Conocí una mujer que durante años tomó clases de órgano de una virtuosa del instrumento que , por discreción , omitiré su nombre. El de la alumna y el de la profesora. La profesora aún vive, y está considerada una de las grandes organistas del mundo.
Para poder acceder a que la "maestra" te impartiese los cursos era ella la que debía admitirte y decidía si pasabas el corte o no. Mi amiga fue aceptada. Por entonces pertenecía a la opus dei. Estuvieron años , una formando, la otra formándose.
Una mañana, después de años juntas, la profesora le dio un golpe en la pierna a mi amiga y le dijo: ¡ la culpa de esto la tiene el opus!".
- ¿ Qué ha querido decir? No entiendo que pinta el opus dei aquí.
- Es la razón de que tocas reprimida. No te sueltas. Tienes totalmente embridada tu afectividad. Tienes miedo a entregarte a la música. Para ti hay algo más grande , no sé si es Dios, el opus, o lo que sea que te sujeta, te oprime, no te deja desarrollar el potencia que tienes dentro, que es inmensa.
Después las dos se separaron, aunque siguen muy unidas . Una ha triunfado profesionalmente, brilla donde va, llena en sus conciertos. Y lo ha dado todo a la música. Y, supongo, la música a ella.
A la otra no le ha ido tan mal, pero no la veo yo dedicada en una entrega total al arte o a la música. Me temo que hay otras cosas más importantes para ella.
Los japoneses encuentran una descortesía ahondar en sentimientos y voluntades , en especial de alguien que merece mucho respeto. Lo expresan con una frase que ahora viene al pelo: " un dios vive siempre en una nube".
No entiendo estas sutilezas del arte, la música . Sí que intuyo la belleza del mundo cuando quiere enviar mensajes potentes sobre el amor, la verdad, y lo pinta, lo canta, lo esculpe, o lo recita .
El público merece respeto, consideración a su dignidad; los artistas no van soplando a la cara de las personas lo que quieren decir , algo que ni siquiera a los perros o a los gatos agrada. Un artista desea tener confianza con su público —supone que van a comprender sin necesidad de explica nada.
Y, además, un artista de verdad no puede espolvorear sobre la gente su emoción interior. Exhibir los propios sentimientos es siempre vulgar. Por eso resultan tan admirables Bach, o Leonardo, o Rembrandt , o el arte de Oriente; la magia y el secreto de las grandes obras que ellos han creado.
Y eso era lo que a esa maestra le sacaba de quicio , porque su emoción, su arte, no se puede transmitir con golpes en la pierna.
Tu amiga es tu hermana.
ResponderEliminar;)
EliminarVeneración por los organistas que pasan días estudiando en silencio, aislados sin comodidades. Comprendo que Bécquer les dedicara una leyenda, es lo mínimo
ResponderEliminarRespeto gordo , sí señor.
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