lunes, 15 de mayo de 2023

MANO DE SANTO.

Con los años uno ha aprendido que si te duele algo , lo digas. No esperes que alguien lo interprete. Que si tienes un  servicio donde hay gente que depende de ti, diles lo que va bien o lo que va mal.  Muchas personas no saben si hacen de un modo correcto las cosas y, desde luego, la mayoría realiza su trabajo como buenamente puede.

Cuando estaba en un colegio en funciones directivas ya comenté que dediqué un tiempo a observar. Los primeros meses paseé todas las instalaciones, y visité todas las actividades de lo que se conocen como "extraescolares".

Una de ellas era la competición de Fulbito. Eran los sábados. Allí vi, bastante sorprendido, la verdad, que el entrenador del equipo, que era también profesor del colegio, al terminar la arenga de  preparación del partido con los chavales, les daba una palmadita en el culete, en plan motivador. Lo mismo hacía cuando realizaba los cambios. También, por cierto, rezaban una avemaría antes de comenzar el partido.

A los padres les parecía, al parecer, algo normal.  "Cosas del coach"

El lunes aproveché para hablar con él.

- Mira, estuve en viendo el partido y, no sé, me llamó la atención que en los cambios, les tocabas el culete , y creo que deberías  evitar esos gestos.

Dio un  respingo.

- Es una forma de motivar...no sé...ya saben que es así...¿ no pensarás qué...? tengo un hijo...

- No, hombre, no, no pienso nada. Sólo que creo que es mejor que no les toques el culete. Se puede motivar de otras maneras. Además, a los padres no creo que les motives tocándoles el culo, pues a sus hijos tampoco.

- La verdad es que me siento incómodo con esta conversación...no me la esperaba...

- Bueno, para que te quede claro, mientras yo esté en este colegio a los niños no se les toca el culo. ¿ Ha quedado claro?

Mano de santo.

Otro profesor estaba casado con una profesora del colegio femenino de la misma empresa. Y tenía fama de dos cosas ( fama que, por supuesto, nadie le había corregido). Una era que le cantaba el ala muy principalmente. Apestaba. Y no era una calumnia. La primera vez que hablé con él ya noté ese tufillo entreverado a  cebolla y queso fermentado. Algo hediondo. Parecía la puesta de largo de  la Guerra de las Axilas. Y se lo dije:

- Oye, perdona, me cuesta mucho decirte esto... estoy seguro de que te duchas todos los días, y te aseas, pero, quizás, no sé...te huele mucho la sobaquera...y...no sé, hay productos que pueden ayudarte...

Se puso colorado, rojo, bermellón, tomate:

- Pues yo me ducho todos los días y me pongo desodorante.

Pensé " ya, mis cojones". Pero puse cara de san Juan Bosco - me sale de coña- y comenté:

- No sé...dale una vuelta. Si no se puede, pues no se puede.

Mano de santo.

La segunda cosa era un poco más delicada. Lo que se decía de este profesor, y de su mujer, era que cuando  una de sus hijas se ponía enferma, uno de los dos se cogía la baja para estar con la niña malita. Como trabajaban en la misma empresa...y, encima, tenían dos hijas en edad infantil. Caían enfermas , las pobres,  cada dos por tres. 

Pero, claro, podía ser una difamación. O una  calumnia. Su currículum histórico avalaba  la teoría. Y decidí ponerle el cascabel al gato...gatazo:

- Oye, yo soy nuevo aquí, así que lo que te voy a decir, si no es verdad, pues como que no te lo he dicho. No quiero que pienses que tus bajas no son tales porque, ya te digo, no sé nada de ti...pero el caso es que tienes fama entre los profesores de que te coges bajas siempre coincidiendo que  alguna de tus hijas cae enferma...y que las combinas con  tu mujer....pero  , no sé...la gente es muy mala, ya sabes.

Se puso muy coloradote:

- Es que tengo una salud muy delicada y en los cambios de estación...

Pero el caso es que desde entonces, en dos años y medio, ni una baja.

Mano de santo.


 

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