DIÁSTOLE Y SÍSTOLE.

Hace  tiempo  que  me está  viniendo  la bajamar  del recuerdo de  Tamahú, y con ella  las imágenes  de esa labor. Debe de ser todo esto de la guerra de Israel y  Palestina, y la necesidad que alguien sembró, de hacer algo. 

No sé si eso es bueno o es malo. Aún tengo el corazón inquieto . No soy  joven, pero late mi  alma el reclamo del canto del pájaro de   la  aventura , ese     que acude a cualquier punto del planeta a remediar o compartir calamidades concretas. 

Recuerdo la última conversación que tuve con  Joan Valls.  Se le escapaban las lágrimas recordando a  sus pobres. Y a  mi por  la añoranza  de  esas  aldeas. 

Sólo el entendimiento de un mundo sin fronteras da sentido a su vida. Por eso quiero escapar. ¿Escapar? Sí. Vivimos  en  una cárcel. 

¡Olé por los  miles de  personas  que  se  juegan   la vida subiendo a   ese     tren  al  infierno  que  llaman  "La Bestia" ! Cuando todo está perdido,    ¿ qué  importa intentarlo? Nacimos  para morir, da lo mismo  en  qué lecho.

La sensibilidad es indivisible. 

En cambio, también son cada día más los jóvenes que se refugian en el lar de la vida  burguesa  y sólo logran calentarse el alma adorando la montaña sagrada  del consumismo y de  la  seguridad que ofrece el  estado. Esos que sólo quieren opositar y una paguita. 

Se supone que la humanidad entera tiene un único corazón y que éste posee los movimientos de sístole y diástole: uno contrae el espíritu humano hacia los parajes íntimos de su  infancia  familiar, donde sembraron esas ideas de  entrega,  y otro que lo dispersa generosamente hacia los lugares más dispares de la Tierra como la sangre va y viene por las venas.

Así  me parieron. Mi madre  siempre  decía, "de no conocer a vuestro padre, ahora sería monja". Oír eso impresiona, pues uno  se imaginaba a  su madre a guantazo limpio  por el convento, zapatilla en mano, y no sé...pero la siembra estaba echada en el corazón del crío que era yo. 

Estos dos recorridos de la sangre son los  que  mueven mi  biografía. Uno convive  con lo mejor de mi mismo . Susín. Y el otro sale  con fuerza para entender el mundo  con la pasión de esa mesa familiar  donde  todo era  siembra  a manos llenas. Entender el  mundo, y recorrerlo  de norte a sur, de este a  oeste.

De todas formas, cuántas ocasiones pido perdón por las veces que no estaba  dispuesto a darme y entregarme , y lo simulaba,  haciéndolo sentir como auténtico, sabiendo que era un cuento. Y la gente lo creía, y todo era una mentira.

Tarde aprendí que si no estás dispuesto a darlo , no lo hagas sentir.