A veces pienso, aunque no sé si es cosa mía, que hay etapas en la vida de las personas que se tienen que dar para que uno vaya avanzando.
Un poco como la vieja fórmula que los pasteleros usaban con los aprendices: déjale que reviente. Pues lo mismo, reventar probando la vida hasta que moderas tus apetitos.
En mi vida afectiva, por ejemplo , o sexual , que ya no distingo mirando al pasado qué es una , cuál otra, tuve una fase de pez gato. Algo que recuerdo , a veces con vergüenza humillante, otras como algo patético.
El pez gato en el interior de los acuarios limpian el fondo (se comen los alimentos sobrantes). La mierda que nadie quiere. Uno también ha escapado yendo a peceras de noche y ha terminado comiéndose las sobras de una discoteca, de una sala de baile , desechos de tienta, los despojos de las hienas de la madrugada.
Como un don Juan de medio pelo , en esas historias:
Por donde quiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí...
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado,
ni hubo ocasión ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
Al final, en esta vida, la liga no se gana en el Nou Camp, o en el Bernabeu, se consigue en los campos pequeños, en los cosos de barro, de frío, de céspedes secos , en Getafe, o en el Alcoraz de Huesca, allí donde no televisan.
Al final, todo suma...incluso las paredes de una pecera oscura y triste.
Vaya, qué bueno. Yo también quedé enpachado, pero de Dios, y me pareció un sinsabor.
ResponderEliminarHay estómagos y estómagos
ResponderEliminarCierto, el mío muy delicado y caprichoso. Necesita variar, pues enseguida de satura de un mismo sabor. En cambio mi mujer, no pararía de comer siempre el mismo plato. Pa gustos,…colores, tanto en lo material como en lo espiritual.
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