teólogos, Dios finalmente hablaría con claridad.
Pero no existe en el mundo una revelación tan evidente como ese silencio del Camino que susurra a gritos su presencia . Ninguna gloria puede
equipararse a estos atardeceres solitarios en un sendero que han pisado millones antes que tú , cuando una parte del firmamento se convierte en polvo de oro y tus botas van pisando alfombras verdes mientras uno pasea a bordo de la nostalgia. Dios calla. O acaso su voz es esa música de brisa que vibra en las ramas. Pronto la estrellas cobijarán este camino.
"Si supiéramos el fondo de todas las cosas, tendríamos compasión hasta de las estrellas".
En realidad, todos somos objeto de compasión. Damos mucha pena, la verdad.
Pero cualquier caminante sabe que al final de la tarde siempre se arriba al final del bosque , donde se agitan los teólogos y el dinero, y las ideologías, y las miserias y egoísmos, y la dinamita canta. Es imposible escapar.
Allí uno termina por comprender que no puede seguir en la soledad del las etapas. De un lado está la estética, la belleza que salvará el mundo , y de otro, los teólogos con metralleta, los políticos, los fanáticos, los jueces, abogados, banqueros, los líderes de opinión, las putas caras, las putas baratas, el sexo sin amor, los líderes de opinión, las lágrimas de los pobres, los bienaventurados, los cínicos, los poderosos, los niños ricos, los niños pobres...
Y en medio, el silencio de Dios. ¿Qué hacer?: ¿regreso a andar otro Camino de Santiago?
El OD ya es cismático. Queda la intervención como los legionarios o la disolución o que se vuelvan partisanos a la espera de otro Papa. Cisma
ResponderEliminarHay un asunto que tengo pendiente escribir sobre una fundación ,Limmat, que el Vaticano le tiene ganas y parece que han encontrado algo muyyyy gordo.
EliminarPróximamente.
Ya estás tardando
EliminarAdelante y gracias por respetar la libertad de expresión
ResponderEliminarNo siempre lo hago. Hay algún mojón..
EliminarLo de la fundación suiza, a ver cómo lo cuentas. El tema como bien dices es potentillo. Por cierto, imagino que eres consciente que al menos a uno de los que pilotan la fundación lo conoces un poco bastante (exalumno tuyo). No digo más... ;-)
ResponderEliminarConozco a dos, mucho. Alberto e Ignaci.
EliminarLa historia es alucinante
Bueno, no los conozco muy. Digamos que son unos " saludados".
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