DEL DINERO Y DE LA SANTIDAD , LA MITAD DE LA MITAD.

Fue en la presentación de la Fundación "Romper barreras". Es la iniciativa que impulsó Joaquín Romero. Ya escribí sobre él y su enfermedad. Ahora están abriendo su proceso de  canonización. 

Pero ese es otro tema.

Al  terminar la presentación hubo un aperitivo en los jardines de la UIC, que fue donde se  desarrolló el acto. Y allí coincidimos personas que le conocimos. Yo estaba con un grupo de antiguos alumnos de Viaró, de la promoción de Joaquín. De repente entró en la conversación un ser humano. Era un hombre maduro. Un tipo serio, cara preconstitucional. Un hombre  come il faut.

En un momento de la conversación le pregunté por su profesión.

- Soy el director de recursos humanos de Tal y Tal Company. 

- ¡Joder!- respondí.

Cuando el hombre se fue, y pensando que no me  escuchaba, comenté al grupo:

- No conozco ningún director de recursos humanos que no sea un perfecto hijo de la gran puta. 

No pasaron tres segundos y alguien me golpea en el hombro. Me giro. Y era el baranda, que me había oído. 

Puse la cara de san Juan Bosco, que ya os he comentado que me sale muy bien. Esa que utilizo para situaciones así. 

- He escuchado lo que ha comentado sobre los directores de recursos humanos. Quiero que  sepa que el  primer y mejor director de recursos fue Jesucristo. Es mi ejemplo. Lo imagino hombre de fe , si se considera amigo de Joaquín.

- Oiga, lo que acaba de decir demuestra que es usted peor de lo que pensaba. Jesucristo a la gente como usted les aconsejó eso de darle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y como me parece que a usted nadie le convence de sus errores, y a mi tampoco, demos por zanjada esta conversación. 

Es lo mismo que Urelles, que aceptaba la corrupción si era propuesta por un corrupto porque se lo había aconsejado un sacerdote.  A éste algún cura le dijo que Jesús fue el primer gran director de recursos humanos  y pensó " ¡' cojonudo!" . Y se puso hasta el culo de firmar despedidos por un bien mayor, y por obedecer,  que el que obedece no se equivoca nunca.

Estos tíos son los que aconsejarían  a Jesús que eso de perdonar al hijo pródigo, no sé, habría que darle una vuelta.  Si se marchó él, es como el que se va de la empresa por voluntad propia. No tiene ningún sentido que regrese y, encima, darle una fiesta. 

¡Pobre del otro hijo que se quedó trabajando en la empresa  y obedeciendo, sin pedir un  euro!

- Jesús, perdona que te corrija la parábola , pero la has cagado.  

Jesús no decía tacos, que se sepa, pero si fuese de Zaragoza le respondería: 

- ¡Pero qué hijoputa eres, maño!

A mi estos tíos que van de santitos, teniendo profesiones tan sospechosas, no sé.  Dice el refrán " del que pone los ojos en el suelo, no fíes el dinero".

Del dinero y de la santidad, la mitad de la mitad.