Papini era un hombre terrible . Hoy nadie casi nadie sabe quién fue, pero en su día se tuvo como un genio.
En su diario se atreve a relacionar el final terrible de algunos prohombres por su anticristianismo:
Robespierre (decapitado); De Sade (prisionero y loco); Shelley (náufrago); Zola (asfixiado) ; Nietzsche (loco); Lenin (paralítico); Rosenberg (ahorcado); Comte (loco).
Todos ellos han combatido al cristianismo o han intentado sustituirlo por otra teoría o fe. Papini necesita que Dios se vengue. Era , me parece, una manera de pensar muy de su tiempo. Siendo crío, recuerdo una prédica de un jesuita , el padre Lucia, que contó un accidente de tren donde falleció un chaval que la noche anterior había tenido una caída contra el sexto mandamiento ( siempre me pregunté cómo pude averiguar esa caída si no la confesó y falleció en el accidente). No se me olvidó la sentencia final " murió en pecado mortal".
Y guardó silencio. Ese silencio a mi, apenas un mozo, me impresionó mucho.
También san Josemaría era un hombre muy de su tiempo, y sus meditaciones eran tremebundas y de gran espanto. Muy histriónicas. A los hijos suyos que abandonaban su vocación les profetizaba : "no encontraréis la felicidad fuera de vuestro camino, hijos. Si alguien se descaminara, le quedaría un remordimiento tremendo: sería un desgraciado. Hasta esas cosas que dan a la gente una relativa felicidad, en una persona que abandona su vocación se hacen amargas como la hiel, agrias como el vinagre, repugnantes como el rejalgar".
Todo eso es muy poco evangélico. Esa necesidad estaba muy extendida en la época : ya decía Nabokov que en Hollywood era imposible que te aceptaran el guion de "un ateo que llega feliz a los 100 años".
Yo no sé quién es Dios. Me tocó nacer en una familia, y en una sociedad que creía en Él, a veces de un modo obsesivo, atormentado, terrible. Y esa familia me formó en un amor a ese Dios que no siempre comprendía. Me costaba portarme bien y ser aceptado. Muy débil. Muy cortito. Mucha imaginación. Demasiado corazón.
Y busqué. No hago otra cosa.
Un poco soy como el del chiste. Aquel individuo que se iba a atar un zapato en un derby y se le subió encima un hombre, creyendo que estaba montando un caballo. Cuando lo contaba, alguien le preguntó: “¿Y tú qué hiciste?”. La respuesta fue: “Hice lo que pude, llegué el cuarto”.
Así he ido en esta carrera que me ha tocado correr en la vida. Es maravilloso. A veces tengo la impresión que se han ido subiendo a mis espaldas unos y otros y, ¡ hala!, ¡ a correr!, sin saber por qué, ni hacia dónde, ni para qué, ni para quién. Pero corriendo.
Siempre que me preguntan algo en ese sentido digo lo mismo: que hago lo que puedo, que llego el cuarto, el segundo o no llego, pero no me paro, sino que echo a correr.
Y, supongo, o estoy seguro ( porque en ocasiones lo estoy) , toda esa carrera, ese Hipódromo gigantesco , tiene un sentido que se me escapa.
Por eso corro.
Si no la confesó la víspera y palmó inmediatamente tras la caída, quién la contaba, participó.
ResponderEliminarTengo el recuerdo de aquél cura manchego, que estuvo muchos años en México lindo, hablando de Papini. ¡Qué gran hombre! Tendría tantas anécdotas de él...Cuando en el bienio llegábamos a Nietzsche, decía... Pobrecito, vamos a rezar un Padrenuestro por él... Y lo rezábamos y saltábamos al siguiente autor de buena doctrina....
ResponderEliminarLa vida parece un videojuego donde el protagonista puede ver a su alrededor fealdad, traiciones, crueldades... y el reto del protagonista es lograr amar de verdad, es decir amar a pesar de "todo esto" que ha visto.
ResponderEliminarBastante hemos conseguido con llegar a esta edad sin demasiadas taras psicológicas después de una infancia llena de amenazas y una adolescencia frustrante.
ResponderEliminarEn ese mismo bienio (no digo el mismo año, pero sí en el mismo lugar en que se hacía el bienio cada verano), recuerdo de otro cura que tenía fama de ser muy exigente y severo en su asignatura se decía aquello de “la fe mueve montañas, pero no Islas”. A buen entendedor pocas palabras bastan 😉.
ResponderEliminarPero Isla era más bueno que el pan! Los de mi promo nos metiamos un poquito con él y se lo pasaba en grande. En el fondo, lo que le hacía falta, era un poquito de juerga.
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