MIEDO AL RIDÍCULO.

Al final se trataba de no ser un imbécil, de no hacer el ridículo. Era una frase de mi padre " Suso, ten miedo al ridículo". Algo se olía ese hombre sobre mi.  Ahora, cuando ya es tarde, caigo en la cuenta que hacer el ridículo es  marca de la casa. 

He querido querer todo, lo primero que se ha presentado. Y lo he despreciado. He imitado la santidad, la heroicidad, y  he sido una caricatura. Un rebelde sin causa, un conformista sin reflexión. Siempre he necesitado  alguien en quien apoyar mi inseguridad. 

Al menos hoy reconozco mi debilidad . Estoy alerta. Y podría identificar todas y cada una de las veces que hice el ridículo. Y escribirlas. No me importa que se sepan. Es más, me producen una profunda repugnancia aquellas personas que no saben  cuando han hecho el ridículo. Y mucho más si aseguran que no es su caso. Ellos nunca han hecho el ridículo.

Podría escribir ahora unos cuantos nombres bastantes de seres humanos que son unos linces en los negocios, o en las finanzas, o en la política, o en la  filosofía, en la ciencias, y que van dando bastonazos y tropiezos en su vida moral. Y que han hecho el ridículo. 

Hasta curas, obispos, cardenales, y papas. 

El negocio de vivir bien no es lo mismo que saber cuánto son dos más dos,  o qué es o no es una prelatura personal, o definir el ente en cuanto ente.

Por cierto, ya que estamos ...¿ qué es una prelatura personal?

Sí, papá,  no hice caso a tu consejo, y he hecho el ridículo de una manera  constante. Pero hay algo que debo agradecerte , y es que me dejaste esa forma de ver la vida, que era moral. 

Pronto te diste cuenta que nací con un oído ético algo sordo, ciego parra los colores de la vida sana en lo moral, con problemas de saber discernir los olores de la vida bella, los sabores que tiene una vida cabal. Pero dejaste tu impronta, tu modelo, y podía ver, al compararme contigo, que estaba muy lejos, que había que regresar.

Al menos sé lo que quiero ser. 

Hoy , probablemente, caeré en el ridículo, otra vez. Pero volveré a levantarme, a pedir perdón , a querer ser el que quiero ser.  Hoy me fijaré, otra vez,  una meta. Hoy practicaré el buen gusto por las cosas de la vida buena. Hoy renunciaré  a buscar coartadas que simulen mi estupidez.

Hoy, otra vez, volveré a empezar.