LA ZABALDICA.

Hoy iré a visitar a mi madre. Ha tocado que se celebra su día.  Una vez al mes nos turnamos los cinco hermanos para  estar junto a ella. Está estupenda de cabeza y de corazón. Noventa y tres años. Y todos tenemos la impresión de que es una bendición tenerla tan cerca, y ella también. 

Cada vez que voy me curro qué hacer, qué decirle, qué gansada hacerle. Y ella se deja hacer, porque es muy guasona. Muchísimo. Mi madre es una señora muyyyy divertida.

Lo que  hace que cada viaje sea tan especial es que puede ser el último. Para ella. Pero también lo puede ser  para mi. Muchas veces pienso a quién de los hermanos le tocará esos últimos  momentos de vida de ella. Y rezo a diario que se vaya durmiendo, que no sufra.

De eso también hablamos cada vez que estamos juntos. La muerte no parece darle miedo. 

Mi madre es supernumeraria, y cada semana , los miércoles, va a darle la comunión y a confesarla  un sacerdote. Para nosotros eso es  un puntazo. Mi madre no tiene un euro, vive en un piso muy humilde, y es una mujer muy sencilla. Quiero decir que la opus no la atiende porque allí huela a morterada o a los "Cuarenta Principales". 

Y eso está bien. 

Yo he sido de esos que he dado charlas sobre la muerte que las daba tan bien que parecía que uno  ya se había muerto. En realidad , no tenía ni puta idea. Supe lo que es la muerte cuando murió Manuela. Sólo puedes hablar de lo que has vivido,, sentido, dolido.  

Todos vamos a ser golpeados alguna vez  por ella y nos hacemos preguntas: ¿ qué pinto yo aquí?, ¿ qué sentido tiene esto?, ¿ qué voy a hacer a partir de ahora? Y cada uno responde como puede, porque hay quien la muerte le cierra todas las puertas, y hay quien se las abre. Hay quien se niega y sigue adelante sin querer saber nada del sufrimiento, y hay quien se replantea todo y vuelve a empezar. 

A mi me sucedió esta segunda opción: volví a empezar.  La muerte de Manuela me enseñó a amar la vida y su después.

En fin, me fui de vareta,  estar con mi madre es estar con una persona nada impostada, que irradia una alegría y un buen humor maravillosos, toda ella es luz. No se da un pijo de importancia. Pese a las circunstancias adversas que ha sufrido en su vida - desde sus primeros años en su familia ( fue a los dieciséis años a Madrid a trabajar  de niñera a casa de los duques de Villahermosa porque no había un duro en su casa - ocho hermanos y un padre cartero). Hasta su boda con mi padre , a las ocho de la mañana - un niño bien desheredado por  casarse con una pobre mujer que intuían lo hacía por dinero....sin embargo, fue una vida plena, repleta de canciones, de mucho amor, de cosas buenas.

Supieron hacer un hogar sin rencores,  que irradiaba bondad, buen humor, que contagiaba lo que hoy vivimos todos: cariño, confianza. Y cada uno hemos salido con sus vida y sus cosas, pero unidos.

Con personas como mi madre este mundo es mejor, más humano y bondadoso, más noble.