domingo, 8 de octubre de 2023

MARCA DE LA CASA.

En el Muro de las Lamentaciones  existe la tradición de introducir un pequeño papel con una plegaria entre las rendijas del muro  .  Tiene varios sippglos de antigüedad. Son millones los  canutillos que se  han  introducido  allí  con oraciones, plegarias, invocaciones. 



Bajo el sol del desierto, con  el talit (manto de oración judío), las tefilín (filacterias) ,  la kipá, los judíos piadosos acuden allí a rezar. Leen la Torá, cimbrean  el cuerpo , ponen la frente en el sillar y meditan, lloran, recuerdan, piden por la venida del Mesías. 


Después escriben cualquier clase de súplica  en un papel , lo enrollan  y la introducen en los entresijos del paredón.


Dos veces al año  se recogen,  ponen en bolsas, y luego las entierran en el cementerio del Monte de los Olivos. 


El pueblo hebreo ha inventado la circuncisión, el  pan ácimo, la  venganza y también el sentido de la culpa, cuyo sabor puede llegar a ser muy dulce.  Al menos para mi. Recuerdo al confesarme con un claretiano, de chaval, su aliento fresco de elixir , y su aroma a after shave Floïd.


Me gustaba irme junto a ese cura. 


Ese sentido de culpa  es  uno de las marcas  de fuego que  nos ha transmitido el judaísmo  a  la ganadería católica.  Nuestro Dios  no tiene nada que ver con el suyo.  Ellos  rezan  al Dios   de los Ejércitos. Un Ser  bastante cabrón según cuenta la Biblia.  Un Dios que gozaba  viendo como David   se carga  200 filisteos y le pone  ante  su altar  sus prepucios. 


Leo  una  noticia . Realizan una   autopsia  sobre el cadáver de un árabe adolescente de Cisjordania. El muchacho tenía un proyectil alojado en el corazón. La bala  llevaba grabada el versículo de un salmo: "Invocaré al Señor, digno de alabanza, y de mis enemigos seré salvo. A ti levanto mi alma. En mi tribulación invoqué al Señor y clamé a mi Dios, y él oyó desde su templo mi voz, y mi clamor penetró en sus oídos". 


Este fragmento de plegaria es marca de  la Casa  de  las  Tribus  de Israel.


“La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”. Erich Hartman.


Lo sorprendente es que el mensaje de Jesús sobre el amor a los enemigos cuajase en una sociedad así.  Para mi es un misterio. Es verdad que aún queda mucho para que la Redención llegue hasta el fin del mundo pero, sólo proponer esa idea me parece maravilloso.


Hoy ese odio, siempre en ascuas, vuelve a encenderse.




1 comentario:

  1. Dejemos que las religiones tengan su razón de ser:
    ¡o crees en mi dios o te vas al infierno!.
    (De lo primero te encargas tu mismo y de lo segundo ya nos encargamos nosotros).

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