Últimamente me da por escribir entradas a calzón quitado sobre mi, y hoy va de un asunto que , la verdad, no es que me preocupe mucho, pero sí que creo es señal de algo. No sé si bueno o malo. Y es que desde hace unos pocos años - quizás desde que cumplí los sesenta- lloro por tonterías. Me emociono primero, después me implo, y termino por echar la lagrimilla. Entonces me digo " ¿ estás tonto o qué?...tú eres gilipollas".
La última vez fue viendo en Cine de Barrio una película de Martínez Soria, "Es peligroso casarse a los sesenta". Que manda güevos ponerse ñoño por ese mojón. Con Cine de Barrio he llegado a romper aguas con Sara Montiel y Lina Morgan.
Y , ya que estamos, sí, cada sábado vemos la película de Cine de Barrio. Y os la recomiendo para ver cómo se vestía, cómo era la gente, la policía, los coches...y entender la evolución de una España que hoy no la reconoce ni su padre. Por ejemplo, en una una película sale una escena de un edificio en obras y en la parte de arriba se culminaba la estructura con una bandera de España. Con dos cojones, Porque los albañiles entonces eran unos señores.
Y salían padres de los de antes, y amigos de los de antes, de los que si hacía calor bajaban la manivela, apoyaba el codo en la ventanilla, se encendía un Ducados, se desabrochaba el botón de la camisa, y a tomar pol culo. O se ve un tío entrar en una cabina de teléfono y coge la Guía donde, además del teléfono venía la dirección. Y no pasaba nada. Y ahora que si protección de datos y pollas en vinagre.
La gente iba sin GPS y llegaba a los sitios.
Me fui de vareta.
Escucho canciones en el coche y tengo que parar en el arcén a sollozar y moquear, y como que me falta el aire. Y no es una de Bach, o la Lacrimosa, ¡ qué va!: con Hola don Pepito, o La Distancia o, el colmo, " Oh Lord , why Lord"...hace nada Mamy blue me rompió en pedazos.
Las de misa , alguna, me ponen muy magdalena chunga: Tomad Virgen Pura, Bendita y alabada hora sea la hora, y la Barca, la de la orilla y eso. Con esa me tengo que callar porque me ahoga la emoción.
Hay gestos que veo por la calle que es que no puedo: gente mayor cogidos de la mano, madres mirando a niños...
Lloro por nada. Hasta escuchando una jota. Otros se doblan escuchando un himno, cosa que a mi no me ha sucedido nunca.
Me estoy haciendo mayor. Es la edad. El tiempo pasa y sientes que hay que atrapar los instantes. No he sido muy llorón, aunque lo he hecho de arrepentimiento, por amor, o por sentirme un cabrón. El compungimiento nos pone en frente de nuestras debilidades e impotencias y nos confirma que somos seres estructuralmente frágiles. Llorar no solo es la manera más sincera de aceptarlas, también de expresarlas.
Pero lo que me sucede ahora es distinto.
He conocido personas "secas" - podría citar unas cuántas- que no pueden llorar. Pienso que eso no es normal. En esa resistencia subyace una razón no aceptada: personalidad obsesivo-compulsiva, traumas o algún mal rollo. Alguien escribió que no hay mayor causa de llanto que no poder llorar.
Hay humanos metálicos que no se dan la gracia de un perdón; para ellos, como los recuerdos duelen, deciden no recordar; como las lágrimas hieren, no lloran; como los sentimientos debilitan, optan por no sentir.
Y es una pena. A mi llorar ya no me da vergüenza.
Buenos días Suso, me pasa lo mismo. Pienso que se debe a que ahora lo hemos visto todo, estamos de vuelta y sabemos trigonometría. Pero la música y las imágenes tienen el poder de hacernos sentir de nuevo con la ingenuidad y la fascinación de entonces.
ResponderEliminarPor allí va, sí.Gracias por compartir
EliminarPues a mí también me pasa... y también creo que es la edad. No exactamente porque nos hagamos mayores, sino quizás porque tenemos mucha más perspectiva que cuando éramos jóvenes, y tenemos más claras las cosas que valen la pena.
EliminarEn cualquier caso, no me parece una debilidad, ni nada de lo que deberíamos avergonzarnos. Me parece mucho más preocupante la gente que parece no tener emociones, o que las tiene tan escondidas que hay que taladrarlas para llegar a ellas.
Suso, al margen de que porque comartimos experiencias de vida que nos marcaron (aunque no somos exactamente de la misma época, soy unos 10 años más joven), una de las razones por las que leo el blog cada día es porque tus emociones me hacen conectar con las mías propias, aunque algunas de ellas las vivamos de manera diferente.
Por favor, sigue compartiendo con nosotros.
Pues le agradezco mucho el comentario. Llevamos unos días de mucho rata hater...la pregunta es "¿ cómo saben esta gentuza que vamos viento en popa en el Barullo?
EliminarMe quedan dos años para los 60, pero de ser el perfecto cáustico-mordaz-requetecabrón llevo ya otros dos años de sensiblería. Coño
ResponderEliminarJa ja ja ja ja
EliminarRobo palabras de Luis Landero (Lluvia fina): "Nadie había visto llorar nunca a la madre, y no porque fuese feliz, como en el caso de Gabriel, sino por la dureza de su carácter, y por su corazón fatalista y hermético."
ResponderEliminarEstoy leyendo las memorias de Camilo José Cela, son maravillosas, y allí habla de alguien que llora porque no sabe nombrar qué es lo que le pasa dentro.
EliminarEso también les pasa a los bebés: lloran porque no pueden comunicarse de otra manera, pero tampoco sabes lo que quieren cuando lloran.
EliminarSi algún día te quedas un bebé en depósito porque una pareja tiene que acudir a una boda me imagino un mar de lágrimas desbordando por las escaleras, inundando las calles adyacentes y poniendo fin a la sequía en Cataluña.
Lo que he escrito de las Memorias de Camilo José Celá fue porque me recordó a un chaval que me dijo en una tutoría " toca aquí" , y me llevó la mano a su corazón. Lo sentí al galope. Y me dijo " es que no se cómo se dice lo que me pasa", y rompió a llorar.
EliminarDespués el pobre, lo que tenía era un mundo muy podrido de escrúpulos y cosas raras. Un gran tipo ese chaval
Pues que bueno q estuvieras ahí precisamente, seguro q para él supuso mucho.
Eliminar¿Por qué leemos el Barullo? - Son las nueve y media de la mañana y ya van media docena de comentarios (publicados). Sin comentarios.
ResponderEliminarYo le leo todos los días a las 14 hs desde hace muchos años. Y me faltaría algo importante si no pudiera leer y me he reído muchísimo y sobre todo me hace volver a recordar cosas olvidadas.
EliminarSí, usted es de los fieles de muchos años.
EliminarGracias.
A usted le pongo el sombrero y hasta me atrevo a acompañarle a comprar algo... por cierto lo hice hace un par de años en Zaragoza! Menos mal q no compraste el chaleco hortera q pretendías.
EliminarCuántas veces he soltado alguna lágrima leyendo el Barullo. Es mi Madalena de Proust . O mi croissant de Suso, pues lo leo desayunando.
ResponderEliminarMuchas vivencias compartidas...
Gracias por compartir.
Stone
Por mi parte, con el caos que tengo montado en mi vida intento reprimir mis sentimientos.
ResponderEliminarEstoy en modo estoico, la corriente filosófica propia de las crisis. Ataraxia 100%.
No hubiese elegido esto, menos a estas alturas de mi vida, pero es lo que hay. Yo me lo he buscado, yo soy responsable y yo lo sacaré adelante. Yo, yo, yo, yo...
La consecuencia de no exteriorizar los sentimientos se manifiesta de manera somática: me han salido ronchas por todo el cuerpo, parece un mapamundi de Bilbao.
Tendría que hacer caso a Santo Tomás: sacar lo nocivo al exterior mediante el llanto y desparramarlo, tal y como conviene a mi alma. Pero la ansiedad por resolver los problemas cuanto antes te lleva a estropearlo todavía más.
Ponerse a llorar oyendo música me parece una cosa del Primer Mundo. Ahora estoy a otro nivel, soy Charles Bronson, A Man in Full, todo un hombre. Ni siquiera leo poesía, con lo que me gustaba ("He regresado al tigre / aparta o te destrozo", Miguel Hernández).
La señora que ayuda a mi madre en casa es ucraniana. Tampoco llora. Se trajo a su hijo, casado, y a su nietecito (su marido ya estaba aquí) y la guerra a tomar por culo. Que vaya Zelensky al frente, me dicen.
El Barullo me ayuda a desconectar y escribo tonterías, porque me gusta escribir y así me distraigo. Me río con las anécdotas, hago volar la imaginación, recuerdo...
Y Marcus no contó su anécdota. Como escribía Juan Ramón Jiménez en sus libros a modo de dedicatoria: "A la minoría siempre". El comunista Gabriel Celaya le replicó encabezando sus libros con la dedicatoria “A la inmensa mayoría”.
La realidad es que Juan Ramón Jiménez escribía lo de la minoría porque concebía el arte de una manera concreta, buscaba otras formas que quizá no todos entenderían. Los tontos comunistas lo politizan todo y luego resulta que tienen el dinero en paraísos fiscales. "Cinema Paradiso": peliculón (a llorar los del Primer Mundo).
Cinema Paradiso es algo sublime. Cine cinco estrellas. Usted no puede verme, pero ha sido leer "Cinema Paradiso" y me he puesto de pie. y, perdóneme, eché una lagrimillas por Totó el consejo de su viejo amigo : "¡Totó. Házme caso. No vuelvas jamás aquí. ¿Me oyes? No vuelvas nunca más a este pueblo!"
EliminarEsta semana estoy convaleciente, con las ronchas. Igual me relajo y lloro un poco.
EliminarLa última vez que lloré fue hace unos meses. Mi mujer estaba esa noche en el hospital, de guardia. Un amigo húngaro, pianista de profesión, había venido a Barcelona y lo invité a cenar a casa (cosas para picar y unos vinos, lo importante es la conversación).
Le conté mis penas y él me contó su vida. Yo tenía penas y él vida.
En casa tenemos un piano de media cola. Se dirigió al piano, levantó la tapa y la fijó con la varilla, luego levantó el panel, ajustó la altura de la banqueta, empezó a tocar y rompí a llorar.
https://www.youtube.com/watch?v=m_uxtZIafbY
Yo lo atribuyo al vino.
En la novela " El agua de los manantiales" , de Pagnol , muyyyyy recomendable, hay un personaje que se llama Ugolín que dice " no sé qué me pasa, no soy yo el que lloro, son mis ojos".
EliminarUna forma de mentirse.
Me temo que los que nos hemos desempeñado en los Cuerpos especiales, somos de hierro (o eso nos creemos). Y por eso nuestra incapacidad para el llanto. Es curioso porque la tradición de los que nos precedieron en otros siglos habla maravillas del "don del llanto". Creo que los que habéis combatido en Vietnam me entendéis.
ResponderEliminarTodos n os creemos muy fuertes hasta que aparece alguien que nos muestra nuestra debilidad. Normalmente , es un amor en forma de mujer, de hombre, o de hij@.
EliminarYo soy muy llorón. Siempre lo he sido. A mi no me ganas. Lloro de agradecimiento, lloro cuando pido perdón, cuando me alegro por el bien ajeno, lloro cuando rezo, cuando añoro, cuando quiero... La verdad es que intento hacerlo en privado, pero a veces fallo.
ResponderEliminarConocí un cura "Don Javier, "el indio" le llamàbamos en Zaragoza, que lloraba por nada. Y le hacíamos mil perrerías para que rompiese a llorar. Un corazón con patas.
Eliminar"El campeón", la película más lacrimógena de la historia del cine. He visto a los más duros de los Cuerpos Especiales llorarla resguardados por la oscuridad de la sala. Le pones esta peli a "el indio" y no para de llorar.
ResponderEliminarGracias por esta entrada: me viene muy bien. Estoy totalmente de acuerdo contigo cuando escribes que no es normal si un hombre no puede llorar. Lloró Jesús al acercarse a la tumba de su amigo Lázaro y también al ver, antes de llegar, a Jerusalén. Lloró Pericles por la muerte su hijo. Lo hizo Ulises al oír cantar las gestas de los Griegos en Troya. Como antes lo hicieron por distintas razones Achiles, Agamenón, Héctor, Telémaco y Menelao. Y como después lo hicieron millones de otros hombres: todos hombres-hombres nada de tíos afeminados.
ResponderEliminarNo creo caer en categoría de “persona seca” ni tampoco en la de personalidad “obsesivo-compulsiva”. Probablemente sí, en la de persona con un una afectividad no totalmente y/o armónicamente desarrollada: me cuesta llorar y, bastante veces, más en general, empatizar con quien sufre.
Creo que esto empeoró bastante en la última parte de mi pasaje por el Betis, cuando empecé a anestesiar con frecuencia mis sentimientos y emociones para no sufrir. Cosa que sin duda tuvo bastantes ventajas (ciertamente sufrí muy poco, en comparación a otros que salieron bastante machacados; y hoy – como ya he escrito otra vez- sigo valorando parte de lo que viví allí).
Obviamente anestesiar los sentimientos tiene un coste no indiferente, que incluye – por lo meno en mi caso- una sensibilidad subdesarrollada para lo que se refiere al sufrimiento ajeno.
Entradas como la de hoy o como aquellas en las que cuentas de tu actividad con gente que tuvo malas cartas de la vida, me ayudan mucho.
Como bien escribiste ayer – a propósito de la utilización de proxi-condones para flores en los oratorios de la Prela- en el Barullo uno aprende de todo: “Barullus magister vitae” . Fantástico coctel de tonterías para reírse y consideraciones muy profundas para reflexionar. Gracias.
Para mi hay una brújula en mi vida que me parece muy importante para no perder el norte- hablo de mi-, y es el considerar que ando lejos, a veces muyyyy lejos , del Suso que debo de ser, el que sé a quien debe parecerse para ser el mejor persona.
EliminarMe ha ayudado mucho eso y volver a empezar, al precio que fuese, porque sé que allí es donde me juego todo.
Y en mi caso , la compasión, conmigo mismo, y con los demás, es la clave. Si pierdo eso, me voy a la mierda.
¡ Buen comentario, Guiri!
A Suso le va bien estas dos frases de Newman. Y menos mal que no para de escribir y expressr sentimientos quw , coincido con el anterior, algunos hemos ido haciendo se piedra pomez y ahora, yo al menos no lloro por nada...
EliminarEstas son las dos frases:
Tiene demasiado buen sentido como para sentirse o tendido por insultos,
está demasiado ocupado para recordar los errores y tiene demasiada
mansedumbre como para guardar rencor.
Es paciente, tolerante y resignado en
base a principios filosóficos: se somete al dolor porque es inevitable,
al duelo porque no se puede remediar
y a la muerte porque tal es su destino.
Algunas veces, pocas, cuando tengo ganas de llorar. Pasa de vez en cuando. Me pongo la última media hora de "La lista de Schindler" y es mano de santo.
ResponderEliminarEl arte es una muy buena terapia. Estoy escuchando a Shubert y, oiga, ¡ mano de santo!
EliminarPoneos Coco y llorad a moco tendido
ResponderEliminarEn el entorno era un leitmotiv aquello de "Boys don't cry". Un grito de guerra, un himno, un algo tatuado en el adn. Especialmente en las nuevas hornadas (en campamentos, concentraciones y demás).
ResponderEliminarHay un componente hormonal muy importante. No os habéis dado cuenta de que las mujeres lloran bastante hasta los 40-50 años y luego ya no tanto y en cambio los hombres según se van haciendo mayores empiezan a ser más sensibles?
ResponderEliminarA ver. Muy interesante.
EliminarYo creo que en el caso de los chicos de nuestra generación (yo tengo sesenta) es así por las expectativas depositadas en el "macho" cuando nos criaron, el cabeza de familia, el Atlas que llevaba sobre sus espaldas todos los problemas y los resolvía.
A mí me parece que -visto el comportamiento de los adolescentes- en las siguientes generaciones de hombres no será así, que se nos derriten en las manos porque si están más fofitos que ahora, vaya, es que no lo veo.
Hoy las mujeres han tomado el mando. Se dará el caso de que las mujeres serán más sensibles cuando se hagan mayores.
Una cuestión sociológica, más que hormonal. Pero es solo mi opinión.
O cultural, la cuestión, digo. La generación de cristal es muy ...eso, de cristal. Si lo dice hasta el papa " que hay demasiado “mariconeo”
EliminarYo soy mujer, y desde luego estoy de acuerdo con esta observación.
Eliminar" Se dará el caso de que las mujeres serán más sensibles cuando se hagan mayores."
En mi caso, desde luego, es así.
Serán las hormonas... O el echar la vista atrás.
Yo tenía amigas que no lloraban nunca, nunca. Eran más duras que el pedernal. Llevaban el mundo encima.
Ahora, de cada tres cafés que tomamos, en uno se nos saltan las lágrimas. Por lo menos.
Buena anécdota. Un beso.
EliminarEsto último lo escribió una fémina y de Zaragoza
ResponderEliminarPuede que haya un componente hormonal. Aunque las hormonas no determinan comportamientos. Como mucho, condicionan
EliminarPor cierto, puede ayudar a la entrada de hoy este texto que yo tengo con letra grande en mi despacho para leerlo de vez en cuando:
ResponderEliminarDE CUALQUIER MANERA LLEGARÁS.
"Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir
de aquí en adelante del que viví hasta ahora.
Me siento como aquel chico que ganó un paquete de
golosinas. Las primeras las comió con agrado pero cuando
percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas
profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se
discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos
internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades, no quiero
estar en reuniones done desfilan egos inflados, no tolero a los
maniobreros ni a los ventajosos, me molestan los envidiosos
que tratan de desacreditar a los más capaces para
apropiarse de sus lugares, de sus talentos y de sus logros.
Detesto si soy testigo de los defectos que genera la lucha por
un majestuoso cargo. Las personas no discuten contenidos,
apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos, quiero la
esencia. Mi alma tiene prisa y sin muchas golosinas en el
paquete, quiero vivir al lado de gente humana, muy humana,
que sepa reír de sus errores, que no se envanezca con sus
triunfos, que no huya de sus responsabilidades y que defienda
la dignidad humana y que desee tan solo andar del lado de
la verdad y de la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero
rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las
personas, gentes a quienes los golpes duros de la vida, le
enseñaron a crecer con toques suaves en el alma. Sí tengo
prisa, pero por vivir con la intensidad que sólo la madurez
puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de las
golosinas que me quedan, estoy seguro de que serán más
exquisitas que las que hasta ahora he comido. Mi meta es
llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con
mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma porque, de cualquier manera,
llegarás.
Mario Andrade, poeta brasileño
Gracias por compartir.
EliminarHay que perder el miedo a llorar ... porque hay que perderlo a ser uno mismo. Yo recuerdo haberme contenido en momentos muy tristes porque intuía que se me pedía mostrarme sereno y sonriente ... pero era artificial y ahora me arrepiento.
ResponderEliminarY hablando de lágrimas menos dramáticas y en relación con lo que comentabas del mundo que vivimos, hay tantas visiones que ahora son entrañsbles: ayudar a cruzar a un ciego un paso de cebra, el cartero con su uniforme azul y su zurrón de cartas que conocía a todo el barrio por su nombre, el municipal con gorro de orinal, la señora del puesto de chuches, el chico de los recados, ... bien valen unas lágrimas de añoranza.
Sí señor. Un abrazo inmenso
Eliminar