A mis padres les tengo que dar gracias porque nos enseñaron no sólo las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero.
No la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro. No la astucia, sino la franqueza y el amor por la verdad.
No la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación. No el deseo del éxito, sino el deseo de ser y de saber.
Esas grandes virtudes son las que respiramos . Y fueron la primera sustancia de la relación entre nosotros, el principal fundamento de nuestra educación.
Por eso somos como somos los Mendive Zabaldica.
No educaron en que lo grande puede contener también lo pequeño. Y mi padres - pienso que sobre todo mi padre- sabía que lo pequeño, por ley de la naturaleza, no puede de ninguna manera contener lo grande.
Esa es la razón de mi desprecio por cierto tipo de personas. No soporto la mezquindad, la codicia, la virtudes burguesas del ahorro, el " no te metas en líos".
Qué gran suerte tener unos padres así!
ResponderEliminarNatalia Ginzburg.
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