miércoles, 24 de mayo de 2023

HIJOS DE PROFESORES.

De chaval aprendí algo que , años después, lo tuve como una máxima..." nunca mis hijos irán a un colegio donde  dé clases".


No tuve hijos, así que de eso se libraron los angelitos.


En el Salvador, el colegio de jesuitas donde estudié desde 3º de la EGB de entonces  hasta 2º de bachiller ( repetí 7º de EGB  ). Allí fui expulsado. Coincidí en mi curso con un hijo de un profesor.  El profesor, un psicópata de pelo canoso, peinado como ala de paloma, un tío tieso chulo pistacho, se llamaba Eloy Gracia, don Eloy. Su tortura favorita era hacernos el molinillo. Te enganchaba con los dedos el pelo de la patilla, ascendía hasta que te ponías de puntillas, y empezaba a  darle vueltas en el aire mientras decía " ¡molinillo, molinillo, molinillo!".


Un hijo de puta.


A mi me la tenía jurada. Se  había creado un extraño círculo vicioso entre yo, su hijo, y su padre. Su padre me hacía molinillo, yo me vengaba cascando al hijo, el niño se chivaba al padre, y vuelta a empezar.


Tengo en la memoria la llegada a diario  en coche de don  Eloy al colegio , todo recto y con la barbilla porcima de la frente, y detrás su hijo, con cara de Repelente niño Vicente. Muy seriecito. Inmóvil.  Cerúleo.


Después he conocido , he estado en cuatro colegios , muchos  hijos de profesores. Y , salvo excepciones, todos tenían un algo de almas en pena, de niños con la responsabilidad de ser imagen de su padre, " ser hijo de...".


Eso  pesa, supongo. Marca, como el hierro de una ganadería grabado a fuego. Esos chavales no podían ser , a veces - no quiero generalizar, porque no sería justo-  pájaros que volaban a su aire. Eras, sí, fulanito, pero, además, el hijo de don Mengano.


Sobre todo, si ibas al colegio en coche con tu padre.


Y más si eres  hijo de profe en un colegio de ricos. 


Con bastantes he tratado este tema años después. Y muchos han salido pelín quemadillos de esa experiencia. La mayoría de ellos no llevan a sus hijos al colegio donde estudiaron. Tolstói dijo que todas las familias desdichadas lo son de una manera particular. Yo creo que las de los hijos de profesores que fueron al mismo colegio que trabajaba su padre lo son de un modo acusadamente particular.


Varias experiencias me han dolido en este sentido. El charlar con las mujeres , las madres, de esos profesores y esos alumnos.  Insisto en que no quiero ser injusto. Pero ellas sí sabían de qué hablaban Algunas contaban con una frialdad precisa, muy bien pensada, como de confesión última,  el pequeño drama de depender de un ambiente, de personas que no entendían, de sueldos que no alcanzaban, de modos de vivir que despreciaban.


Algunas de esas madres hacían autopsias familiares que estremecían.


Que cada uno haga lo que quiera con su vida. Pero mi consejo: no lleves a tus hijos al lugar donde trabajas.




7 comentarios:

  1. Coincido; es más, creo que es un dogma irrefutable. Tanto como las innumerables collejas que les caen, con o sin culpa (la de su padre, por cretino y por querer ahorrar unas pesetas de matrícula o autobús a otro colegio).

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  2. Pocas collejas te cayeron Suso, muy pocas :o)

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  3. Es fácil decidir sobre los hijos ajenos. Pero por mi experiencia y los casos que conozco, las cosas fueron de lo más normal. Únicamente se procuró que no coincidieran hijo/a en una clase con padre/madre profesor/a.

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  4. ¿Llevan a sus hijos a ese colegio?


    Mí experiencia, con excepciones, es otra.

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    1. Habrá de todo y tanto la época como el colegio quizás habrá influido. Yo he sido profesor y en la gran mayoría de casos que conocí no se ha dado problema alguno. No más de algo anecdótico.

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  5. El problema es interno, no externo. Es un algo silencioso. También es cierto que depende del talante de cada familia y de lo que se escucha en casa del colegio y profesores

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  6. Actualmente, con los colegios vaciandose por falta de niños, no estaría bien visto llevar a los hijos a otro cole ...

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