domingo, 15 de octubre de 2023

ANTOÑÉ: AL QUE SE MUERE , LO ENTIERRAN.

Mi padre -  en alguna entrada comenté de su condición de hombre solitario, muy introvertido, sentimental, romanticón y  con un desprecio por las cosas del mundo olímpico-    sólo tuvo un amigo en su vida. No es un modo de decir. Sólo tuvo uno. Se llamaba Antoñé.  Era un buen  cazador, un sabio en las cosas del campo, de la naturaleza.  Antoñé era un hombre muy humilde. Y mi padre lo disfrutaba. Tenía adoración por su persona. 


Admiraba a Antoñé porque veía en él lo que se afirma en el  preámbulo de la Constitución: la soberanía popular reside en el pueblo español , del que emanan todos los poderes del Estado. Antoñé era esa soberanía popular condensada en un tío con un sentido común maravilloso.


Hay un saber de la gente culta, de los listos con gafas, los preparados. Los  que han ido a la universidad , tienen masters , y en las contraportadas de los libros que publican salen apoyando  la mano en la mandíbula con el dedo índice en la sien.  


Pero hay otra filosofía propia del pueblo, que se transmite por la experiencia, que se dan de unos a otros sin necesidad de lecturas. Ni siquiera necesitan saber leer.   De éste sector era Antoñé.


Después he descubierto que mi padre era otro sabio. Y también que hay muchas personas que son auténticos pensadores y  gente muy preparada en este mundo. Y que les dan sopas con honda a esos notas que usan vocabulario raro, especializado, dirigido a  estudiosos, y que lo enrevesan todo. 


Conviví con varios de éstos. Unos chungos que decían cosas como " hay que educar en la politesse", o "son matrimonios morganáticos", o " por favor, suprima el  huevo, si es tan amable" ( al pedir una ensalada) . Unos mierdas secas que no los entendían nadie. 


San Pablo escribió que "me hice débil para los débiles, a fin de ganar a los débiles. A todos he llegado a ser todo, para que de todos modos salve a algunos". Pues estos de que hablo no se hacen a según qué gente. Sólo se hacen pijos con los pijos.


También conocí a otros  Antoñés. Y a estos les entendía todo el mundo. Sancho Panza es un buen ejemplo de ese tipo de ser humano. No sabía escribir pero, ¡ jodo!.


Viene a cuento la entrada porque en el gimnasio , al salir, o en medio de algún ejercicio, le damos a la sin hueso y charlamos de cosas. Normalmente tonterías. Varias de esas personas son Antoñés . Uno es policía, otra trabaja en Pompas fúnebres, hay quien está jubilada después de  mogollón de trabajos, un futimén de parejas, y unos cuántos hijos. Y aprendo mucho.


Ayer la de Pompas  dijo, así como de pasada : "a quien se muere, lo entierran. Y el muerto al hoyo, y el vivo al bollo". Y me pareció maravilloso. Filosofar, dicen, es aprender a morir. La muerte es el único gran problema. La  muerte es lo único seguro. No respeta nada,  ni a nadie. Ni riquezas, ni posición social. 


Y, es así: al que se mueren lo entierran.


Después de la sentencia de Encarna- que así se llama la que trabaja  en  Funerarias san Mauro - me tocó a mi: "hay dos besos muy difíciles de dar: el primero, y el último".


- Eso  también es verdad- contestó.




13 comentarios:

  1. Morganático, politesse... menudos palabros! Con quiénes te juntabas? Con académicos de la RAE o qué? Esas cosas se las dicen a Johny el tuerto, el de Vallecas, y monta la mundial.

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    1. Uno de ellos, el de la "politesse" , escribió ya de mayor " era una vocación tardía de la filología , una tesis doctoral sobre " los signos de puntuación en el siglo de oro". Imagínese la avería del tío.

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  2. Por favor, ¿podrían sacar un aperitivo para la película? Sí, podemos sacar unas pipas... ¿Unas pipas? ¿Qué es una pipa? Y le sacan una bandejita de plata con un platito y, en medio, una pipa de girasol. El tío se las traía... Lo vi y no daba crédito... En medio del mundo o en medio de 'su' mundo.

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    1. ¡Esa es muy buena!...tiene muchas. En Tarragona , cuando salía a su trabajo todo tieso , con su pañuelo en el bolsillo de la americana, y su donaire, le bromeaban saliendo por la ventana del primer piso , con un bocadillo de choped envuelto en papel albal, gritando " ¡¡¡Fideeeeeeeellllll, que te dejas el bocadillo!!!!".

      Porque pare él eso de llevar un bocadillo en la mano, como que desdecía del cargo y posición que ocupaba.

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    2. no es una pipa, es el fruto del girasol, alimento para animales, que hay muchos por cierto

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  3. En mi cole teníamos la buena costumbre de llamar a los profesores por el apellido con el Señor delante, como muestra de respeto. Señor Giménez, señor González, señor Poyatos, señor Mendive, señor Barrios, señor de D., señor Perdigón, etcétera. A todos es a todos... ah, no, perdona había uno que se le tenía que llamar de forma distinta: Don F. Ahora, con el paso del tiempo, pregunto: 1) Por qué ese tratamiento diferenciado (de unos 100 profesores, 99 eran Señor tal y sólo 1 era Don cual)? En base a qué? y 2) Cómo se lo permitiais???

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    1. Porque él era comme il faut. Él ahora es alguien exclusivo, Caballero del Santo Prepucio....corrijo, Sepulcro. Es un Graff Diamonds Hallucination, es un Atún Rojo, como una botella de Pasión Azteca, es...don Fidel.

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    2. Es un pesao de tomo y lomo de la GER, pero lo que no es, es gilipollas. Si le gusta hacer el payaso, que lo haga, pero no es un mal tipo, la verdad. A mí, por lo menos, siempre me trató con una delicadeza 'de puta madre'...

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  4. Siempre ha sido una organización elitista. Fideles ha habido a porrillo. Cuando oías lo de pobreza algo chirriaba. Te contaban el cuento del desprendimiento y tan anchos.

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  5. Tuve la suerte de tenerlo de profesor en Viaró pero la verdad es que poco aproveché su sabiduría. De los pocos que eran profesores por vocación. Un señor en todos los aspectos: educado, elegante y culto. Es una pena que ahora infravaloremos el afán de conocimiento de los demás. A mí me parece un lujo que alguien se especialize en los signos de puntuación. De hecho, a buen seguro me iría muy bien leer sus libros.

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    1. Pues, nada, léalo. No confunda puntuación con puntería.

      Que le aproveche el lujo.

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    2. Yo me inclinaría por su edición crítica de Camino. Promete.

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    3. ¡¡¡Esa no me la pierdo!!!

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