Hace unos días , me habló uno de sus años en el colegio Peñalba.
- ¿ Estuviste con Julio Herrero? , me preguntó.
Julio. Toda una sorpresa de ser humano.
Cuando tomé la decisión de dejar el opus dei yo era subdirector del colegio Peñalba. Julio era el director. Además de tratar el tema con los directores de la obra, me pareció lo más honesto ir comunicar mi determinación a Julio. Y así lo hice. Era el mes de agosto y viajé lejos a charlar con él y ver cómo hacer el menor daño al colegio.
Le comenté que, si le parecía bien, no iría al colegio en septiembre, para evitar unas situaciones incómodas para todos. Propuse también que , si no tenía inconveniente, podría escribir una despedida amable en el Boletín Informativo de Peñalba que se entregaba cada principio de mes. De este modo , cortaríamos murmuraciones y habladurías paletas que siempre se dan en situaciones como ésta.
Me dijo que le parecía bien que no fuese al colegio en septiembre. Y se negó a la despedida. Julio es un hombre de criterios delegados, pero si algo no está escrito, no decide.
Fue un error. Las lenguas se desataron y me liaron hasta con la alcaldesa de Simancas.
En octubre recibí una llamada de él.
- Tendríamos que hablar para finiquitar lo tuyo.
Quedamos en un lugar lejano, poco concurrido. Eso ya me hizo sospechar.
- Sabes...es que al faltar al colegio , al no asistir sin justificación alguna los primeros días, cometiste una falta grave y perdiste el derecho a paro, y es motivo de despido fulminante.
- ¿ Cómo?...¿ me estás diciendo esto ahora, cuando quedamos en un acuerdo los dos, que a ti te pareció muy bien...y me vienes con esto?
- Bueno, sí, pero es que legalmente lo que hiciste es una falta muy grave...es la ley.
Conocía muy bien a Julio y sabía que pertenece a la raza de personas con una fidelidad de perro, sólo atiende a la voz de su amo. Dijese lo que dijese, hiciera lo que hiciera, él no se iba salir del ladrido inicial para el que había sido enviado.
Me levanté, le di la mano, y le mandé a la mierda.
- Vale. Entendido. No quiero nada.
Y me fui. Quiso retenerme para decirme que se podríamos llegar a un acuerdo cara a arreglar los papeles del paro.
Por la noche me llamó. Debió de consultar con el que llevaba la correa.
- Oye, piensa bien lo que estás haciendo. Te compensa que firmemos y arreglemos tus papeles del paro, si no, te vas sin nada. No queremos hacerte daño.
Hicimos el arreglo.
Una vez alguien me contó de un director de un colegio, El Redín, que cuando lo despidieron, se encadenó en la entrada del colegio exigiendo una indemnización de aúpa. Y, claro, se la dieron. Rapidito.
- Deberías haber hecho eso- me aconsejó.
Pero no lo hice. Es lo que tiene ser gilipollas.
Espero que Dios no sea como Julio Herrero, tan legal, y tan de " es que es la ley", porque si es así , lo tengo muy jodido.
Dios no es así. Así es un tipo de gente, he conocido mucha, que justifica acciones mezquinas, pateticas, cutres, bajo el paraguas de la moral, la ley o la amistad. Dan asco.
ResponderEliminarConocí al que se encadenó al Redín, no era el director. Mas bien un profesor detestable, de los de bofetón, pacharán y faria. En aquellos años, los ochenta, aquel fomento era una jaula de grillos.
ResponderEliminarGracias...la historia me la contó uno hace años... Fomento sigue siendo una jaula de grillos.
ResponderEliminarCon el opus no se juega, solo de sufre. Do you understand?
ResponderEliminarBueno, hay de todo. Yo disfruté muchísimo. Se sufre en todos los sitios, en unos más que en otros.
EliminarSegún las estadísticas, en la opus se sufre bastante.
EliminarHablando de colegios de la órbita “pusina”, recuerdo a un pobre hombre, profesor en un cole de éstos que, después de más de 20 años, lo despidieon por qué tenía cáncer. Ni siquiera le
ResponderEliminarofrecieron indemnización. Tuvo que denunciarlos para obtener la compensación del despido improcedente. Así las gastan.
Sí, hay historias muy feas.
ResponderEliminarSegún las estadísticas en el mundo sufrimos bastante. De hecho nacemos sufriendo y morimos sufriendo. .en la opus y en la no opus
ResponderEliminarCierto y hay siempre el cabrón de turno (sea fundador de algo o no) que se empeña en joder màs la vida del pròjimo con excusa de alcance celestial.
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