Soy experto en grandes cagadas. Meter la gamba lo hace cualquiera, pero pedir perdón sólo está al alcance de unos pocos. Ya casi nadie pide perdón. O lo hacen de tal forma que encima parece que hay que preguntar exactamente qué quiere decir.
Una vez, por un motivo profesional, nos convocaron a una reunión en un colegio femenino de la Real Suciedad , que llamaremos Talita Cumi. El motivo era que prescindían de nuestros servicios. Rompían el contrato. Y la directora era tan tan tan que no teníamos claro qué era lo que quería decirnos. Así que, después de cerca de media hora de bla bla bla, le pregunto:
- Perdona, es que no sabemos qué quieres decirnos. Para entendernos, ¿estamos en la puta calle?
- Hombre, yo no lo diría así...pero sí, rompemos nuestra relación profesional con vosotros.
Me gustaría escuchar a esta pava pedir perdón.
De bien pequeño he tenido que pedir perdón muchísimas veces. Y, en alguna ocasión, mis padres me han obligado a ir a una casa a disculparme por alguna buena barrabasada. Como cuando llamé por teléfono , simulando la voz, a una vecina y le dije cosas que la pluma no puede, no debe reflejar. La señora identificó mi voz y tuve que ir a disculparme.
De pequeños, cuando la armaba gorda bajaba la cabeza y fingía unos pucheros , que es que había que verme. Y de mayor he seguido igual, incluyendo los pucheros.
En Viaró me pasé mil pueblos con un chaval. Le dije de todo, con unos tacos muy subidos. El padre era un supernumerario protonotario muy principal, y Javier Guillén, que era el director, me obligó a pedir perdón e ir a casa del piadoso señor.
Tenía ocho hijos. Y me veo en el salón a toda la familia. Y yo voy y pido el indulto, la indulgencia, y la gracia del perdón. Y el chaval al que insulté me miraba con cara de hijo de puta norcoreano. Y el padre, encima, preguntándome la razón de mis palabrotas.
Lo que es extraordinario es que , años después, me crucé con ese crío, ya mayor, y casado, y no recordaba nada de aquello.
A mi esa escena - si me pongo a contar anécdotas no acabaría- me daba igual. Creo que lo que más he hecho en mi vida es pedir perdón.
Para mi meter la pata, pillarme en falta, cagarla , no es un síntoma de fragilidad. Pifiarla es un algo que pasaba. Muchas veces he deseado que la tierra me trague.
Y, ya que estamos, es un talento, también, elegir en el momento apropiado la palabra más inapropiada. Fue en Valladolid, en el colegio Peñalba, que me crucé en el hall de entrada con una madre Mostré una alegría descomunal y muy exagerada y, dándole unos golpecitos en la tripa la felicité por su embarazo.
Seguí, y el que me acompañaba me dijo " joder, tío, no está esperando , es así. Es gorda ".
Y aunque aquella tarde me quise morir, ahora es una anécdota divertida. Las cagadas son poco más que risas futuras. El mundo gira y el tiempo lo perdona todo.
Lo canta Jovanotti. “Gira il mondo e gira” (Bella).
ResponderEliminarhttps://m.youtube.com/watch?v=iKP0nEXpfrk
Yo estoy entusiasmado con Jovanotti. Dejé los CDes en el centro donde vivía.
EliminarMi favorita es "Mi fido di te".
https://www.youtube.com/watch?v=LvG12qnnY_g
He olvidado decir que el vídeo de Mi Fido di Te está filmado en Budapest. Orgullo patrio.
EliminarSólo recordar que aquí no se hace publicidad de nadie. Salvo que el administrador quiera. Lo digo por esos que me envían enlaces de gente que quiere promocionar . Vengan de donde vengan.
ResponderEliminarYa sabéis chicos/as: dejen de dar la brasa enviando las interminables "homilías" del pater Antonio Mopa.
ResponderEliminarEra por otro.
EliminarMopa ...¿ Quién es Mopa?
Cagarla sin pisarla. Eso sínque es difícil, si la pisas te la llevas a casa.
ResponderEliminar"La gente dice que un día mirarás atrás, a tu pasado, y te reirás. Mi política es; ¿por qué esperar? Ríete ahora"
ResponderEliminarR. Bandler
Bergoglio acaba de anunciar en la Feria del libro de Frankfurt que publicará su autobiografía en breve.
ResponderEliminar1.Muy aburridos deben estar en el Vaticano...
2.Parece que está más preocupado por el mensajero que por el mensaje...
Será A,M.F,G.
EliminarNo sea críptico, hable claro, sin rodeos ni componendas: ¿Qué carajo es A,M.F,G?
EliminarAd Majorem Franciscus Gloriam
EliminarBuenas tardes Suso y a todos,
ResponderEliminarNo sabría decir con exactitud que debe ser más difícil si pedir perdón o perdonar. El caso que hubo un día que pensé algo al respecto y me atrevería a decir que había algo “obtuso” que me llevó a plantear este dilema.
Al pedir perdón a alguien pensamos que le hemos ofendido por algún motivo, lo hacemos en principio porque reconocemos una culpa, un error y de alguna forma tratamos de enmendar el “daño” que hubiéramos ocasionado.
Llegué a suponer que, para pedir perdón, quien recibe esa petición puede que no la acoja con la nobleza que se espera. De alguna forma al pedir perdón, no sólo reconocemos nuestra culpa, sino que también trasladamos al otro la capacidad de perdonar; y pudiera ser que esa capacidad no esté al alcance de cualquiera, pues en el acto de perdonar existe a mi modo de ver no solo un acto de amor (y si quieren como alguien dijo, de ternura) sino que también un acto de olvido. Y perdonar con absoluta rectitud, supone en ese sentido (el olvido) no dar tregua al rencor.
Por ello pensé que el acto de pedir perdón no sólo es fruto de un previo examen personal ante la falta cometida, sino que además supone una capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona a quien diriges la disculpa, a fin de calibrar si esa persona puede tomar esa petición con la gallardía que supone aceptarla y por tanto de resolver determinado asunto que qué llevó entre las partes a un desencuentro.
Tal vez fuera algo retorcido el tema, pues incluso llegué a "imaginar" que el “pedir perdón” puede interpretarse como un intento de evadir y trasladar culpas propias al otro convirtiéndolo en juez y parte de algo que tan siquiera ha cometido; y en esa situación, puede que, quien tenga que perdonar se encuentre en un conflicto interior que a lo mejor ni está preparado para resolver o bien considera que el suyo, ni merece ostentar el papel de juez, ni de parte.
Estoy convencido que en este tipo de dilemas rondará la vanidad y el orgullo de uno, que poco tienen que ver con una sana rectitud de intención que siempre es una sensata regla de oro tanto para dar como para recibir.
Gracias por publicar el comentario. 😉
Creo que abusamos del perdón en el sentido que a menudo actuamos a sabiendas que con pedir diculpas después será suficiente. O sea, blanqueamos la culpa antes de cometer el error. Sin entrar en el sacramento de la confesión, que eso ya me parece desmesurado.
ResponderEliminarA ver, una pregunta para los que os desayunáis La Vanguardia religiosamente todos los días: ¿Qué os sugiere el anuncio, a toda página, en la página 5 de la edición de hoy? Imagino que como rendidos seguidores de esta publicación centenaria de la Ciudad Condal alguna idea tendréis, no?
ResponderEliminarNi idea del "Eppur si muove".
EliminarLo de leer "religiosamente" LV es ofensivo. Yo leo lo que me da la gana. Proponga un diario en vez de criticar a los demás por leer uno concreto.
No quiero caer en el "Excusatio non petita, accusatio manifesta", pero mi madre tiene 83 años y está abonada a La Vanguardia desde 1964. Yo la leo en digital, ella en papel.
Por los comentarios relativos a la prensa escrita veo que ya somos casi todos los que comentan de los años 50... actualmente si vives en un zona de matrimonios jóvenes no hay ni quioscos ni ves a nadie en fin de semana con periódicos. Es tan raro como ver a jóvenes viendo el telediario, o ver películas con anuncios... Las tiradas de periódicos se distribuyen entre organismos públicos ceoe y sindicatos, y poco más.
ResponderEliminarY por supuesto ahí, en la prensa escrita, nadie pide perdón. Pero no es mala idea quedarse en paz publicando al estilo esquela.
¿Cómo era el chiste del anuncio por palabras de La Vanguardia? Aquel que puso la esquela de su mujer en un anuncio por palabras: “Montse morta”. Le advierten que el mínimo es cinco palabras y añade en el anuncio “Vendo Opel Corsa”.
ResponderEliminarHablando de errores, voy a contar un error que cada vez que explico la gente se muere de risa, aunque a mi no me hizo ninguna gracia cuando me ocurrió. Fue en una remota playa del litoral gaditano, una playa naturista (creo que alguna vez ya he contado que es costumbre en mi familia). Estábamos jugando en el agua mis hijos mi mujer y yo; y yo hacia ver que era un tiburón y cogía los pies de mis hijos por debajo del agua. Pues bien, se fueron retirando mi mujer y mi hija, a tomar el sol a la arena, y yo me di la vuelta y vi a mi hijo de espaldas y dije, esta es la mía. Me tiré a sus piernas gritando Tiburón! Y resulta que mi hijo no era mi hijo; era una señora de mediana edad flaquita, extranjera, con el pelo corto y rubio, obviamente desnuda, lo cual hacía la situación más sospechosa, que empezó a gritar de terror mientras mi hijo a no mucha distancia se moría de risa. Me costó convencerla, porque no hablo alemán, de que yo no era un acosador sino que la había confundido con mi hijo. Por suerte, no me denunció, iba diciendo ok, ok... En fin...
ResponderEliminarPRISCILIANO
Muy buena.
EliminarEsos periódicos almenos aportan papel, y el papel puede ser muy útil.
ResponderEliminarComo decía un amigo argentino: "¿Querés que el lavabo esté limpio? Pues poné papel pal culo".