Sólo el que ha dado clases a niños de primaria sabe de qué hablo.
Hay inocencia sí, y también pecado. Hay una cercanía amable y entregada de un modo - ¿ obsceno? - así lo sentía algunas tardes de lluvia, de densos ambientes , muy cargados y de un olor que podía cortarse. Miradas muchas veces muy confiadas, abandonadas al instinto. Hay miradas en esos críos que , en ocasiones, uno intuye maldad. Quizás ese mal está en espejo en el alma del que mira. La mía.
La frontera en esa cercanía está en las manos. Un profesor debe temblar antes de usar sus manos. Ya sea para acariciar, o para abofetear. El pecado en la enseñanza está en las manos. Las manos son desatadas fuerzas de la naturaleza que sólo la voluntad puede sujetar, Si no, estás perdido. El que usa las manos una vez, siempre regresa a ellas.
A mi hay un tipo de niño que me ha dado mucho miedo. El inocente de mirada salvaje, descarada, desafiante. No creo me entienda cualquiera que lea esta entrada, pero os aseguro que anidan monstruos en algunos niños. En algunos corazones de la infancia anida la ruindad, que es mucha, y muy fácil de corromper por el adulto que toca esa tecla en el alma del inocente.
El corazón de un niño es un abismo en el que cabe de todo - lo abyecto y lo sublime, lo estúpido y lo genial, lo angélico y lo demoníaco , lo nítido y lo confuso, la pureza y la mancha - y todo revuelto: de allí su delicada y subyugadora monstruosidad.
Muchas veces pienso que la frase de " un abismo llama a otro abismo" se refiere al pecado de la pederastia . El abismal corazón de un niño sólo escucha el eco de su propia conciencia cuando está mal formada, o manipulada , ese aullido capaz de derribarlo todo. De romper corazones de hierro, derretir almas de hielo, y que muchas veces no entendemos, ni sabemos explicar ese mal.
Hay uno que para sobrevivir es dependiente de los adultos y hay otro que no y que sabe lo que está haciendo.
ResponderEliminarCon esta entrada abres un buen melón. Entiendo perfectamente lo que escribes. Dejo caer otro melón, con una carga de profundidad muy potente, del que se ha hablado mucho menos (que yo sepa). El MELÓN: Las mamis que atienden, en sus casas, la fiesta de cumpleaños de su hijo y los amigos de éste. Hablas de miradas. ¡Joder! Algunas miradas de los niños que están de "fiesta" hacia la mami... lo dicen todo, son muy elocuentes. Pero lo más acojowonderful no es esta mirada (que, en buna lógica, muchas veces es natural); sino la mirada de alguna de estas mamis hacia alguno de los invitados a la fiesta de cumpleaños. En fin, no sé si sabes de lo que te hablo.
ResponderEliminarCómo no voy a saberlo!!!
ResponderEliminarPero son asuntos diferentes
Suena todo muy sucio Suso.
ResponderEliminarSuena lo que es
ResponderEliminarComo dijo alguien aunque yo se lo escuché a Don Remigio: “la jodienda no tiene enmienda.”. Y creo que eso vale tanto para los normales como para los desviados.
ResponderEliminar