Hace unos días un conocido , profesor en un colegio público de un pequeño pueblo de Pontevedra, me contaba el caso de una alumna que debía asistir al bautismo de una hermana. Los padres están separados. El profesor le dijo " eso es una buena noticia".
- ¡ Qué va!- contestó. ¡ Hay muy mal rollo! Mi padre se ha cambiado de sexo y quiere asistir al bautizo, y mi madre y mi abuela están que se quieren morir.
Si esto sucede en un aldea , no estamos en Manhatan, la cosa está ya más que acortezada.
Un total de 1.306 personas modificaron su sexo en el Registro Civil en 2022, según los datos del sistema de información del propio registro (Inforeg y Dicireg). Se trata del año que ha registrado un mayor número de casos de este trámite, cuadriplicando los de 2012.
Cabe recordar que, tras la entrada en vigor de la Ley Trans, para cambiar de sexo basta con la solicitud (entre 14 y 16 se requiere el beneplácito de los padres y entre 12 y 14 se precisa de autorización judicial). Una vez recibida la solicitud en el Registro Civil, se cita a la persona interesada para que comparezca. Realizado ese trámite, se vuelve a citar al interesado en un plazo máximo de tres meses y si ratifica su intención, en el plazo máximo de un mes se emite la resolución para materializar el cambio de sexo.
La primera trampa fue legislar sentimientos. Pretender hacer Derecho con los sentimientos es explosivo y algo muy difícil de encajar en la sociedad. Por otra parte, ampara el fraude de ley, como ya ha sucedido en oposiciones policiales y en algunas cárceles. El disparate no queda ahí. Si un hombre cambia a mujer, se beneficiará de las acciones positivas en favor de la mujer. Y si luego cambia de mujer a hombre, conserva los derechos adquiridos gracias a tales acciones positivas, sin deber de reintegrar nada.
Es esta una forma una inmejorable manera de crear un clase privilegiada.
Además, la trampa de poner la transexualidad en el mismo plano que la homosexualidad. En el mismo colectivo, como un todo. En fin, no creo sea lo mismo ser homosexual que ser trans. Es algo más que evidente: la necesidad de amputarse el pene o los pechos para aceptarse no es algo que pertenezca al campo de la sexualidad, sino de la psiquiatría. Nada que ver con la homosexualidad.
Pero ha colado.
¿ Dónde está la trampa en este juego de trileros ? Es muy sencillo. Cualquier objeción a la consideración de la transexualidad pasa a ser directamente un ataque al colectivo, a los homosexuales, principalmente.
Hoy alguien que ponga en duda que la transexualidad es algo deseable, que forme parte de la diversidad sexual, o que su cuestionamiento debe quedar en el marco del respeto o la educación y nunca en el marco de lo judicial o penal, está atacando al "colectivo".
Aunque, en fin, comienzan a darse cuenta algunos grupos feministas y homosexuales de que no cuela.
¿Por qué no se estudia el origen del infierno por el que pasa alguien que se rechaza hasta el punto de desmembrarse? Si es genético, hormonal, psiquiátrico. Se se produce en el vientre de la madre. Si tiene que ver con los tóxicos, con los disruptores endocrinos. Si es cultural.
¿Por qué se censura la ciencia para complacer una ideología mediante una gran mentira mantenida por todos?
¿Por qué no conocer los motivos de tanto dolor para intentar solucionarlo?
¿Qué cojones tendrá que ver alguien que se siente atraído por personas de su mismo sexo con alguien que necesita construirse un pene con tejido del antebrazo para alejar de su mente los pensamientos suicidas?
Por qué los científicos de todos los campos han renunciado vergonzosamente a articular un discurso alejado de lo meramente emocional, basado en la biología, la química, la endocrinología, la neurología, la psiquiatría?
Y ya por por último, algo que me llama la atención. ¿Por qué la gente de una u otra orientación sexual, o por lo menos la mayoría, se siente cómoda integrada en un colectivo con otras personas con inquietudes y problemas con los que nada tienen que ver?
Volviendo al principio de la entrada. El profe me dice que se está adoctrinando en las aulas a niñas y niños sobre este asunto...el desastre es mayúsculo en el caso de las y los menores, por los daños irreversibles que conlleva: se introduce desde las escuelas que existen “identidades de género sentidas” dentro de un espectro que refuerza estereotipos sexistas tradicionales y que mutilar y hormonar el cuerpo de por vida es un derecho.
Estamos en manos de enfermos.
La noticia de ayer: un preso trans deja embarazada a una interna tras ser trasladado a una cárcel de mujeres de Alicante.
¡ Pues, claro, es una mujer con la voz de Joaquín Sabina, y una tranca como un burro viejo!
Creo que en general una persona sana se acepta a sí misma tal cual es; con su género, su rostro, su estatura....
ResponderEliminarSi alguien dijera de sí mismo que "en realidad no es una persona, en realidad es un...león", quizás actualmente se le ofrecería "ayuda" "respetando su decisión" e insertándole colmillos y garras.
Pero no, alguien así no necesita garras, más bien necesita ayuda psicológica.
Manifestar quien “eres”, (ja, cuando a esa edad no sabes por dónde te da el aire) es un derecho humano, los demás solo tenemos un interés en mantener e imponer en otros lo que pensamos.
ResponderEliminarSi se hace antes o con la pubertad, se quita la experiencia del sexo, la experiencia de su propio cuerpo a la víctima. No lo siente nunca.
Eso sí, los adultos que rodean a la víctima, que son los únicos que toman esa decisión y la hacen posible, se sienten consigo mismos de maravilla. Quien toma la decisión de castrarse?
Básicamente, la polémica “ley trans” consiste, como dices, en legislar con sentimientos para convertir deseos e inclinaciones en derechos. Eso se encuadra en una mentalidad general de nuestra época: lo que yo deseo es un derecho, por el que yo ni siquiera tendría por qué luchar; si no me lo conceden es una injusticia; y que yo tenga que luchar por él, ya demuestra que el entorno es retrógrado (reaccionario, fascista, represor). Unas veces se trata de inclinaciones sexuales, otras veces se trata de la independencia de Cataluña, otras veces se trata de la propiedad de una vivienda, o de cualquier otra cosa. No estoy diciendo que no exista el derecho a desear y a sentir. Sino que el cumplimiento de deseos a cargo de terceros y la plasmación objetiva de sentimientos no siempre pueden ni deben estar garantizados por ley.
ResponderEliminar¿Qué gritaba una y otra vez la de la foto hace unos meses? Que el “corazón” de la ley “sisí” es el “consentimiento”. Sin embargo, hay cosas que no se me deben hacer ni siquiera aunque yo las consienta, porque mi consentimiento puede estar viciado o, simplemente, puede ser inconsciente o inmaduro, como sucede con el “derecho de los niños al sexo”, que la de la foto reivindicaba enfáticamente, tildando de “fascistas” a los discrepantes. Que yo me sienta íntimamente expoliado y avasallado por las cargas fiscales tampoco me da ningún derecho a no pagar mis impuestos.
En el caso de la “ley trans” hay un agravante adicional. Y es que los sentimientos son cambiantes y manipulables, precisamente porque tienen un componente cultural: ésa es la distinción entre biología y psicología de la que tú hablas. Una persona puede cambiar oficialmente de sexo cada tres meses, es decir, puede ser mujer en primavera y otoño y hombre en verano e invierno. Que un preadolescente de quince años se sienta -o crea sentirse- niña, no significa que dentro de diez o de veinte años se sentirá mujer (¿cuántos niños y jóvenes que en los años sesenta y setenta se sentían rotundamente católicos conservaban su fe en los años ochenta y noventa?). Pero las hormonaciones y las operaciones de cambio de sexo son irreversibles. ¿No es una contradicción liberalizar el cambio administrativo trimestral de sexo y al mismo tiempo los tratamientos quirúrgicos y endocrinológicos irreversibles? En otros países ya está sucediendo que la liberalización del cambio de sexo ha causado muchísimo más daño que el que pretendía evitar, o sea, que con el paso de los años hay más arrepentidos y traumatizados por haberse operado u hormonado irreversiblemente que los trans que antes no podían hacerlo. ¿No es exactamente esto lo que sucedió con la ley “sisí”, que pocos meses después de promulgarse ya se había convertido en la ley “sueltavioladores”?
Lo de vincular el independentismo catalán con la inclinación sexual y con la propiedad de una vivienda es de traca. Ya no he seguido con la lectura…
EliminarNo sé qué entrada ha leído usted.
EliminarVincúlese y repase la entrada.
Bueno, yo pensaba que la entrada versaba sobre una manera de hacer política legislando con sentimientos. Tanto el texto de la entrada como la foto que la acompañaba me hizo entenderlo así. Mil disculpas a todos si lo entendí mal o si no me supe expresar.
EliminarEstimado anónimo de las 22:17: No estoy vinculando el independentismo catalán con la inclinación sexual. Evidentemente, comparados entre sí no tienen nada que ver. Pero, dentro del tema de una política dedicada a legislar con sentimientos, en ambos casos tan diferentes se trata de movimientos sentimentales que han sido apadrinados por distintos grupos políticos que transmiten la idea de que la identidad (nacional o sexual) no la determina en absoluto la historia ni la biología, sino exclusivamente el sentimiento. No importan siglos de historia: si no me siento español, no soy español; no importa que yo tenga órganos sexuales masculinos: si me siento mujer, soy mujer. Esos grupos políticos abanderan la idea no ya de que existe un derecho a sentir (lo cual nadie discute), sino de que es deber del Estado garantizar que la realidad no contradiga el sentimiento; si el Estado no lo garantiza, es represor. Sobre todo esto se puede discutir, desde luego. Pero cuando en lugar de ir a la raíz del conflicto entre sentimiento y realidad (yo pensaba que éste era el tema de la entrada) el sentimiento se absolutiza obviando, desautorizando o reinterpretando ideológicamente realidades objetivas como la historia o la biología, el resultado es que, en lugar de contentar a los sentimientos, aumenta la insatisfacción, y que lo que inicialmente se presenta como una conquista de derechos acaba siendo causa de traumas.
De nuevo, mil disculpas a todos si no lo he entendido o si me me expresado mal.
Fantásticos el comentario , como es habitual
EliminarNooo, qué vaaa! La mayoria que dicen ser trans (de macho a hembra) no se corta la colita, ni hablar. Dicen que por si acaso, o sea, ni medio maricones, nada, flojitos de seso.
ResponderEliminarYo creo que es solo decadencia revestida de derechos.
ResponderEliminarPues también
ResponderEliminarPero criminalizarlo tampoco fue ni es la solución. Será delito en un estado teocrático pero no para una sociedad avanzada, aunque siempre hay quienes seguirían con la Inquisición. Para los demás, no para ellos, por supuesto.
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