Antes de ir a vivir a Monterols - un centro de estudios donde se formaban las nuevas vocaciones al Dinamo de Moscú, y también se probaba la idoneidad, o no, de su entrega- estabas dos meses en una curso de verano. Yo llegué asilvestrado , pero allí , a base de correcciones y de broncas (porque a veces con la corrección no bastaba) a uno le ponían a andar..
Uno de los temas en los que llegué pez era en lo que llamaré " Baladas de amor inconsútil".
El director era un psiquiatra , un tío que estaba bastante pallá, con un sentido del liderazgo un tanto inestable. Era un creador de tabús. Yo entré allí virgen y salvaje salí de allí domado y con muchas telarañas, fijaciones, rarezas y estrecheces. ¡ Con lo majo que yo era!
En lo de las canciones el director era un obseso de las letras de amor. Para él había canciones al mismo nivel que comer cerdo para un musulmán. Yo no sé qué tenía con Roberto Carlos, Julio Iglesias, los Pecos, Dyango, Jeanete...en fin, que si decías " querida , querida , vida mía", o " abrázame, pero no me digas nada , pero abrázame", o " y te vaaaaassss, y te vasssss, rompería casi todo si no estás". Y el tío te venía cabreado y te decía , pero poniendo cara de haber lamido la escobilla del wáter, " ésta canción no la cantas más, ¿ de acuerdo?".
Una vez que me puse a cantar " Para que no me olvides" de Lorenzo Santamaría , se levanta, viene a por mi , y suelta " ¡ te he dicho que esas canciones no. ¡ Basta!".
Yo pensaba " ¿ pero este tío qué se cree, que voy a enterrar la nutria con la chica de Lorenzo?. Era tremendo. Pensaba que con esas canciones de amor las aprovechaba el personal para la cosa lúbrica - ya no digo si tuviera una connotación carnal, rollo besos, abrazos, o piel....
Total, que al final sólo podías cantar canciones ambiguas , neutras, que lo mismo servía para la Virgen, tu madre, o tu hermana. Tu prima no, porque también en las charlas de pureza, ignoro la razón , siempre salían las " primas". Ese sí que es un tema que me gustaría profundizar: "¡¡¡ las primas!!! ".
Otra que sí podías cantar era la de " ¡hoy hay paellaaaa, qué delicioso manjarrrrr!".
Una vez , en un show, salió a cantar un numerario recién pitado . Era un tío que venía de provincias. Formación escasa. Tal vez había estudiado en la pública. No lo sé. Pero imitaba muy bien a un cantante que se llama Richard Cocciante. Tenía el italiano una canción bastante guarrilla donde el notas baranda se iba calentando, con esa voz afónica y sensualota , y terminaba cantando a gritos " ¡¡¡ Y AHORA QUE ESTÁS AQUÍ , DESNÚDATE COMO YA SABES TÚ, TE NECESITOOOOO!!!.
Y el numerario se movía así, como dándole a las caderas palante y patrás, con los ojos cerrados,, muy puesto en su papel erótico ...y, entonces, llega el psiquiatra Moisés- lo mismo que Charlton Heston con las Tablas - se incorpora de la silla , y dice " ¡ vamonos, basta!". Y todos nos levantamos del show dejando a Richard con los ojos cerrados el micro en los morros, y las manos en la entrepierna.
El tema de la entrada son los tabús. Este director era un creador de tabús. Creaba una línea que dividía " los que se enteraban", estaban bien formados, y " los que no se enteraban", no tenían buena formación. Yo , hoy, con sesenta y siete años, aún me cuesta cantar ciertas canciones porque me parece que desdicen. Lo del tono humano y eso. Por ejemplo, hay una canción de Melendi que dice
" Y en este bendito cuerpo a cuerpo
A mí me surge la gran pregunta
¿Cómo me vas a decir: "te quiero"?
Si ya tenemos la boca junta
Si ya tenemos la boca junta".
Y me imagino al de Dou, y es que no puedo.
Me sucede lo mismo que esas tribus que les han enseñado que tocar el totem produce la muerte. Y no sólo son canciones. Hay muchos tabús tatuados a fuego que siguen allí. Soy incapaz de comulgar en la mano. A veces lo he intentado - en la pandemia - y estuve a punto de caer al suelo y gritar " ¡ Señor, Hijo de David, perdónameeeee!". No puedor!...
Hubo una época en mi vida que estaba lleno de tabús: en el sexo, en las mujeres, en la religión...y, en fin, algún tatuaje me queda. No me he desprendido de todas las pinzas, y un poco colgado aún estoy.