Tom Waits es uno de los cantantes que me acompaña en esas escapadas de por allí. Cuando salgo hacia ninguna parte me gusta parar en un bareto y tomarme una cerveza. Allí, lejos de todo me parece que estoy en la Taberna de Moss Easly, allá por Tattoine.
Tom canta con una ronquera que atufa a tugurio y a mala vida, a perdedor. Es un macarra enternecedor. A veces no canta, ni recita, gime unos lamentos guturales que, aunque no sepas inglés, estremecen. Es el Tom Waits agónico, tocando en un bar sus neuras taberneras mientras se echa al coleto Jack's Daniels con maguera y fuma cigarrillos sin dejar de tocar el piano.
Waits canta a la tristeza del novio que se tatuó el nombre de su novia con un clavo, al que es inocente sólo cuando duerme, a las mujeres frías que toman cervezas calientes. Te canta a ti cuando te sientes muy solo.
Hay cantantes mejores, pero Waits es creíble. Raphael tiene una voz sonora y una técnica perfecta, pero le falta franqueza, y cuando le escucho, me suena como un villancico interpretado por un histrión. Waits, o Van Morrison, jamás sonreirían de esa manera. No se andan con mariconadas.
Hoy en esos programas de mierda tipo La Voz se escucha al chico guapo y bien timbrado capaz de encabezar una revolución en la que asalten el poder las niñas estúpidas de Secundaria. Cantantes con el puberal encanto de un rebelde de laboratorio, de cabellos confitados y mohínes en el que se agazapa la blanda malicia de un monaguillo de Ferrero Rocher.
Con Tom Waits lo que vuelve es el contenido, no el continente, la garganta triunfando sobre el rostro, el sonido imponiéndose al maquillaje y al marketing. A Waits le queremos para escucharlo y que nos acompañe en la camorra, y no para darse un revolcón con él, o andar posterizando la habitación.
Billie Holiday alcanzó el punto más alto de su carrera a las puertas del cementerio, cuando se tenía de pie porque no sabía de nadie que la llevase a la tumba. La mitad de su llanto era cocaína, tronco, y la última vez que salió al lado de Ben Webster, al cantar lloraba como si tuviese en la boca una llaga leprosa. Estaba físicamente acabada pero en medio de tanta miseria, nadie discutió su grandeza.
La voz es importante pero no lo es todo. Tom sólo necesita un taburete, un cigarro y unos cuantos fracasos para cantar como nadie la solitaria “Waltz in Mathilda” en un bar de carretera en el que sólo quedan él, el barman y una vieja prostituta con los ojeras azuladas. Y entonces Waits se viene arriba y te hace mascar el mármol.
Y no como un tal Dani Martín , cursi y pijo, que si cierras los ojos es como si se te acercase María Ostiz cantando “ un pueblo es , un pueblo "... ¡Dios, si blasfeman hasta las partituras con éste tipejo!
Waits nos enseña que a veces el fracaso es el único éxito que te puedes permitir. Él lo sabe mejor que nadie.
A mí María Ostiz me gustaba, en todos los sentidos.
ResponderEliminarQué raro suena eso de " en todos los sentidos"😂
EliminarNo conozco mucho a TW, he leído en Wikipedia la entrada y me ha hecho gracia: su voz es descrita por el crítico musical Daniel Durchholz como «si Waits hubiese sido sumergido en un depósito de Bourbon, ahumado durante unos meses, y luego llevado afuera y aplastado por un coche». Como Obelix.
ResponderEliminarLas letras de los músicos de hoy han perdido mucho, por lo menos los españoles.
Da pena ver a Amaral quitándose la camiseta para enseñar las tetas en plan "La libertado guiando al pueblo" o todos los productos de OT, últimamente sorprende Aitana. Es la industria musical.
Me parece que a Amaral le asesoraron mal. Cortita y más gastada que la gorra de su compañero que al paso que van en el próximo concierto de Amaral el de la gorra enseñe la chorra
EliminarSi quiere usted rendirse a TW recomiendo ver el final de la película Smoke . Allí se recrea el cuento de Navidad con el fondo de ' Innocent when you dream".
EliminarMaravilloso.
¡La cantina de Mos Eisley! Para mi siempre ha sido la taberna perfecta (https://youtu.be/sPelOnd7Sik?feature=shared). Gracias por este bar, que, a veces, me recuerda mucho a esa cantina
ResponderEliminarPara mi fue un hallazgo esa cantina.
EliminarLapidario ese "el fracaso es el único éxito que te puedes permitir". Me adhiero completamente a pesar de que el fracaso está desterrado de nuestra sociedad. Pero el fracaso es lo único presente en nuestra sociedad y en la vida. No es pesimismo ni cinismo, es una evidencia. Con todo, el fracaso no es un éxito, es también un fracaso, puesto que fracasar absolutamente sería un éxito del fracaso que dejaría de ser fracaso. El fracaso es el retrato más ajustado del ser humano. El que diga lo contrario miente y miente como un bellaco.
ResponderEliminar“El que diga lo contrario de lo que yo digo…” etc., etc.
ResponderEliminarQue cada uno decida el resultado de su vida, digo, ¿no?
Aunque es de comprender que los que se sienten más fracasados obtienen consuelo pensando que el prójimo está peor.
La frase del fracaso es un verso de una canción de TW. Sólo eso. Los de mentalidad de pedagogía , o estadística, muy de ciencias, no van a entender nada.
EliminarMe temo que es su caso. Sí sigue por ese camino cristaliza en adoquín.
El gorras de Amaral hasta se quita años (unos diez), como las folclóricas. La nada se nos apodera. Y por cierto, no olvides a Eric Burdon.
ResponderEliminar¡The Animals!...grandes.
EliminarA mi me gusta como cantas tu. Cuando estoy melancólico y cuando no, me pongo a escuchar algunas que me baje del intenne hace tiempo…Vida mia, picapared, nada dura para siempre, muere lentamente , la de los puntos … Donde puedo encontrar mas? Gracias!
ResponderEliminarEl Rock es en inglés o no es, con el permiso de algunos grupos españoles como Héroes, que brillaron con luz propia. Pero los que trataron de emular a los rockeros genuinos... buah, hasta se cargaron en parte el castellano con expresiones cuasiliterales tomadas del inglés.
ResponderEliminarCosa distinta es el mestizaje. Sabina o El Último de la Fila. Obviamente la lista es larga. A Fito, por cierto, se le perdona todo. A Ríos no lo trago.