Las cosas no se han movido ni un ápice en ciertos lugares. Con la que está cayendo en Cataluña , el avi es el avi . El abuelito de siempre de toda la vida de Dios.
Aquel abuelo de la saga de los Rius que la estampa ha fijado con su bigote engominado , rodeado de hijos, nietos, nueras y yernos sonrientes con cuello almidonado y la mano en la rodilla, era un símbolo de la unidad familiar.
En aquella época el abuelo era el amo que custodiaba a su nombre en el cajón de la cómoda las escrituras de las fincas, las propiedades de las casas, los negosis. No las soltaba ni que fuera los dedos de un trapecista.
Cuando viví en Barcelona me llamó la atención esa devoción familiar al avi : debido a eso la parentela se veía obligada a merendar con él cada tarde de domingo , o a comer . Y se arracimaban en torno a la tarta de aniversario, que ningún heredero impaciente osaba envenenar, aunque ganas no faltaban, que alguno ya cumplía los 100. Y no cascaba, el cabrón.
Conocí uno que me llamó entusiasmado:
- ¡Ha muerto!...¡por fin ha muerto!. ¡Y como el caganer!...¡ en el water!
No diré en qué hogar, porque si no alguno dirá que siempre me meto con el mismo, pero he visto en muchas salas de estar la clásica foto familiar , con un tapete de ganchillo : todos aparecían contentos en el retrato rodeando al abuelo, aunque no extrañaría que alguno estuviera pensando a ver cuando la espichaba el yayu.
Durante mucho tiempo la vidriera de esas familias la ensamblaba el plomo del anciano progenitor , y todos celebraban las distintas liturgias y tradiciones terminando con la fotografía de rigor con sonrisas que mostraban los caninos, colmillos, premolares, molares , las papilas y la gola.
Este señor tenía gran autoridad. La esposa le sonreía, las hijas le alargaban la mano como pordioseras para que el padre les pagase los colegios . A veces caían algunas monedas para la chiquillería con el consejo de " no compres chucherías que te estropearás los dientes".
Las cosas no han cambiado. Allí todavía hay una burguesía endogámica.
Con la crisis , quizás hoy más que nunca.
¡Qué bueno!, es así, así es y sigue siendo, aunque ahora el avi juega a golf y tiene sus convivencias en Castelldaura. Pero sigue mandando en la vida familiar de los demás. Manda tanto o más que ella, mejor dicho, más que ellas: l’ávia y la Opus.
ResponderEliminarCómo siempre lo has clavado. Lo peor que te puede pasar en una familia de esas, por ejemplo en la mía, es ser mujer.
ResponderEliminarUna de las cosas que nos han enseñado las últimas elecciones es que, creo, ya hemos llegado o estamos muy próximos a completar la masa crítica de pobres, menesterosos y pequeño-burgueses dependientes de la pensión o la paguita del gobierno, y sensibles al miedo de perder lo que tienen... Por tanto... en mi opinión... el nuevo Avi ya es... Sánchez...
ResponderEliminarYo viví este ambiente, la del abuelo todopoderoso, en carne propia via mi mujer. Ella era la hija de y sufrió de lo lindo, imagino igual como la del testimonio de esta misma entrada.
ResponderEliminarEn sus buenos tiempos tenía dinero, cierto poder y era un miembro del opus destacado en su zona (hasta que acabó el dinero). Un dictador de tomo y lomo que bebía de las fuentes escribarianas.
Todos sus numerosos hijos/as, que eran bastantes, sufrieron lo suyo.
Acabó arruinado gracias al opus y toda su familia se vino abajo. El “avi” dejó desamparados a los suyos “gracias a dios”.