viernes, 23 de julio de 2021

NOSOTROS, LOS DE CASA.

 La  historia se  repite.


En El Bosque de M. Night Shyamalan es una minoría de puritanos la que engaña a la comunidad con terrores artificiales para que vivan de acuerdo a las normas, costumbres  y  modos  que ellos creen los correctos.


Christof es el que ha diseñado la inmensa boina bajo la que no sabe que vive Truman y el show que él llama “vida”.


Pueden actuar sobre un solo hombre como el doctor Frankenstein, o sobre muchos, todos estos miserables  nos muestran que en su paternalismo, “es por vuestro bien”, hay algo pervertido.

Es el paternalismo de un dios controlador- ellos mismos se definen  como “el conducto reglamentario” donde se manifiesta la voluntad de un dios, que es una blasfemia para el que le reza.


Un dios  que no deja a los hombres ser hombres. Un dios humano y vanidoso. Es un paternalismo indecente con el que autojustifica su vanidad, su ego y sus privilegios.


Esos tipos se   explican a  través de sus víctimas. Los que mejor descubren lo podridos que están estos líderes y el mundo que han creado son sus criaturas. La mejor forma de conocer a Christof es a través de Truman Burbank. La mejor forma de conocer a Escrivá es Echevarría, la mejor forma de conocer a …es Suso


Al final, con  frecuencia,  siempre sucede lo mismo  a  los hombres libres.


Suele ser el amor o la amistad las que rompen la hipnosis  vocacional. Truman se enamora de una extra que despierta sus deseos de explorar el mundo y dejar de ser parte de un decorado. El replicante, que como Hal 9000 es más humano que los humanos, quiere que su amada viva más que los 4 años para los que están diseñados. Y esto no puede ser, porque el  poder tiene que evitar por todos los medios que los hombres sean hombres por eso aspira a controlar todos los aspectos de la vida de los súbditos.


No puede tolerar los sentimientos individuales. No pude tolerar que Winston Smith viva su sorprendente amor en 1984, ni la primaria necesidad de escribir versos de amor de un señor sin ideología como el Dr. Zhivago.


Cuando, después de ahogarse y renacer, cuando finalmente Truman Burbank llega nadando y toca la boina bajo la que ha vivido toda su vida, vemos la materia de la que está hecha: ser de  Casa  no es más que un decorado que todos creamos, con nuestros Padres, Tías Carmen, Abuelas, los Primeros, Ángeles custodios, campanas que suenan a una hora milagrosa…  con nuestros signos externos de pertenencia. El nosotros es una realidad artificial teledirigida por la minoría que lo controla y a la que beneficia. Este es el engrudo.


Truman por fin comprende el engaño y se larga. Todo lo que ha vivido era mentira. Igual la verdad es mucho peor, pero es verdad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario