Al fallecer Manuela me fui de voluntario a Tamahú, en Guatemala.
Fueron seis meses muy intensos. Las cosas no salieron como planeé. Pero valió la pena. Cuando abandoné Tamahú, en Guatemala, escribí esta despedida. La releo años después y me conmueve. Me asombra como me fui de allí, tan sin nada, y la vida que después vino de una forma tan hacedera.
Esto lo escribí un 20 de marzo del 2015.
Me voy por la misma razón que vine: buscando.
Aquí, en Tamahu, encontré razones para la admiración, para la sorpresa, para descubrir verdades que desconocía, para aprender un fatalismo que , intuyo, me hace más tolerante. Me hice más escéptico, creo en menos cosas, y en las que creo todavía parece que hay que sudar para eliminar grasas de fábulas y mentiras que sobran.
Tengo que vivir más pobre. Tengo que mirar con las pupilas de estos niños indígenas que abren los ojos asombrados, y que sonríen a todas horas. Tengo que tener esta Fe que no es institucional, acortezada, ideológica, que tiene bancos fijos en la Misa de los domingos, o en la liturgia burguesa y mollar de un sofá agnóstico.
Quiero seguir buscando, andar nuevos caminos en las almas del mundo, su mejor paisaje.
Hay más soledades en las que doctorarse, más silencios que fecundan el corazón. Hay mucho que leer, páginas que escribir, oraciones que rezar, aunque Dios no exista de la manera que pienso...o aunque todo esto sea una puta estafa.
Regreso con la mitad del bagaje que vine. ¡Fuera camisas, adiós polos y sudaderas, deportivas y pijamas!. ¡Dios, con qué poco podemos vivir!
Y regreso...¿regreso?...¿a dónde?: ya no hay regreso. La vida se anda. Vas de aquí para allá en un mundo que es tuyo sólo por el hecho de haber nacido. Cualquier lugar es tu destino. Andar y vivir es tu vocación.
¡Adios Tamahu!, ¡adios Valle de Polochic!, ¡adiós lluvias de sinfonías achatarradas!, ¡ gallos del amanecer! ¡Adiós miradas tristes en autobuses de miseria y codicia!.
¡Adiós aldeas camufladas en verdes selvas empinadas hasta nubes de algodón!, ¡adiós riachuelos y casa de mi solaz donde despertaba la madrugada con las campanas de las seis y media del amanecer!
¡Adiós , Iglesia de san Pablo!, blanca como una novia abandonada en la puerta del Templo.
¡Adios, mujer que yo me sé!: indita que andas sintiéndote distinta en un pueblo que te parece sucio, aburrido y falso!. ¡Así es la vida, morena guapa, culobien que naciste para princesa y sientes que te pudres en esas calles empinadas, abandonadas a su suerte, de rincones oscuros y malolientes!
¡Adiós pastores de sectas evangélicas!: ¡que os dén mucho pol culo!.¡Reventad a gritos los tímpanos de vuestros fieles!, ¡sacadles las tripas con vuestros sermones !: sois la levadura que hace de ese pueblo una mentira donde se finge la virtud!, ¡hipócritas!
Dejo mucho que amo, y parto lejos, a otros Tamahu, con otros indígenas de perfiles tallados, con ladinos frutos de otros mestizajes, con otras buenas gentes que tienen miedo, y santos de mirada de fuego.
¡Adiós , Virgen de Guadalupe, aquí te canté sentido y enamorado! ¡Adiós "Dame una vida", te dejo la letra de Manuela, que no a Manuela, que se viene conmigo.
Me voy sin llorar, Tamahu, ¡adiós!: sé que a partir de hoy, muchas noches antes de dormir, cerraré los ojos y pensaré en ti.
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